¡Hola, viajeros y exploradores del alma! Prepárense para sumergirse en un lugar que es mucho más que una universidad: la UNAM en la Ciudad de México. No es solo un conjunto de edificios, es un universo vibrante, lleno de vida, ideas y rincones que te abrazan. Imagina que caminamos juntos por sus pasillos, sintiendo cada paso.
Para llegar, la forma más sencilla es tomar el Metro, Línea 3, hasta la estación Universidad. Al salir, sentirás de inmediato un cambio en el aire. El bullicio de la ciudad se suaviza, y un murmullo distinto, como un eco de miles de voces jóvenes, empieza a envolverte. Los árboles son más densos, el viento te trae el aroma a tierra húmeda y, si es temporada, el dulce perfume de las jacarandás. Desde aquí, te sugiero empezar por el Universum, el Museo de las Ciencias. Es un lugar fantástico para activar todos tus sentidos. Puedes tocar texturas, escuchar sonidos interactivos, sentir vibraciones. Es una introducción dinámica a la curiosidad y el conocimiento que fluye por todo este campus.
Desde Universum, te guiaré hacia el corazón de la UNAM. Caminarás por amplias avenidas, sintiendo la brisa y el suave zumbido de los Pumabuses, los autobuses internos que circulan por el campus. El aire se siente cargado de energía. Pronto, percibirás una inmensa estructura de piedra que se alza: la Biblioteca Central. Aunque no puedas ver sus famosos murales, puedes sentir la escala monumental, la aspereza de la piedra volcánica bajo tus dedos si la tocas. Imagina que cada uno de los miles de mosaicos de colores que cubren sus cuatro fachadas cuenta una historia de México, sus raíces y su futuro. El silencio reverente del interior, roto solo por el susurro de las páginas o el tecleo de computadoras, te envuelve en una atmósfera de conocimiento profundo. Justo al lado, se alza la Torre de Rectoría, otra obra maestra con murales que puedes sentir en su inmensidad. Luego, avanzaremos hacia "Las Islas", la explanada central. Aquí el ambiente cambia por completo: el aire se llena de risas, conversaciones, el crujido de patinetas y la música de algún grupo estudiantil. Es el pulso de la UNAM, el corazón social donde miles de jóvenes se encuentran, estudian y viven.
Después de sentir la energía de "Las Islas", te propongo un cambio de ritmo. Te guiaré hacia el MUAC (Museo Universitario Arte Contemporáneo). Aquí, la atmósfera es diferente; el espacio es más depurado, los sonidos más controlados. Puedes sentir la amplitud de las salas, la frescura del hormigón y la madera, y a veces, la peculiar textura de alguna instalación artística. Es un lugar para la reflexión, para sentir las ideas más vanguardistas. Y si la música te llama, muy cerca está la Sala Nezahualcóyotl, una de las mejores salas de conciertos del país. Aunque no haya un concierto en el momento, puedes pedir permiso para entrar y sentir la acústica, el eco de la música que ha resonado en sus paredes. La forma en que el sonido viaja aquí es una experiencia en sí misma, una maravilla de la ingeniería acústica.
Ahora, para los detalles prácticos y la parte más "amiga textera". Si vas con poco tiempo, te diría que el Universum es un buen punto de partida, pero si prefieres ir directo al grano cultural, puedes saltártelo y dirigirte directo a la Biblioteca Central y Rectoría. Son el icono, la foto obligada, y la esencia. Para moverte, la UNAM es enorme, pero el núcleo central es muy caminable. Si quieres explorar más lejos, como el Jardín Botánico o el Espacio Escultórico (que son más visuales y requieren más tiempo y a veces un Pumabús), yo los dejaría para una segunda visita si te enamoras del lugar. Para comer, en "Las Islas" y sus alrededores siempre encontrarás puestos de comida callejera deliciosa y económica (tacos, quesadillas, tortas), o puedes optar por las cafeterías de las facultades, con el ambiente estudiantil a tope. Guarda para el final un café tranquilo en alguna de las librerías del campus, o si tienes suerte y el calendario lo permite, asiste a un concierto o una obra de teatro en la Sala Nezahualcóyotl o en el Centro Cultural Universitario. Es la cereza del pastel cultural.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets.