Imagina por un momento que dejas atrás el bullicio de Santorini. Te subes a un pequeño barco, y el motor, al principio ruidoso, se convierte en un zumbido constante que adormece tus sentidos mientras te alejas. Sientes la brisa marina, fresca y salada, que te golpea la cara, y el suave vaivén de la embarcación bajo tus pies. Cuando el barco se acerca a Thirasia, el sonido del motor se apaga y, de repente, lo único que escuchas es el chapoteo del agua contra el casco y el lejano graznido de una gaviota. Desembarcas en Riva, el pequeño puerto, y tus pies tocan la tierra firme; sientes el calor de la piedra bajo tus sandalias, una textura rugosa, anclada. El aire aquí es diferente: huele a sal, a tierra seca y a un toque de hierbas silvestres calentadas por el sol. Es un aroma puro, despojado.
Desde el puerto, la única forma de subir al pueblo principal de Manolas es a pie, en burro o en una de las pocas furgonetas locales. Si eliges caminar, sientes la pendiente bajo tus pies, un ascenso constante que te exige, pero que te recompensa con cada paso. El camino es de tierra y piedra suelta, y escuchas el crujido de tus pasos, un ritmo lento y deliberado. A medida que subes, el viento se vuelve más notable, silbando suavemente alrededor de tus oídos, trayendo consigo el aroma a tomillo y orégano. A veces, escuchas el rebuzno de un burro o el tintineo de una campana lejana. La piel se te calienta con el sol, pero la brisa te mantiene fresco.
Una vez en Manolas, la sensación es la de haber retrocedido en el tiempo. Caminas por callejuelas estrechas, empedradas de forma irregular, donde cada paso es un descubrimiento. Las paredes de las casas, encaladas, desprenden un calor suave al tacto. El silencio es casi palpable, roto solo por el murmullo de conversaciones bajas que se escapan de alguna puerta abierta o el suave tintineo de tazas en una pequeña cafetería. El aire huele a café recién hecho, a pan horneado y, a veces, a la dulzura de la buganvilla que trepa por las paredes. Sientes la sombra fresca de un pasadizo, un alivio momentáneo del sol. Aquí, la vida se mueve a un ritmo que casi puedes sentir en tus propias pulsaciones: lento, constante, sin prisas. Si tienes hambre, busca una de las pocas tabernas familiares; no hay menús sofisticados, solo comida casera, fresca y con el sabor de la tradición.
Desde el borde de Manolas, donde el pueblo se asoma a la caldera, la vista es imponente. Sientes el viento que te envuelve, fuerte y libre. El espacio es vasto, abierto, y la inmensidad del azul del mar y el cielo se extiende sin fin. Puedes escuchar el sonido distante de las olas rompiendo en la base del acantilado, un eco lejano que te recuerda la escala del lugar. Aquí, la perspectiva es diferente a la de Fira u Oia; sientes la caldera desde "el otro lado", más salvaje, más auténtica. Es el lugar perfecto para sentarse un rato, sin prisas. Lleva agua y un sombrero; el sol es intenso, especialmente al mediodía.
Para llegar, la forma más sencilla es tomar una excursión en barco desde Ammoudi (Oia) o el ferry local desde el puerto de Athinios en Santorini. Una vez en Thirasia, la mejor manera de moverse es a pie o en burro si quieres subir a Manolas desde Riva; hay muy pocos taxis. El calzado cómodo es esencial, ya que las calles son irregulares y el terreno es accidentado. Planifica pasar al menos medio día, o incluso un día completo si quieres sumergirte de verdad en su ritmo. No esperes una isla llena de actividades, es un lugar para la calma.
Thirasia no es para el turista que busca lujo o vida nocturna. Es para el viajero que anhela la autenticidad, la tranquilidad y la conexión con un lugar que aún no ha sido moldeado por el turismo masivo. No hay cajeros automáticos, así que lleva suficiente efectivo. Las opciones para comer y alojarse son limitadas, pero lo que encuentras es genuino. Lo que Thirasia te ofrece no es una postal, es una experiencia que se te mete en la piel, una sensación de paz y de haber descubierto algo verdaderamente especial, algo que te acompaña mucho después de haber partido.
Olya desde las callejuelas.