¿Te has preguntado qué se *siente* al visitar el santuario de Toshogu en Nikko? Imagínate que dejas atrás el bullicio de Tokio. Te subes a un tren y, poco a poco, el paisaje cambia. Las luces de la ciudad dan paso a un verde intenso, a montañas que se elevan y a la promesa de un aire más puro. Al bajar del tren en Nikko, el aire te golpea diferente; es más fresco, quizás con un ligero aroma a pino y a tierra húmeda. Caminas por calles tranquilas, el sonido de tus propios pasos se mezcla con el murmullo lejano de un río. Sientes la pendiente suave bajo tus pies, una invitación a ascender.
A medida que te acercas, el entorno se vuelve aún más natural. Caminas por un sendero arbolado, el crujido de la grava bajo tus zapatos te acompaña. A tus lados, árboles centenarios se alzan majestuosos, y en algunos puntos, puedes tocar la corteza rugosa, sintiendo la historia en tus dedos. El ambiente se vuelve más denso, más solemne. Escuchas el suave siseo del viento entre las hojas y, de repente, una explosión de color y detalle te envuelve. No es un simple edificio, es una sinfonía visual que te abruma, con el rojo lacado vibrante, el oro brillante y las intrincadas tallas que cubren cada superficie. Es como si el silencio del bosque se hubiera transformado en una obra de arte monumental que te abraza.
Al cruzar una de sus puertas principales, te encuentras con la famosa Puerta Yomeimon. Tómate tu tiempo. Siente la textura de la madera pulida si te atreves a tocarla, y mira de cerca cada uno de sus miles de detalles. No es solo una puerta; es un libro abierto de historias y criaturas míticas talladas con una precisión asombrosa. Presta atención a las figuras de los Tres Monos Sabios. No son solo tallas, son un recordatorio, un eco de una sabiduría ancestral que te pide que la sientas: "no veas el mal, no oigas el mal, no hables el mal". Es una sensación de paz y reflexión la que te invade al contemplarlas, un momento para simplemente *ser*.
Más allá, el camino se estrecha un poco y la atmósfera se vuelve aún más íntima a medida que te adentras en el corazón del santuario. Busca con atención esa pequeña talla del "Gato Dormido" (Nemuri Neko). Es tan delicada, tan serena, que casi puedes sentir la suavidad de su pelaje y la calma de su respiración. Es un detalle diminuto en un lugar tan grandioso, pero te transmite una sensación de quietud profunda. Dentro de los pabellones, el aire es fresco y tranquilo. Si te detienes y cierras los ojos, puedes escuchar el murmullo respetuoso de otros visitantes, el tenue sonido de las campanillas o el crepitar de algún incienso. Es un lugar para la contemplación, para dejar que la belleza te impregne sin prisas.
Ahora, hablemos de lo práctico para que no te quedes solo con la sensación. Para llegar a Nikko desde Tokio, lo más cómodo es tomar el tren. Tienes varias opciones: el JR Shinkansen hasta Utsunomiya y luego un tren local, o las líneas Tobu Railway desde Asakusa. Si planeas visitar varios templos y santuarios, y quizás quedarte un par de días, el "Nikko Pass" (Tobu Nikko Pass) es una excelente inversión, ya que cubre el transporte y ofrece descuentos en entradas. Asegúrate de activarlo y entender bien qué incluye antes de empezar.
Sobre cuándo ir, la primavera (finales de marzo a principios de abril) para ver los cerezos, o el otoño (finales de octubre a principios de noviembre) para los colores del follaje, son espectaculares, pero también los más concurridos. Si quieres evitar multitudes, ve entre semana o en temporada baja. En cuanto a la ropa, Nikko está en las montañas, así que el clima puede ser más fresco que en Tokio, incluso en verano. Lleva capas y, sobre todo, unos zapatos cómodos. Vas a caminar bastante, y hay muchas escaleras y pendientes. No subestimes la importancia de un buen calzado.
Y ya que estás en Nikko, no te quedes solo con Toshogu. Hay otros santuarios y templos impresionantes muy cerca, como Futarasan Jinja o Taiyuinbyo, que también merecen una visita. El puente Shinkyo, que cruza el río Daiya, es icónico y ofrece una vista preciosa. Para comer, prueba la *yuba* (piel de tofu), una especialidad local que se prepara de muchas formas. Hay restaurantes por la zona que la sirven fresca y de formas muy creativas. También busca los *onsen* (aguas termales) si quieres relajarte después de tanto caminar.
¡Espero que te sirva para tu aventura!
Olya from the backstreets