¡Hola, exploradores del mundo! Hoy vamos a un lugar donde la tierra respira y el tiempo se siente distinto: Nea Kameni, el volcán de Santorini. No es solo una roca en el mar; es el corazón palpitante de la isla, un lugar que te abraza con su energía cruda.
Imagina esto: el barco se acerca y, de repente, el aire cambia. Un olor mineral, como a huevos cocidos o a fósforo, te envuelve. Es el azufre, el aliento del volcán. Sientes una brisa cálida, no de calor solar, sino como si la tierra misma exhalara. Cuando pones el pie en la orilla, el suelo bajo tus botas es oscuro, granulado, formado por miles de años de erupciones. Puedes sentir la textura áspera de la roca volcánica, un tapiz rugoso bajo tus pies, y si te agachas y tocas, notarás un calor sutil, una energía latente que te dice: "Estoy vivo". El silencio es denso, solo roto por el murmullo lejano de las olas y el crujido de tus pasos sobre la grava.
Mientras subes por el sendero, el paisaje se abre. Puedes sentir la inclinación constante, el esfuerzo de tus músculos. El suelo sigue siendo cálido, y a veces, si el viento es amable, puedes oír un silbido suave, como un susurro profundo que viene de las entrañas de la tierra. Es el vapor escapando de las fumarolas, invisibles para los ojos pero palpables en el aire caliente y húmedo que te roza la piel. Imagina que cada paso es un latido en el corazón de este gigante dormido, un recordatorio de la fuerza inmensa que yace bajo tus pies. No hay árboles que te den sombra; solo la inmensidad del cielo y el suelo volcánico, un lienzo de tonos ocres, rojizos y negros, que te envuelve por completo.
Para llegar a Nea Kameni, la única forma es en barco. Hay muchas excursiones que salen de Fira o del puerto de Athinios. Suelen combinar la visita al volcán con las aguas termales de Palea Kameni y un paseo por la isla de Thirassia. Los barcos son cómodos y el trayecto no es largo. Te recomiendo llevar calzado muy cómodo y resistente, preferiblemente cerrado, porque el terreno es irregular y resbaladizo en algunos puntos. Ah, y no olvides un sombrero o gorra; no hay sombra alguna en la cima.
Es fundamental que lleves contigo al menos una botella de agua grande. La caminata hasta el cráter no es extenuante, pero es cuesta arriba y bajo el sol directo. No hay tiendas ni servicios en la isla, así que todo lo que necesites, llévalo tú mismo. Protector solar es un must, y si eres de los que les gusta documentar todo, tu cámara de fotos tendrá trabajo extra con las vistas panorámicas del cráter y de Santorini a lo lejos. Prepárate para una hora y media de exploración, subida y bajada, así que ve con energía.
Mi abuelo siempre decía que Nea Kameni no es solo una montaña, sino el lugar donde la isla de Santorini nació de nuevo. Contaba que, hace muchísimos años, la gente vivía con miedo a la oscuridad que venía del mar. Pero luego, de las profundidades, el volcán rugió, y en lugar de destruir, creó. Decía que cada vez que el volcán se movía, era como si la tierra estuviera respirando, construyendo el hogar donde vivimos hoy. No era solo una erupción; era la promesa de que, incluso de la destrucción, puede nacer algo nuevo y hermoso. Para él, Nea Kameni no era un peligro, sino el guardián de nuestra isla, el que nos recuerda de dónde venimos.
Al final de la visita, cuando el barco se aleja y ves la silueta oscura de Nea Kameni empequeñecerse en el horizonte, te das cuenta de que no has visitado solo un volcán, sino un ser vivo, un constructor de mundos. La tierra bajo tus pies, el olor a azufre en el aire, el calor que emana del suelo... todo te susurra una historia milenaria. Es una experiencia que te ancla a la inmensidad del planeta, te hace sentir pequeño y, al mismo tiempo, parte de algo grandioso.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets