¡Hola, trotamundos! Si estás buscando un respiro del bullicio de Marrakech, hay un lugar que es pura magia para los sentidos, un oasis que te envuelve: el Jardín ANIMA. No es solo un jardín, es una experiencia. Para llegar, la forma más fácil es usar su propio servicio de transporte gratuito; un autobús que sale de la Koutoubia varias veces al día. Súbete, siente cómo el murmullo de la ciudad se va quedando atrás y cómo el aire, poco a poco, cambia, volviéndose más fresco, más tranquilo, como si la naturaleza te estuviera dando la bienvenida antes de que llegues.
Cuando te bajas del autobús, el primer cambio es el sonido bajo tus pies. Ya no es el asfalto, es tierra, grava. El aire se siente diferente, más húmedo, y puedes empezar a percibir un ligero aroma a vegetación fresca, a tierra mojada. Imagina que entras por un arco, y de repente, el espacio se abre. A tu izquierda, puedes escuchar el suave murmullo de una fuente, un sonido constante y relajante que te invita a explorar. Este es el punto de partida ideal: tómate un momento para respirar hondo, para sentir cómo la temperatura baja ligeramente y cómo la paz empieza a instalarse en tu cuerpo.
Avanza despacio por el camino principal, que se siente suave bajo tus pies, a veces con gravilla fina, otras con un sendero más compacto. A tu alrededor, la diversidad de texturas es asombrosa: pasa tu mano por las hojas lisas y cerosas de algunas plantas, luego por la corteza rugosa de un árbol antiguo. Escucha el susurro del viento entre las palmeras, un sonido distinto al de las hojas más pequeñas y densas. De repente, puedes sentir un cambio en el aroma, quizás el dulzor de una flor que no habías notado antes, o el olor terroso y profundo de la tierra húmeda en una zona más sombría. Hay pasillos de bambú donde el sonido se amplifica, creando una especie de eco natural, y otros espacios más abiertos donde el sonido de los pájaros se vuelve más nítido.
No te apures al encontrar las piezas de arte esparcidas por el jardín. No se trata solo de verlas, sino de sentir su presencia en el espacio. Por ejemplo, al llegar a la zona de la pirámide de Keith Haring, puedes rodearla; siente cómo la estructura triangular crea un espacio diferente a su alrededor, cómo el aire parece moverse de otra manera. Escucha tu propia pisada al caminar por el césped que la rodea. Sigue explorando los caminos que se bifurcan; algunos te llevarán a rincones más íntimos, con bancos de piedra que se sienten frescos al tacto, perfectos para sentarse un momento y simplemente escuchar el jardín. Otros te guiarán a espacios más abiertos, donde el sonido ambiental es más expansivo.
Una vez que hayas explorado los senderos y los rincones más tranquilos, dirígete hacia la cafetería. Es el lugar perfecto para terminar tu recorrido. Al acercarte, el aroma a menta fresca o a café recién hecho te guiará. Siéntate en una de sus sillas, siente la textura de la madera o el metal, y pide un té de menta. Siente el calor de la taza en tus manos, el vapor suave que sube y el sabor dulce y refrescante en tu boca. Es el broche de oro, un momento para procesar todo lo que tus sentidos han experimentado, rodeado aún por la calma del jardín.
Para que tu visita sea perfecta, te doy unos consejos prácticos. Lo ideal es ir por la mañana temprano, justo cuando abren, o a última hora de la tarde, para evitar el calor más intenso y disfrutar de una luz más suave y menos gente. Lleva calzado cómodo, vas a caminar bastante por senderos irregulares. No hay necesidad de "saltarse" nada, cada rincón tiene su encanto, pero sí te diría que no te obsesiones con "verlo todo" en poco tiempo; lo bonito de ANIMA es dejarse llevar. Y si buscas un recuerdo especial, no te pierdas la pequeña tienda de regalos que tienen, con cosas muy auténticas y locales.
¡Hasta la próxima aventura sensorial!
Ana de Viaje