¡Hola, amiga! Acabo de volver de Dublín y tengo que contarte todo sobre la destilería Jameson Bow St. Es como si te mandara un audio, ¿sabes?
La experiencia sensorial inicial
Imagina esto: sales del aire fresco y a veces húmedo de Dublín y entras en un edificio que, sin verlo, ya te envuelve. Sientes una mezcla de historia y un ligero, muy ligero, aroma a malta y a algo añejo, como madera antigua. Escuchas un murmullo suave de voces, gente emocionada. Caminas sobre un suelo firme, y el ambiente es cálido, como si el propio espíritu del whiskey te diera la bienvenida.
Lo que me encantó (sensorial)
Lo que más me atrapó fue la experiencia de la cata. Imagina que tienes tres vasos frente a ti. Tomas el primero y, al acercarlo, sientes un aroma diferente en cada uno: uno más ligero, otro más dulce, otro con notas más profundas, como a caramelo o vainilla. Luego, al probarlos, sientes ese calor que se extiende desde la boca hasta el pecho, una sensación que te reconforta de inmediato. Es casi como si el líquido te contara una historia en cada sorbo, un susurro de los años que ha pasado en barricas de roble.
Lo que me encantó (práctico)
Sin duda, lo mejor fue la "Masterclass de Cata de Whiskey". No es solo que te den a probar, sino que te guían. Aprendes a distinguir un Jameson de un whiskey escocés o americano. Los guías son geniales, súper informativos y te explican el proceso de triple destilación de Jameson de una manera muy clara. Te dan datos curiosos y te hacen sentir parte de la historia.
Lo que no funcionó (sensorial)
A veces, en los momentos más concurridos, la experiencia puede sentirse un poco apresurada. Imagina que te llevan de una sala a otra, y aunque quieres absorber cada detalle, sientes el empuje suave de la gente detrás de ti. El murmullo de las voces se vuelve más denso, y el espacio, aunque grande, puede sentirse un poco menos íntimo, perdiendo esa conexión personal que buscan.
Lo que no funcionó (práctico)
Si vas en temporada alta, la verdad es que puede estar muy, muy lleno. Es casi una línea de producción turística. Aunque la experiencia es buena, a veces no hay espacio para detenerse y absorberlo todo a tu ritmo. Te mueven de una sala a otra con bastante rapidez, y si te gusta tomarte tu tiempo para explorar, quizás te sepa a poco. Te recomiendo ir temprano por la mañana o al final del día para evitar las multitudes.
Lo que me sorprendió (sensorial)
Lo que realmente me dejó boquiabierta fue la complejidad de los sabores. Antes pensaba que el whiskey era "solo whiskey", pero al probarlos uno al lado del otro, te sorprendes. Sientes cómo un aroma que antes no notabas, como el de una fruta seca o un toque de miel, se vuelve claro. Y al tocar una de las viejas barricas de roble, sientes la textura rugosa de la madera, la historia en tus dedos, y te das cuenta de cómo esa madera ha influido en cada gota. Es como descubrir un mundo de matices que no sabías que existía.
Lo que me sorprendió (práctico)
Me sorprendió muchísimo lo didáctico que es todo. No solo te cuentan la historia, sino que te explican los procesos de una forma muy interactiva. Aprendí mucho sobre la importancia del agua, la levadura y, sobre todo, la madera en el sabor final. Y al final, después de la cata, te invitan a tomar un cóctel de whiskey, y la verdad es que estaba delicioso. No esperaba que fuera tan bien hecho y que la experiencia terminara con un toque tan refinado.
¡Tienes que ir si estás en Dublín!
Olya desde las calles adoquinadas.