Santorini Hot Springs Tours and Tickets

¡Hola, aventurero! ¿Listo para sentir Santorini de una forma que nunca imaginaste? Prepárate, porque las Aguas Termales de Santorini no son un spa, son una inmersión en la historia volcánica de la isla.

Imagina esto: llegas en barco, el aire salado te acaricia la cara y el sol griego te calienta la piel. La barca se detiene y te lanzas al Egeo. Al principio, el agua está fresca, casi fría, un abrazo inicial que te despierta. Pero a medida que nadas, un olor a azufre, a mineral, empieza a flotar en el aire, una señal inconfundible. Y de repente, lo sientes. Una corriente tibia, luego caliente, envuelve tus piernas. Es como si la tierra misma te estuviera dando la bienvenida con un abrazo líquido y ferroso. El agua, de un tono rojizo-marrón debido a los minerales, es densa, casi terrosa al tacto.

No hay senderos adoquinados aquí, ni caminos lisos que te guíen. Aquí, el "camino" es el agua misma, y tus propios pies son tu mapa. Una vez que te sumerges y empiezas a nadar hacia el centro de la bahía, donde el color del agua se vuelve más intenso, sentirás el fondo bajo tus pies. No es liso; es un lecho marino irregular, con rocas volcánicas sueltas y, a medida que te acercas a las fuentes calientes, una capa de lodo suave y denso. Es como caminar sobre una alfombra de terciopelo espeso y cálido, pero que cede bajo tu peso. Este suelo blando y mineral te guía intuitivamente hacia las zonas más cálidas, donde la temperatura del agua puede subir notablemente, creando un contraste fascinante con las partes más frías que te rodean. El sonido del agua chapoteando a tu alrededor y el eco lejano de las voces de otros bañistas son los únicos sonidos que rompen la paz de este santuario natural.

Al moverte por estas aguas, notarás que el lodo volcánico se adhiere a tu piel. Es una sensación única, como una mascarilla corporal natural que te envuelve, pesada y suave a la vez. No te preocupes por el olor a azufre; es parte de la experiencia, un recordatorio constante de la energía volcánica bajo tus pies. Un consejo muy honesto: ¡no lleves un bañador blanco o de colores claros! Los minerales de hierro tiñen la tela de un tono anaranjado-marrón que es casi imposible de quitar. Elige algo oscuro, algo que no te importe si cambia de color. Y si llevas joyas de plata, quítatelas; se oxidarán y se pondrán negras. Es un lugar para sentir, para conectar con la tierra, no para lucir tus mejores galas. La sal y los minerales pueden picar un poco si tienes cortes o rasguños, pero la sensación general es de relajación profunda, como si cada músculo se suavizara en el abrazo cálido de la tierra.

Olya from the backstreets.

Hoy te llevo a un lugar que muchos ven en fotos, pero pocos sienten de verdad: las Aguas Termales de Santorini. Olvídate de julio o agosto. La mejor época para sumergirte aquí es en primavera (abril-mayo) o en otoño (finales de septiembre-octubre). Imagina esto: el sol ya no pica, pero su calor suave te envuelve justo cuando el aire fresco de la mañana empieza a disiparse. Cuando te acercas, un aroma terroso, casi metálico, te saluda – es el azufre, el corazón de estas aguas. Cierras los ojos y lo que escuchas no es el bullicio, sino el suave chapoteo de tu propio cuerpo al entrar, y quizás, muy a lo lejos, el murmullo del Egeo contra las rocas volcánicas. El agua, cálida pero no hirviente, te abraza, y la sensación del lodo suave bajo tus pies es como un masaje natural. Es un despertar para el cuerpo, sin el agobio del calor veraniego.

Ahora, la realidad de las multitudes. Si vas en temporada alta, esa paz que te describí se transforma. Ya no escuchas el mar lejano, sino risas y conversaciones en mil idiomas, el constante chapoteo de decenas de cuerpos. La sensación de espacio desaparece; te sientes como parte de una sopa humana, empujado por las corrientes que crean los demás. Para evitarlo, la clave es ir a primera hora de la mañana, con las primeras excursiones del día, o a última hora de la tarde, justo antes de que el sol se ponga. Hay un breve momento de calma entre la salida de unos y la llegada de otros. La temperatura del agua se mantiene, pero la atmósfera cambia radicalmente de un santuario personal a una piscina pública bulliciosa, donde el eco de las voces rebota en las paredes de la caldera.

El clima lo cambia todo. Un día soleado, incluso en temporada baja, puede hacer que el agua se sienta más refrescante y el aire más ligero al salir. Pero un día nublado o incluso con una brisa fuerte... ahí la experiencia es distinta. El viento te cala al salir del agua, haciendo que la transición sea más brusca y el frío se sienta más intenso en tu piel mojada. Si llueve ligeramente, es mágico: sientes las gotas frías en tu cara mientras tu cuerpo está sumergido en el calor, creando un contraste muy especial. Sin embargo, el agua turbia puede parecer aún más densa, y el barro, más resbaladizo. Un consejo práctico que nadie te dice: el agua de las termas es rica en hierro y puede manchar tu bañador de un tono rojizo-marrón. Lleva uno viejo o de color oscuro. Y no olvides que el olor a azufre se queda un rato en la piel, así que una ducha con jabón en el barco de vuelta es un must antes de que el aroma te siga por toda la isla.

Olya from the backstreets

¡Hola, viajeros curiosos! Hoy te llevo a un lugar que se siente más que se ve, un rincón de Santorini donde la tierra respira y el mar abraza: las famosas Aguas Termales.

Imagina esto: el sol de la mañana te acaricia la piel mientras el barco se mece suavemente bajo tus pies. Escuchas el murmullo del viento y el chapoteo rítmico del agua contra el casco. A medida que te acercas a la pequeña bahía, un olor distinto empieza a envolverte: es mineral, como a tierra mojada después de una tormenta lejana, mezclado con un toque salino. El agua, de repente, cambia de un azul profundo a un tono cobrizo, casi rojizo, por la alta concentración de azufre y hierro. Cuando te sumerges, la primera sensación es un choque, un frío momentáneo, y luego, casi de inmediato, un abrazo cálido que se extiende por cada músculo, relajando la tensión que quizás ni sabías que tenías. Puedes sentir las pequeñas partículas minerales en tu piel, una textura casi sedosa que te envuelve por completo.

Y es que este lugar no es solo un capricho geológico; para la gente de aquí, es parte de su historia, de sus remedios ancestrales. Recuerdo que una abuela de Oia, con las manos nudosas de trabajar la tierra y el mar, me contó una vez que de niña su propio abuelo la traía aquí. "Estas aguas, mi niña," le decía, "son la medicina de la isla. Curan el cuerpo y el alma cansada. Son el aliento de la tierra que nos recuerda que siempre hay fuerza, incluso en lo más profundo." Me explicó que antes de los turistas, la gente venía a aliviar dolores, a sanar pequeñas heridas, a sentir esa conexión profunda con la energía volcánica de Santorini. Es un lugar de alivio, de renovación, de sentir la vida misma bajo tus pies.

Ahora, para que tu experiencia sea perfecta, un par de cosas prácticas, de amiga a amigo. Primero, y súper importante: lleva un bañador viejo o de color oscuro. El azufre y el hierro tiñen la ropa de un tono naranja-marrón que no sale. Ni lo intentes con tu bikini nuevo favorito. Segundo, aunque el agua es cálida, no esperes una piscina de spa; la temperatura varía según la zona y la cercanía a las fumarolas submarinas, y puede que no sea uniformemente caliente. Tercero, no hay duchas ni vestuarios, así que planea tu regreso al barco para enjuagarte. Y por último, pero no menos importante, lleva agua potable y protección solar. Estarás expuesto al sol y, aunque te sientas fresco en el agua, la deshidratación es real. La mayoría de los tours en barco te llevan hasta allí, así que no te preocupes por cómo llegar, solo por disfrutar.

¡Nos vemos en el camino!

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar que te remueve por dentro: las Aguas Termales de Santorini.

Imagina esto: el suave balanceo del barco bajo tus pies mientras te acercas a una costa que no es de playa, sino de roca volcánica oscura, casi negra. De repente, el capitán te da la señal y te lanzas. Sientes el frío del Egeo por un instante, un pellizco vivificante que te despierta cada poro. Nadas un poco, y tu cuerpo empieza a percibir una calidez sutil, envolvente, que se hace más intensa con cada brazada. Es un abrazo líquido, una sensación de que la tierra misma te está calentando. El aire trae un aroma peculiar, como a huevos cocidos, a mineral, a la vida misma brotando de las profundidades de la caldera. No es un olor desagradable, sino un recordatorio constante de que estás flotando sobre un volcán activo. El agua, aunque tibia, tiene una textura diferente, casi sedosa, y el color... un naranja oxidado que mancha tu bañador, sí, pero que te conecta con la energía cruda del planeta. Cierras los ojos y lo sientes todo: el sol en tu piel, el murmullo de las olas, la calidez que te envuelve. Es una experiencia que te ancla al presente, te hace sentir parte de algo mucho más grande.

Una vez que estás dentro de esas aguas rojizas, el mejor sitio para una foto es mirando hacia atrás, hacia la inmensidad de la caldera. Verás el contraste brutal: el agua ocre y turbia donde estás, el oscuro basalto de la isla de Nea Kameni justo a tu espalda, y más allá, elevándose majestuosos, los acantilados de la caldera salpicados con los cubos blancos de Fira y Oia. Es como si el volcán te mostrara su poder y su belleza al mismo tiempo. Alrededor de ti, verás otros barcos fondeados, con gente chapoteando o simplemente flotando, todos compartiendo esa conexión con la tierra. La escena es única: la naturaleza salvaje y el lujo de la civilización griega conviviendo en un mismo encuadre.

En cuanto al mejor momento para ir, si buscas luz y un ambiente mágico, la tarde es tu mejor apuesta. El sol empieza a descender, bañando los acantilados de la caldera en tonos dorados y rosados, y el contraste con el azul profundo del mar y el naranja de las termales es espectacular. El agua tibia se siente aún mejor con la brisa fresca del atardecer, creando una atmósfera de relajación total. Eso sí, ten en cuenta que también es el momento más concurrido, así que prepárate para compartir el espacio. Si prefieres más tranquilidad y una luz más suave para apreciar la textura del agua y los detalles de las rocas, la mañana temprano, justo cuando llegan los primeros barcos, es ideal. La luz es más difusa y el ambiente más íntimo.

¡Hasta la próxima aventura!

Mara del camino

¡Hola a todos! Acabo de volver de Santorini y tengo que contarles sobre las famosas aguas termales. Es una experiencia que te mueve por dentro, no solo por fuera.

Imagina esto: estás en un barco, el sol griego en tu cara, el viento salado te despeina. Escuchas el chapoteo de las olas contra el casco y la risa de la gente. De repente, el barco se detiene y te dicen: "¡Salta!". El agua te envuelve, primero fría, luego un calorcito suave empieza a envolverte. No es un calor de jacuzzi, es diferente, como una manta tibia que te abraza. La sorpresa es cuando intentas ver tus pies: el agua es de un marrón rojizo intenso, casi ocre, por el óxido y los minerales volcánicos. Cuando te mueves, sientes una especie de lodo suave que se levanta del fondo, como arena muy fina, pero más densa. Es una sensación extraña y maravillosa, como si el mar mismo te estuviera haciendo un peeling.

Una vez dentro, el olor es lo primero que te golpea, después del color. Es un aroma penetrante a azufre, como a huevo cocido, que al principio puede sorprender un poco, pero te acostumbras rápido. Es el "olor a volcán", el aliento de la tierra. Te sientes flotando, casi ingrávido, mientras el lodo se adhiere suavemente a tu piel. No es una sensación pegajosa, sino más bien como una segunda piel mineral. Puedes sentir los pequeños gránulos de lodo en tus dedos si te frotas. Desde el agua, el contraste es brutal: el azul intenso del mar que dejaste atrás y el rojo ocre de donde estás, con los acantilados oscuros y escarpados de la isla volcánica Nea Kameni elevándose a tu alrededor. La "temperatura caliente" es más bien templada, cómoda, no es un baño hirviendo como uno podría esperar de unas termas. Es más bien un baño mineral tibio, perfecto para relajarse y sentir la energía del volcán.

Un consejo muy importante, casi un mandamiento: ¡lleva un bañador viejo y oscuro! El óxido y los minerales tiñen la ropa de forma permanente. No hay vuelta atrás. Si tu bañador es claro, prepárate para que se convierta en una pieza de arte abstracto en tonos óxido. Tampoco te lleves joyas ni nada que no quieras que se manche o se pierda en el lodo. El fondo es irregular y resbaladizo en algunas partes, así que si te sientes más seguro, unos escarpines o sandalias de agua pueden ser útiles, aunque la mayoría va descalza. Siempre hay bastante gente, así que no esperes un oasis de soledad, pero el espacio es amplio y te puedes mover libremente.

Para llegar a las termas, la única forma es en barco. Hay muchas excursiones que salen desde el puerto viejo de Fira o desde Ammoudi (Oia). La mayoría de los tours combinan la visita a las termas con una parada en el volcán Nea Kameni y la isla de Thirassia. La parada en las termas suele durar unos 30-45 minutos, tiempo suficiente para sumergirte, sentir el lodo y disfrutar del paisaje. Si bien no es el lugar más "caliente" del mundo ni el más privado, la experiencia de nadar en aguas volcánicas con esas vistas y esa sensación en la piel es algo único que vale la pena probar. No es para todos, pero si te gusta lo diferente y lo sensorial, te gustará.

Cami sin rumbo

Imagina que el sol de Santorini te acaricia la piel, cálido y envolvente. Sientes el suave vaivén de la barca bajo tus pies, un ritmo constante que te mece mientras te acercas. El aire, pesado y salino, te trae un aroma a azufre, metálico y terroso, una promesa de lo que está por venir. Y luego, el agua. Tibia, casi caliente, te envuelve al sumergirte. Un abrazo mineral que relaja cada músculo, mientras el suelo volcánico bajo tus pies se siente suave y un poco resbaladizo. Es una experiencia que te impregna el cuerpo, más allá de lo que puedes ver.

Llegar a este paraíso volcánico es una experiencia única, pero sé que para muchos, la idea de moverse por las empinadas calles de Santorini, o incluso llegar al punto de partida de estas excursiones, puede ser un desafío. La belleza de la isla a veces esconde la dificultad de su terreno. ¿Y si te digo que hay maneras de hacerlo más accesible, para que nadie se pierda la magia de sentir Santorini con todo el cuerpo?

Primero, aclaremos algo crucial: las Hot Springs están en el mar, accesibles solo en barco y luego nadando una corta distancia hasta las aguas termales. No hay forma de llevar una silla de ruedas hasta allí, ya que la experiencia es acuática. Sin embargo, si necesitas una silla de ruedas o un scooter para moverte por las ciudades principales, como Fira u Oia, o para llegar al puerto de partida de las excursiones en barco, ¡claro que es posible! Tu mejor opción es buscar en los centros urbanos de Fira o Oia. Hay farmacias grandes y algunas tiendas de suministros médicos que suelen tener opciones de alquiler.

Lo ideal es que contactes con tu hotel o con alguna agencia de viajes local antes de llegar. Ellos suelen tener acuerdos o conocer los proveedores de confianza de sillas de ruedas manuales y scooters eléctricos. En cuanto a la disponibilidad, en temporada alta (de junio a septiembre) es fundamental reservar con bastante antelación, ya que la demanda es alta. Los precios varían, pero puedes esperar pagar entre 15 y 30 euros al día por una silla de ruedas manual, y un poco más por un scooter eléctrico, dependiendo del modelo y la duración del alquiler. No dudes en preguntar a los lugareños; son increíblemente amables y siempre dispuestos a ayudar a encontrar lo que necesitas.

Olya from the backstreets

Si alguna vez te has preguntado cómo es realmente visitar las famosas Aguas Termales de Santorini, déjame contarte. No es una postal, es una experiencia que se vive con cada poro. Imagina esto: estás en un barco, el viento te golpea la cara con el aroma salado del Egeo, el sol te calienta la piel. Escuchas el suave chapoteo de las olas mientras la costa de Santorini se aleja. De repente, el barco reduce la velocidad y el azul profundo del mar empieza a cambiar. Ves cómo se vuelve de un verde turbio, luego a un marrón rojizo, casi oxidado. Notas un olor tenue, como a huevos cocidos, que se hace más fuerte. Es el azufre, el aliento de la tierra volcánica que te espera.

El barco se detiene, pero no cerca de la orilla. Estás en medio de esa mancha de color óxido. Te asomas y ves el agua. Te lanzas. Primero, sientes el frío inicial del mar abierto, una patada helada que te recorre el cuerpo. Pero no dura. A medida que nadas unos pocos metros, el agua empieza a cambiar. Sientes cómo la temperatura sube, envolviéndote en una calidez suave y constante. El olor a azufre se intensifica, pero te acostumbras. Tus pies no tocan el fondo hasta que has nadado un poco más, y cuando lo hacen, no es arena. Es un lodo blando y gelatinoso, que se desliza entre tus dedos de los pies.

A tu alrededor, la gente se cubre con ese fango. Si cierras los ojos, puedes sentir el calor penetrando tus músculos, una especie de relajación profunda que te envuelve. El lodo es denso, casi como una crema espesa, y se adhiere a tu piel. Puedes escuchar las voces de otros, algunas risas, el sonido amortiguado del agua. Es un momento de pura inmersión, donde el calor, el olor y la textura se combinan para crear una sensación única, casi medicinal. La salinidad es alta, te sientes flotar sin esfuerzo.

Cuando sales, te das cuenta. Tu bañador, si es de color claro, tendrá manchas naranjas y marrones que no se irán. Tu piel se siente pegajosa, con una fina capa de minerales y lodo. Es importante llevar un bañador viejo que no te importe manchar, y una toalla oscura. También una bolsa de plástico para guardar el bañador mojado y sucio. No hay duchas en el barco, así que la sensación pegajosa te acompañará hasta que llegues a tu alojamiento. Pero esa sensación es parte de la experiencia, el recordatorio táctil de lo que acabas de vivir.

En cuanto a la logística: la mayoría de los tours duran unas 3 horas, incluyendo el tiempo de navegación. No necesitas estar mucho tiempo en el agua caliente, con 20-30 minutos es suficiente para sentir sus efectos. El mejor momento para ir es por la mañana temprano o al final de la tarde para evitar las multitudes y el sol más fuerte. No esperes un spa de lujo; es una experiencia natural y rústica. Ve con la mente abierta y disfruta de la sensación de estar literalmente bañándote en el corazón de un volcán.

Olya de los Callejones

¡Hola, exploradores del alma! Si hay un lugar en Santorini que te abraza con una calidez inusual, son las Hot Springs. No es el típico balneario, es una experiencia cruda, volcánica, que te envuelve desde el momento en que tu barco se acerca a la bahía. Imagina que te lanzas al agua, y al principio, la sientes fría, pero a cada brazada, a cada patada que das hacia la orilla, una corriente tibia te roza, cada vez más intensa. Es como si el mar mismo te estuviera guiando a un secreto. Y ahí, justo cuando tus pies tocan el fondo, sientes una arena tan fina, casi como lodo, que se desliza entre tus dedos, no áspera, sino suave y sedosa. Pero lo más sorprendente es el olor: no es solo salitre, hay un matiz metálico, a hierro, que se mezcla con el azufre. Es un aroma peculiar, terroso y mineral, que te dice sin palabras que estás flotando sobre un corazón volcánico activo. Escuchas el suave chapoteo de las olas y las voces lejanas, pero lo que realmente te envuelve es esa mezcla única de calor y ese aroma profundo, la firma olfativa de la isla.

Ahora, para llegar a este abrazo térmico, la única forma es en barco. La mayoría de los tours parten del puerto viejo de Fira o de Athinios. Es crucial que sepas que el agua aquí es rica en hierro y azufre, lo que le da ese color anaranjado-marrón y, sí, mancha la ropa. Así que lleva un bañador oscuro que no te importe si cambia de color permanentemente. Una toalla vieja es ideal, y no olvides protector solar y una botella de agua, no hay tiendas ni servicios una vez que estás allí.

Una vez en el agua, la temperatura puede variar, pero generalmente es cálida, no hirviendo, y muy agradable. La profundidad cambia, así que ten cuidado al caminar, el fondo puede ser irregular y resbaladizo por el sedimento volcánico. El área de las "hot springs" es una bahía donde el agua de mar se mezcla con las emanaciones volcánicas, así que no esperes una piscina delimitada. Es el mar, pero un mar especial. Si puedes, intenta ir a primera hora de la mañana o al final de la tarde para evitar las multitudes y disfrutar de una experiencia más tranquila y personal.

Elena en Ruta

¡Hola, explorador! Hoy te llevo a un lugar donde la tierra respira y el mar se tiñe de un color único: las Aguas Termales de Santorini. No es solo un punto en el mapa, es una experiencia que te envuelve, te sumerge en la esencia volcánica de la isla. Imagina que el sol de Santorini te acaricia la piel, cálido y constante, mientras el barco se acerca lentamente a la caldera. Puedes sentir la brisa marina en tu rostro, fresca y salada, mezclándose con un aroma sutil, casi imperceptible al principio, a azufre y mineral. Escuchas el suave chapoteo del agua contra el casco y, a medida que te aproximas, el silencio del mar se rompe solo por el murmullo de las olas y alguna gaviota. Cuando el barco se detiene, sientes la leve oscilación bajo tus pies, y sabes que es momento de sumergirte.

Una vez que te deslizas al agua, sientes el cambio de temperatura. Al principio, el mar puede parecer fresco, pero a medida que nadas hacia las zonas más cálidas, una caricia tibia y densa envuelve tus tobillos, luego tus piernas, hasta que todo tu cuerpo se relaja en ese abrazo mineral. El agua no es clara como el cristal; tiene un color óxido, casi cobrizo, por el alto contenido de hierro y azufre. Si cierras los ojos, puedes sentir el barro volcánico en el fondo, una textura suave y sedosa bajo tus dedos, que algunos usan como mascarilla natural. El olor a azufre, terroso y mineral, se vuelve más pronunciado, es el aliento de la tierra, una fragancia antigua que te conecta con la fuerza del volcán.

Ahora, un consejo práctico, de amiga a amiga: antes de saltar al agua, piensa en tus pies. Las rocas sumergidas y el fondo de la cala pueden ser increíblemente resbaladizos debido a los depósitos minerales y el barro. Te recomiendo encarecidamente usar sandalias de agua o escarpines, esos que se agarran bien al pie. Así, puedes caminar con confianza por las zonas poco profundas y sobre las piedras sin preocuparte por un resbalón inesperado. La idea es disfrutar, no terminar con un chichón.

Y hablando de la experiencia completa, a veces, alrededor de los puertos o al reservar tours, pueden intentar cobrarte de más por cosas que no valen tanto. Sé consciente de los precios promedio de las excursiones en barco y ten claro lo que incluye tu billete. No lleves objetos de valor innecesarios; tu móvil, cartera y cámara es mejor que los dejes en una bolsa impermeable o, mejor aún, en el hotel si no los vas a usar en el agua. Mantente hidratado, el sol puede ser intenso y la combinación con el agua caliente puede deshidratarte más rápido de lo que crees.

A pesar de todo, esta experiencia es un abrazo de la naturaleza, un recordatorio de lo viva que está la tierra bajo tus pies. Un chapuzón en estas aguas es un regalo para el cuerpo y el alma, una sensación que se queda contigo mucho después de que el sol se haya puesto.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar que suena a misterio y huele a tierra profunda: las Termas de Santorini. Imagina que el barco se detiene, y antes de que tus pies toquen la pasarela, ya sientes el cambio en el aire. No es el salitre fresco del Egeo, sino un aroma mineral, casi terroso, que te envuelve. Cuando te sumerges, el agua te abraza con una calidez inusual, un abrazo suave pero persistente, diferente a cualquier otro baño de mar. Es una sensación densa, como si el agua misma tuviera peso, y el color rojizo-anaranjado no solo lo ves, sino que lo *sientes* en la piel, como una capa invisible que se adhiere. Te mueves con lentitud, el fondo es fangoso y suave bajo tus pies, y el silencio, a veces, es solo roto por el chapoteo de otros o el lejano murmullo de las olas que llegan desde la caldera.

Ahora, si eres un apasionado de las aves, seamos honestos: las Termas de Santorini no son precisamente un paraíso ornitológico. El ambiente volcánico y el agua rica en azufre no atraen a una gran diversidad de especies. No esperes ver garzas o flamencos. Sin embargo, si agudizas el oído y la vista, podrías escuchar el graznido ocasional de las gaviotas (sí, las verás sobrevolando, siempre curiosas) o el rápido aleteo de vencejos y golondrinas que a veces se atreven a volar bajo sobre el agua en busca de insectos. Para tener una oportunidad real de observarlas, busca un rincón en la periferia de la zona de baño, lejos de la multitud. Hay algunas rocas más grandes y salientes donde la gente no suele aglomerarse. Quédate allí, en silencio, y deja que tus ojos sigan el horizonte. El mejor momento para intentarlo es muy temprano por la mañana, justo al amanecer, antes de que lleguen los barcos turísticos, o al final de la tarde, cuando la mayoría ya se ha ido. Es cuando el ruido humano disminuye y la naturaleza, por un momento, recupera su espacio.

Para que tu experiencia sea lo más placentera posible, especialmente si buscas esos pocos encuentros alados, lleva unos buenos prismáticos, pero ten en cuenta que el vapor y la distancia pueden dificultar la visión. La honestidad es clave: si tu principal objetivo es avistar aves raras o una gran variedad, quizás te decepcione un poco. Las Termas son para sentir el poder geológico de Santorini, la calidez de la tierra bajo el agua. Pero si disfrutas de la calma y la observación paciente de lo que la naturaleza local ofrece, aunque sea en pequeñas dosis, entonces sí, puedes encontrar un momento de paz. Recuerda que el agua teñirá tu bañador, así que elige uno oscuro. Y, por supuesto, un buen calzado de agua es fundamental para el fondo rocoso y fangoso. No hay mucho donde sentarse cómodamente para observar, así que prepárate para estar de pie o flotando.

Olya from the backstreets