Imagina que cierras los ojos y te dejas llevar por el pulso de la Ciudad de México. Sientes el cambio en el aire, un aroma que no es el de la calle, sino algo más denso, más vivo. Es una mezcla de especias desconocidas, de carnes que nunca habrías imaginado, y un dulzor lejano de frutas tropicales. Escuchas un murmullo constante que es el pulso del Mercado de San Juan, voces de vendedores que ofrecen sus tesoros, el tintineo de ollas, el roce de gente que va y viene. No es un mercado cualquiera; es una aventura para los sentidos, un lugar donde lo exótico es lo cotidiano y cada paso te invita a probar algo nuevo, a sentir una textura diferente, a dejarte sorprender.
Avanzas, y el murmullo se convierte en voces claras, el golpeteo de cuchillos contra tablas de madera, el crepitar suave de aceites calientes. Puedes casi *tocar* la rugosidad de la piel de cocodrilo expuesta, la suavidad inesperada de la carne de venado, o el crujido minúsculo de los chapulines bajo tus dedos si te atreves a probarlos crudos. El aire se carga con el olor a carne asada al momento, a insectos tostados con limón y chile, a quesos ahumados. Te sientes inmerso en una explosión de sabores potenciales, de texturas que te invitan a la curiosidad. Es una danza de lo salvaje y lo culinario, un espacio donde la tradición se encuentra con la audacia.
Ahora, si ya te pica la curiosidad y quieres vivirlo, hablemos de lo práctico:
* Mejor momento del día: Lo ideal es ir entre las 10:00 y las 12:00 del mediodía. Los puestos ya están completamente montados, hay ambiente, pero aún no llega la avalancha de gente del almuerzo.
* Para evitar multitudes: Evita los fines de semana, especialmente los sábados por la tarde. También, la hora pico de la comida (de 2:00 a 4:00 PM) puede ser un caos. Entre semana, por la mañana, es tu mejor opción.
* Tiempo de visita: Calcula entre 1 y 1.5 horas si solo quieres explorar y probar un par de cosas. Si te sientas a comer un plato fuerte o te detienes a charlar con los vendedores, puedes pasar fácilmente 2 horas o más.
* Qué "saltarse": Si eres muy aprensivo con la comida exótica o la carne cruda, puedes pasar más rápido por las secciones donde exhiben animales enteros o insectos vivos. Pero, sinceramente, ¡no te saltes la oportunidad de probar algo cocinado! La magia está en atreverse.
Y un par de cosas más que te vendrán genial:
* Comida: No te vayas sin probar los tacos de venado o jabalí en alguno de los puestos que cocinan al momento. Si eres valiente, los *chapulines* (saltamontes) o *escamoles* (larvas de hormiga) son una experiencia única. Muchos puestos ofrecen pequeñas degustaciones.
* Baños: Sí, hay baños. Generalmente están limpios, pero suelen tener un costo simbólico (entre 5 y 10 pesos). Pregunta a cualquier vendedor, te indicarán.
* Pago: Lleva efectivo. La mayoría de los puestos no aceptan tarjetas. Es un mercado tradicional, y el dinero en mano es el rey.
* Acceso: Es fácil llegar en metro. Las estaciones más cercanas son Salto del Agua (Línea 1 y 8) o Isabel la Católica (Línea 1). Desde ahí, es una caminata corta y segura.
* Cafeterías: Dentro del mercado no hay cafeterías como tal, es más de comida al paso o en pequeños taburetes. Pero en los alrededores, en el barrio de la Ciudadela, encontrarás opciones si buscas un café tranquilo después de la aventura.
¡Atrévete a explorarlo!
Olya de los rincones