Seven Star Park (Qixing Gongyuan) Tours and Tickets

¡Hola, explorador! Hoy te llevo de viaje a Guilin, a un lugar que se siente con cada poro de la piel: el Parque de las Siete Estrellas (Qixing Gongyuan).

Imagina que llegas a la entrada principal. Los caminos que te reciben son amplios, lisos y bien pavimentados, de una superficie uniforme que casi te invita a deslizarte por ella. Sientes el espacio abrirse a tu alrededor mientras tus pasos resuenan suavemente sobre el firme suelo. El aire es fresco y lleva el murmullo distante de las conversaciones y el canto de algunos pájaros. Estos senderos principales te guían con suavidad hacia el corazón del parque, como si te dieran la bienvenida a un abrazo natural.

A medida que te adentras, los caminos empiezan a serpentear un poco más, pero siguen siendo increíblemente accesibles y fáciles de transitar. Están diseñados para conducirte sin esfuerzo hacia las bases de las montañas que dan nombre al parque, esas "siete estrellas" de roca caliza. De repente, el aire se vuelve un poco más fresco y húmedo, y tus fosas nasales captan un aroma distintivo a tierra mojada y musgo, una señal inconfundible de que te acercas a la famosa Cueva de las Siete Estrellas.

Dentro de la cueva, el ambiente cambia drásticamente. El camino bajo tus pies se siente más fresco y, aunque es una superficie transitable, notarás la humedad y, en algunos puntos, pequeñas irregularidades o el suelo ligeramente resbaladizo. Escucha el eco de las gotas de agua cayendo en la lejanía y el murmullo de otras voces que se dispersan en la inmensidad del espacio. El sendero te lleva a través de pasadizos que a veces se estrechan un poco, permitiéndote sentir las frías paredes de roca a los lados, antes de abrirse de nuevo en cavernas más grandes. Es un viaje sensorial de frescura y misterio. Un consejo práctico: lleva calzado cómodo y antideslizante, porque aunque los caminos están bien mantenidos, la humedad puede hacer que algunas zonas sean un poco resbaladizas.

Al salir de la cueva, los caminos vuelven a ser más abiertos y luminosos. Ahora te adentras en las zonas de jardines y lagos. Siente el cambio de la temperatura, el sol en tu piel. Aquí, los senderos son a menudo más decorativos; algunos tienen adoquines suaves que crean un patrón bajo tus pies, otros son pequeñas pasarelas de madera sobre el agua que vibran ligeramente con cada paso. Escucha el canto de los pájaros más cerca y el suave chapoteo del agua. No te pierdas los puentes arqueados; te guiarán sobre los estanques donde puedes sentir la brisa que viene del agua. Si buscas un momento de calma, dirígete hacia el jardín de bonsáis; los caminos allí son más íntimos y el silencio te envuelve por completo.

En general, el Parque de las Siete Estrellas es un lugar para explorar a tu ritmo, donde cada sendero te ofrece una nueva sensación. Los caminos son, en su mayoría, accesibles y bien señalizados, pensados para que puedas moverte con libertad y sin preocupaciones. Es un parque que se disfruta con los pies, el oído y la piel, sintiendo cómo el paisaje cambia contigo a cada paso.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

*Imagine* que estás en Guilin, y te pregunto: "¿Cuándo es el momento perfecto para sentir el Parque de las Siete Estrellas (Qixing Gongyuan) en todo su esplendor?". Sin duda, te diría que apuestes por el otoño. Piensa en finales de septiembre hasta principios de noviembre. Es una época en la que el aire ya no te pega esa bofetada húmeda del verano, sino que te envuelve con una frescura que sabes que no te va a dejar sudando. Cuando entras, lo primero que notas es ese frescor suave en tu piel, una brisa ligera que te acaricia mientras el sol, ya no tan agresivo, calienta tu cara justo lo suficiente.

*Escuchas* cómo las hojas secas crujen suavemente bajo tus pies, un sonido que te conecta al instante con la tierra. El olor... ah, el olor es una mezcla embriagadora. Hay un aroma sutil a tierra húmeda mezclado con el dulzor de algunas flores tardías que aún resisten, y esa fragancia limpia y ligeramente terrosa que solo el aire de otoño puede tener. *Sientes* la textura rugosa de la corteza de los árboles cuando pasas la mano por ellos, o la suavidad de las hojas caídas. La luz se filtra entre las ramas, creando parches cálidos en el suelo que te invitan a detenerte y simplemente *sentir* el momento. Es una sensación de calma y vitalidad a la vez.

Aunque el otoño es la temporada alta, y *vas a encontrar gente*, la atmósfera no es de agobio, sino de vida. *Oyes* risas lejanas de familias, el murmullo de conversaciones en mandarín, y a veces, el suave repicar de alguna campana de templo cercano. La gente se mueve a un ritmo más relajado, disfrutando del buen tiempo. No es la multitud caótica de un día festivo de verano, sino un flujo constante de personas que, como tú, buscan un respiro y belleza. El clima agradable de esta época te anima a explorar sin prisa, a sentarte en un banco y simplemente *sentir* el pulso del parque a tu alrededor.

Pero el Parque de las Siete Estrellas tiene muchas caras, y el clima es su mejor director. *Imagina* la primavera o principios del verano, cuando la lluvia es una constante. El aire se vuelve denso, cargado de humedad, y el olor a tierra mojada es intenso. Los colores se saturan, el verde es más profundo, y el parque adquiere un aura mística, casi como un cuadro de tinta china. *Oyes* el suave goteo de la lluvia en las hojas, y el parque se siente más íntimo, más silencioso. En cambio, en pleno verano, el calor te *golpea* en la cara al entrar. El aire es pesado, pegajoso, y buscas desesperadamente la sombra. *Escuchas* el zumbido de los insectos y las voces más fuertes de la gente buscando alivio. El parque se vuelve un refugio vibrante, lleno de energía, pero con una sensación diferente de esfuerzo. Y el invierno, aunque no es la opción más popular, te regala un parque más desolado, con un aire seco y fresco que te *pica* la nariz. Los sonidos son más nítidos, y la quietud te envuelve, dándote una sensación de introspección única. Cada estación le da una personalidad completamente distinta a este lugar.

Olya from the backstreets.

¡Hola, trotamundos! Si alguna vez te has preguntado cómo es sentirse *realmente* en Guilin, déjame llevarte al Parque de las Siete Estrellas (Qixing Gongyuan). Imagina que el aire aquí es diferente, más fresco, como si la ciudad misma respirara hondo. Cuando cruzas la entrada, no solo ves árboles, los sientes. Las hojas de bambú susurran como un secreto antiguo mientras una brisa suave te acaricia la piel. El aroma a tierra húmeda y a vegetación exuberante te envuelve, mezclándose con un tenue dulzor floral que no sabes de dónde viene. Cierras los ojos y ya estás ahí, escuchando el lejano canto de los pájaros y el murmullo de un arroyo que te invita a seguirlo.

Sigues ese murmullo, y de repente, la temperatura baja. Te acercas a la Cueva de las Siete Estrellas, y el aire se vuelve denso, fresco y cargado de misterio. Al entrar, el eco de tus propios pasos te acompaña, rebotando en las inmensas formaciones rocosas que te rodean. Sientes la humedad en el aire, casi como una neblina invisible que se pega a tu piel. Si extiendes la mano, podrías rozar la roca fría y húmeda, sintiendo la textura irregular de millones de años de historia. Es como si el tiempo se detuviera, y lo único que existe es la oscuridad iluminada por luces tenues que revelan formas imposibles, invitándote a imaginar dragones o montañas escondidas en cada rincón.

Después de la frescura de la cueva, el sol te recibe de nuevo, y el sonido cambia. Unos gruñidos suaves y el inconfundible crujido de bambú masticado te guían. Te acercas a la zona de los pandas, y el corazón te da un vuelco. No es solo verlos; es sentir la energía tranquila que irradian. El aire se llena con el aroma dulce y ligeramente amaderado del bambú fresco. Escuchas sus respiraciones profundas, sus movimientos lentos pero potentes. Es un recordatorio de la fragilidad y la belleza de la naturaleza, y te sientes afortunado de compartir este espacio con ellos. Si vas a primera hora de la mañana, cuando la luz es suave, es cuando están más activos y puedes sentir mejor su presencia.

Un anciano del pueblo, con arrugas que contaban historias, me dijo una vez que el Parque de las Siete Estrellas no es solo un parque, es el corazón de Guilin. Me contó que, durante la invasión japonesa, su abuelo, un niño entonces, se escondió con su familia en las cuevas del parque. Me dijo: "Olya, esas cuevas no solo nos protegieron del peligro, sino que, con cada eco, nos recordaban que Guilin siempre se levantaría. Y los picos de las Siete Estrellas siempre fueron nuestra brújula, diciéndonos que el hogar estaba ahí, esperándonos." No es solo un lugar bonito; es un testigo silencioso de la resiliencia de la gente de Guilin, y un recordatorio de que la naturaleza siempre ha sido su refugio y su guía.

Si te animas a ir, aquí tienes lo práctico: llegar es fácil. Puedes tomar un taxi o un autobús (muchas líneas paran cerca de la entrada principal). La entrada tiene un costo, pero es bastante razonable para todo lo que ofrece. Lo mejor es ir por la mañana temprano, justo cuando abren, para evitar las multitudes y disfrutar de la tranquilidad. Lleva calzado cómodo, vas a caminar mucho, y una botella de agua, especialmente en verano. Hay algunos puestos de comida y bebida dentro, pero también puedes llevar tus propios snacks. Dedícale al menos medio día para explorarlo sin prisas.

Al final de tu visita, te sentirás diferente. Habrás respirado el aire de Guilin, sentido la roca milenaria, escuchado el murmullo de la historia y la vida salvaje. El Parque de las Siete Estrellas no es solo un conjunto de montañas y cuevas; es una experiencia que te abraza, te enseña y te deja con una sensación de paz profunda. Es un pedacito de Guilin que se queda contigo mucho después de que te has ido.

Con cariño desde la carretera,

Olya de las callejuelas

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar donde la naturaleza esculpe paisajes de cuento: el Parque de las Siete Estrellas (Qixing Gongyuan) en Guilin. Imagina que el aire es denso, húmedo, con ese aroma terroso y dulce de la vegetación subtropical, mezclado con un frescor mineral que viene de las rocas. Escuchas el murmullo constante de la vida: el canto de pájaros exóticos, el suave chapoteo del agua en algún estanque cercano, y el eco lejano de risas. Tus pies se hunden un poco en el sendero de tierra compacta, y sientes la sombra de los árboles centenarios que te envuelven. Si buscas ese punto icónico para capturar la esencia de Guilin, tu destino es la Montaña del Camello.

Cuando te acercas a la Montaña del Camello, sientes su imponente presencia. Es una formación kárstica que, desde cierto ángulo, parece un camello bebiendo agua de un lago. Para la foto perfecta, sitúate en el sendero que rodea el lago, justo al frente, donde la "cabeza" del camello se proyecta hacia el agua. A tu alrededor, la vegetación es exuberante, con bambúes altos y palmeras que enmarcan la vista. Puedes sentir la brisa que mece suavemente las hojas, y si extiendes la mano, casi podrías tocar la superficie tranquila del lago, que refleja la montaña como un espejo. Es un momento de pura quietud visual.

La luz, esa magia invisible, es clave aquí. Para la Montaña del Camello, el mejor momento es a primera hora de la mañana, justo después del amanecer, o a última hora de la tarde, antes de la puesta de sol. Por la mañana, la luz es suave y dorada, creando un brillo etéreo sobre la roca y el agua, y a menudo, una ligera neblina puede añadir un toque místico. Por la tarde, los tonos son más cálidos, rojizos, y las sombras se alargan, dándole una profundidad dramática a la escena. Evita el mediodía; el sol cenital aplana los colores y crea sombras duras que restan encanto.

Pero el parque es más que una sola vista. Si buscas otra instantánea llena de serenidad, camina hacia el Puente de las Flores (Flower Bridge). Siente la piedra lisa y fresca bajo tus dedos al pasar. Este puente de arco de piedra se extiende sobre un lago lleno de nenúfares y lotos, creando una escena de delicada belleza. Aquí, las fotos quedan preciosas en cualquier momento del día, ya que la luz se filtra a través de los sauces llorones que bordean el agua, creando un juego de luces y sombras encantador. Si quieres un consejo práctico, lleva calzado cómodo, porque el parque es grande y querrás explorarlo sin prisas. Y un buen termo de agua siempre viene bien.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

Acabo de volver de Guilin, y tengo que contarte del Parque de las Siete Estrellas. Imagínate esto: sales del bullicio de la ciudad y de repente, un velo de humedad te envuelve, con ese olor a tierra mojada y a verde intenso, casi dulce. Escuchas el murmullo del agua por todas partes, como un hilo musical constante, y el canto de pájaros que no habías oído antes. Tus pies se hunden un poco en la grava suave de los caminos, y sientes la sombra densa de árboles centenarios. No es solo un parque, es como si la naturaleza te diera un abrazo húmedo y fragante, una bienvenida que te calma el alma al instante.

Luego, te adentras en la Cueva de las Siete Estrellas, y ahí la cosa cambia. De golpe, el aire se vuelve frío, un soplo helado que te eriza la piel, incluso con el calor de fuera. Escuchas el goteo constante del agua, un eco resonante que parece venir de las profundidades de la tierra. Si estiras la mano, podrías casi sentir la roca, húmeda y rugosa, formada por miles de años. Es oscura, sí, pero las luces de colores que han puesto le dan un ambiente... casi mágico, irreal. A veces, sientes la estrechez de los pasillos, otras la inmensidad de las cámaras. Es una sensación de estar explorando algo antiguo, gigantesco, bajo tus pies.

Pero no todo es solo sentir, eh. En cuanto a lo práctico, el parque está súper bien cuidado. Los caminos son fáciles de seguir, muy transitables, perfectos para ir a tu ritmo sin prisas. Hay muchos sitios para sentarse y simplemente absorber, y si te pierdes un poco, siempre hay alguna señal o alguien del personal que te ayuda. Para mí, lo mejor fue que, a pesar de ser grande, encuentras rincones de paz donde no hay casi nadie, y puedes sentirte realmente conectado con el entorno. Y mira que es grande, pero no te sientes abrumado.

Lo que no me terminó de convencer del todo es que algunas zonas, sobre todo cerca de la entrada o donde están las tiendas de souvenirs, se sienten un poco demasiado 'montadas', ¿sabes? Pierden un poco la magia natural. Y el zoo... bueno, está ahí. Si esperas ver mucho, te diría que bajes tus expectativas, es bastante pequeño y me dio la sensación de que los animales no tenían mucho espacio. Me sorprendió, eso sí, lo bien que han integrado la historia y la cultura local en todo el recorrido, no es solo naturaleza, hay templos y pagodas que te transportan a otro tiempo de repente, sin avisar.

Un abrazo fuerte,

Olya de los callejones

¡Hola, trotamundos! Si estás pensando en Guilin, déjame decirte que el Parque de las Siete Estrellas (Qixing Gongyuan) es una parada obligatoria para sentir la esencia de la ciudad. Imagina, al cruzar la entrada, cómo el aire fresco y húmedo te envuelve, cargado con el dulce aroma de las flores de loto si es temporada, o el terroso y profundo olor de la vegetación densa después de una lluvia. Escuchas el suave murmullo de las cascadas cercanas, el canto de pájaros exóticos que nunca antes habías oído, y el eco lejano de risas y conversaciones, que se desvanecen en la inmensidad del parque. Caminas sobre senderos de piedra pulida por el tiempo, sintiendo bajo tus pies la frescura de la sombra que proyectan los bambúes gigantes, cuyas hojas susurran al viento como un secreto. A veces, la brisa te trae el delicado roce de las ramas de un sauce llorón, o la textura áspera de un tronco centenario mientras pasas junto a él. Es un lugar donde cada rincón te invita a respirar hondo y a sentir la tranquilidad que solo la naturaleza puede ofrecer.

Ahora, si necesitas alquilar una silla de ruedas o un scooter para moverte por el Parque de las Siete Estrellas, aquí va la verdad sin rodeos. Lo más probable es que encuentres opciones de alquiler justo en las entradas principales del parque, como la entrada de la Colina Pu Tuo (Putuo Hill Entrance) o la del Puente de las Flores (Flower Bridge Entrance). No esperes encontrar scooters eléctricos de alta tecnología en todos lados, pero las sillas de ruedas manuales suelen estar disponibles. La disponibilidad puede variar según el día y la afluencia de visitantes, pero es bastante común que tengan algunas. El costo no será una fortuna, generalmente es una tarifa nominal por día, quizás unos 20-50 CNY (RMB), y a veces te pedirán un depósito que te devuelven al entregarla. Para preguntar, dirígete directamente a la taquilla o a cualquier centro de información que veas cerca de la entrada. Si el idioma es una barrera, no te preocupes: puedes mostrarles una imagen de una silla de ruedas en tu teléfono o usar una aplicación de traducción. Una frase sencilla como "Quiero alquilar una silla de ruedas" (我要租轮椅 - Wǒ yào zū lúnyǐ) o "Necesito una silla de ruedas" (我需要轮椅 - Wǒ xūyào lúnyǐ) te ayudará muchísimo. La gente local suele ser muy amable y dispuesta a ayudar, aunque a veces la comunicación sea un desafío.

Olya de las callejuelas.

Imagina que el bullicio de Guilin se desvanece suavemente detrás de ti. Cuando pones un pie en el Parque de las Siete Estrellas, lo primero que notas es el cambio en el aire: se vuelve más fresco, más húmedo, cargado con el aroma de la tierra mojada y la vegetación exuberante. Escuchas el suave susurro de las hojas movidas por una brisa invisible y el canto ocasional de un pájaro, un contrapunto melódico al murmullo distante de la ciudad. Es como si la naturaleza te diera la bienvenida con un abrazo fresco y verde.

A medida que avanzas, tus pies sienten la textura cambiante de los senderos: a veces adoquines lisos y frescos, otras veces tierra compacta bajo la sombra de árboles centenarios. El espacio se abre a tu alrededor; no hay paredes que te encierren. Sientes la inmensidad, la presencia imponente de colinas kársticas que se elevan a lo lejos, como gigantes dormidos. El parque es grande, date al menos medio día para explorarlo sin prisas, o un día entero si quieres saborear cada rincón. Puedes moverte a tu propio ritmo, siguiendo los caminos que te llamen la atención.

De repente, el aire se vuelve más frío, más denso. Estás cerca de la Cueva de las Siete Estrellas. Al entrar, te envuelve una oscuridad fresca y un silencio que solo se rompe por el goteo constante del agua y el eco de las voces lejanas. Sientes la humedad en el aire y la roca antigua y áspera al alcance de tu mano. Los caminos son firmes, pero a veces resbaladizos por la humedad, así que presta atención a tus pasos. Dentro, la naturaleza ha esculpido formas que desafían la imaginación durante milenios: estalactitas y estalagmitas que se elevan y descienden, creando una galería subterránea. La entrada a la cueva tiene un coste adicional al del parque, y suele incluir un guía que te acompaña en el recorrido, indicándote los puntos clave.

Después de la frescura de la cueva, el sol te da la bienvenida de nuevo mientras te diriges hacia la Colina del Camello. A medida que subes, sientes cómo la pendiente se acentúa gradualmente bajo tus pies. La brisa se hace más fuerte, trayendo consigo el aroma de la hierba seca y el polvo. Cuando llegas a la cima, el espacio se abre por completo. Puedes sentir la vastedad del paisaje a tu alrededor, con la ciudad extendiéndose y las colinas kársticas puntuando el horizonte. La forma de la colina es inconfundible, como si dos grandes jorobas de piedra se alzaran una tras otra. Es uno de los mejores puntos para tener una perspectiva completa del parque y sus alrededores, ideal para sentir la escala de Guilin.

Mientras sigues tu camino, quizás escuches un chichido o un gruñido juguetón. Te estás acercando al área del zoológico, un rincón más animado del parque. Aquí, el aire puede llevar el olor peculiar de los animales y el sonido de sus movimientos. Puedes sentir la vibración de los recintos y, si tienes suerte, acercarte lo suficiente para escuchar el masticar suave del bambú. Sí, tienen pandas, y son tan adorables como te imaginas. Están en un área específica, un poco más alejada, así que sigue las indicaciones o pregunta si quieres asegurarte de verlos. Lo mejor es ir por la mañana, cuando están más activos.

Luego, puedes buscar un respiro en los jardines. El aire aquí es diferente, más dulce, con el aroma de flores que quizás no conozcas. Escuchas el suave murmullo de cascadas o el chapoteo de peces en estanques serenos. Puedes sentir la frescura de la sombra bajo pabellones tradicionales y la suavidad de la hierba si te quitas los zapatos por un momento. Hay varios jardines temáticos, cada uno con su propia atmósfera, perfectos para sentarse un rato y simplemente *ser*. Si buscas un momento de verdadera calma, el jardín de bonsáis es un oasis silencioso donde la paciencia se siente en cada hoja.

En cuanto a lo práctico, el parque abre temprano, normalmente sobre las 6:30 AM, y cierra por la tarde, alrededor de las 6:30 PM, pero es mejor verificar los horarios exactos de la temporada. La entrada general al parque es asequible, pero recuerda que la cueva tiene un coste aparte. Dentro encontrarás pequeños quioscos donde puedes comprar agua fresca o algún snack. Para llegar, es muy fácil tomar un taxi o un autobús público desde cualquier punto de Guilin. Al final del día, cuando salgas, sentirás una mezcla de cansancio y una profunda sensación de asombro por todo lo que tus sentidos han experimentado. Es un lugar que se queda contigo.

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un rincón de Guilin que a menudo se pasa por alto, pero que guarda tesoros para los sentidos: el Parque de las Siete Estrellas (Qixing Gongyuan). Imagina que llegas y, antes de que tus pies pisen el sendero, el aire te envuelve con un aroma suave y húmedo, a tierra mojada y flores silvestres que no identificas, pero que sabes que son de allí. Al caminar, sientes el suave crujir de las hojas secas bajo tus zapatos, y de repente, un sonido se filtra entre el murmullo de las conversaciones y el canto de los pájaros: un *clac-clac-clac* rítmico y repetitivo. Si te detienes, puedes sentir la vibración en el suelo. Es el sonido de las fichas de mahjong chocando, un juego que los lugareños, a menudo ancianos, juegan con una concentración casi meditativa. No lo verás en ninguna guía, pero es el latido del parque, el sonido de la vida cotidiana que te invita a quedarte un rato.

Si buscas cómo llegar, es súper fácil. Puedes tomar un taxi o un Didi (su Uber local) desde cualquier punto céntrico de Guilin, la mayoría de los conductores lo conocen como Qixing Gongyuan. Si prefieres el autobús, hay varias líneas que te dejan justo en la entrada principal, como la 10, 11, 14, 18, 24, 25, 30, 97 y 98. La mejor hora para ir es a primera hora de la mañana, justo después de que abran, o a última hora de la tarde, antes del anochecer. Así evitas las multitudes y puedes escuchar esos detalles que te cuento.

Adéntrate un poco más y tus manos pueden sentir la textura áspera y fría de la roca caliza al pasar por las cuevas, como la Cueva de las Siete Estrellas. El aire aquí es más denso y fresco, casi como si estuvieras respirando la tierra misma. Si te fijas, percibirás un eco lejano, el goteo constante de agua que ha estado esculpiendo estas formaciones durante milenios. Es un sonido suave, pero persistente, que te envuelve y te hace sentir la inmensidad del tiempo.

Para que tu visita sea cómoda: lleva calzado cómodo, vas a caminar bastante. Aunque hay tiendecitas de recuerdos y puestos de comida dentro, te recomiendo llevar una botella de agua recargable; hay fuentes de agua potable. Si vas en verano, un pequeño ventilador de mano o un pañuelo de algodón te salvarán del calor y la humedad. Y un consejo personal: no te saltes la zona de los animales, pero ve con la mente abierta; es un zoo a la antigua, así que quizás no sea lo que esperas.

Al final de tu recorrido, busca un banco bajo un árbol, preferiblemente cerca de donde escuchaste el mahjong. Cierra los ojos y siente el sol en tu piel o la brisa en tu cara, mezclado con ese aroma a tierra y flores. Escucha el murmullo de la gente, el lejano *clac-clac* y el canto de los pájaros. Es un concierto de la vida diaria, una sintonía que te dice que estás justo donde debes estar, viviendo el momento.

Un abrazo desde el camino,

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Si alguna vez sueñas con un lugar donde la naturaleza te abraza con una calma ancestral, piensa en Guilin. Y si cierras los ojos, imagina el Parque de las Siete Estrellas, Qixing Gongyuan. Desde el momento en que tus pies pisan la entrada, sientes una frescura distinta en el aire, como si los árboles centenarios exhalaran una brisa pura. Escuchas el suave murmullo de conversaciones lejanas, el canto de algún pájaro escondido, y quizás, si te concentras, el eco de tus propios pasos sobre la tierra. No es solo un parque, es un respiro para el alma, un lugar donde cada rincón te invita a sentir, a oler la humedad de la tierra y el verde de la vegetación, a dejar que el sol te caliente la piel a través de las hojas.

Mientras caminas por sus senderos, tus sentidos se agudizan. Sientes la textura de los caminos bajo tus pies: a veces tierra compacta, a veces pequeñas piedras sueltas que crujen, y otras, el liso pulido de la piedra. Percibes el cambio de temperatura al pasar de un claro soleado a la sombra densa de un bosque de bambú. Es un baile constante de sensaciones. A veces, te encontrarás con escalones inesperados o pequeñas elevaciones, un recordatorio de que la naturaleza aquí no sigue una línea recta, sino que se moldea a su antojo, creando sorpresas a cada paso.

Y hablando de esos pasos, un consejo de amigo: aunque el parque es un oasis, hay que andar con ojo. Siente bien el terreno. Muchas zonas, especialmente cerca de las cuevas o después de una lluvia, pueden tener el suelo resbaladizo, como si la piedra antigua hubiera sido pulida por milenios de agua y pisadas. Tus pies notarán la diferencia, una superficie más lisa y traicionera. También, hay bastantes tramos con piedras irregulares o escalones de altura variable que no siempre son fáciles de prever. Mi mejor recomendación es que uses calzado cómodo y con buena suela, que te dé seguridad en cada pisada. Y si te apoyas en un bastón, te ayudará a 'sentir' el suelo antes de poner todo tu peso.

Fuera de lo que pisas, presta atención a las interacciones. Como en cualquier lugar turístico, hay gente que busca aprovecharse. Imagina que alguien se acerca con una sonrisa, te ofrece una flor 'gratis' o te invita a un 'té' o una 'galería de arte' que no habías planeado. Siente si esa amabilidad es genuina o si hay algo más detrás. Mi consejo es simple: si algo suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo es. No aceptes nada 'gratis' que no hayas pedido y sé firme pero amable al decir que no. Tu instinto es tu mejor guía aquí. Si una situación te incomoda, simplemente aléjate. Recuerda, tu paz y seguridad son lo primero.

A pesar de estos pequeños detalles, el Parque de las Siete Estrellas es un lugar mágico. Sigue explorando con todos tus sentidos, déjate llevar por el sonido del agua, la brisa en tu piel y el aroma de las flores. Es un espacio para desconectar y conectar contigo mismo, pero siempre con una pizca de atención. Disfruta de cada momento, sabiendo que estás preparado para cualquier sorpresa que el camino te presente. Guilin te espera con los brazos abiertos y muchísimas sensaciones nuevas.

Max de Ruta

¿Eres de los que se detienen a escuchar el mundo? Entonces, sí, el Parque de las Siete Estrellas en Guilin es tu lugar. Imagina que entras y, casi al instante, el bullicio de la ciudad se apaga. Lo que te envuelve es un coro: el trino agudo de algún pájaro escondido, el silbido suave de otro, y el constante murmullo de las hojas. Te prometo que tus oídos se sentirán agradecidos.

Si vienes temprano, justo cuando el sol empieza a asomar y el aire aún está fresco, vas a captar la mayor actividad. Es cuando escucharás el canto melodioso del shama de rabadilla blanca, que parece un flautista invisible, o el chirrido más enérgico del bulbul chino. También hay urracas-petirrojo orientales con sus llamadas variadas, que a veces suenan como imitaciones de otros pájaros. Te recomiendo llegar justo a la hora de apertura del parque; el silencio matutino es oro para tus oídos.

Para encontrar ese rincón perfecto, busca los senderos menos transitados, especialmente los que se desvían de las rutas principales hacia zonas más boscosas o cerca de los pequeños estanques interiores, lejos de donde se concentra la gente. Imagina que tus pies se hunden un poco en la tierra húmeda, lejos del asfalto. Por ejemplo, la zona que rodea el Jardín de las Flores de Ciruelo, o los caminos que serpentean hacia las colinas menores, son ideales. Aquí, el único sonido que te acompañará será el susurro de las hojas y, con suerte, el batir de alas de algún pájaro que apenas notas hasta que lo escuchas. Quédate quieto, respira, y deja que el parque te hable.

Olya desde los callejones