¡Hola, hola! ¿Qué tal? Acabo de volver de Las Vegas y te tengo que contar todo sobre el LINQ Promenade. No es el típico Strip, es otra cosa, ¿sabes?
Imagínate que de repente, el asfalto bajo tus pies cambia. De la acera ruidosa de Las Vegas, entras en un pasillo vibrante, como si una ola de energía te empujara hacia adelante. Escuchas una mezcla caótica pero emocionante: risas, la música que sale de los altavoces de los bares, el tintineo de copas, y un murmullo constante de gente. El aire, aunque seco, se siente cargado de electricidad. No hay un olor específico, es más bien un cóctel de dulces, palomitas, y un toque de humo a la distancia. Caminas, y sientes el bullicio, la gente rozándote el brazo, la energía de miles de personas buscando algo divertido. Es un abrazo sensorial desde el primer paso.
Y justo en el corazón de todo esto está la High Roller. Una vez subes, sientes cómo el suelo se aleja lentamente. La cabina es espaciosa, pero el silencio relativo te envuelve, creando un contraste brutal con el caos de abajo. A medida que te elevas, sientes la ligera vibración de la estructura y el aire cambia, se siente un poco más fresco. Arriba, el mundo se convierte en un tapiz de luces centelleantes. No solo las ves, las sientes: el calor de los letreros de neón, el brillo que parece pintar el aire. El Strip se extiende como un río de joyas, y los sonidos de abajo se vuelven un zumbido lejano, casi un latido constante. Es como si el tiempo se ralentizara solo para ti. Un tip: ve al atardecer o ya de noche. Es cuando la ciudad cobra vida de verdad y el espectáculo de luces es alucinante.
De vuelta en tierra firme, el paseo en sí es una experiencia. Los olores son lo primero que te atrapa al bajar: el inconfundible aroma de la carne a la parrilla, el dulzor de un waffle recién hecho, y ese toque cítrico de los cócteles. Puedes sentir el calor de los hornos en las pizzerías o el aire frío que sale de las tiendas con aire acondicionado. La música es omnipresente, a veces un DJ en vivo, otras veces un grupo tocando covers. Y la gente, la sientes por todas partes: la risa contagiosa de un grupo de amigos, el roce de una chaqueta de lentejuelas, el calor de una mano que te guía. Es un lugar para dejarse llevar por la corriente. Hay opciones para todos los gustos y presupuestos. Si buscas algo rápido y delicioso, el In-N-Out es un clásico. Para algo más sofisticado, Gordon Ramsay Fish & Chips es un must. Hay bancos y zonas para sentarse, pero la verdad es que la mayoría de la gente prefiere moverse, sentir el pulso de la calle.
Pero no todo es color de rosa, ¿eh? Lo que a veces no funciona es la densidad de la gente. Hay momentos en que el flujo se detiene, y sientes la presión de los cuerpos alrededor, el murmullo de voces se convierte en un estruendo, y el espacio personal desaparece. La energía que antes era emocionante, puede volverse abrumadora. Las colas en algunos sitios son largas, y sientes el calor del sol pegando fuerte si vas a mediodía, a pesar de las sombras de los edificios. Y prepárate para los precios. Todo, desde una botella de agua hasta un souvenir, está inflado. No es una sorpresa en Vegas, pero aquí se siente aún más por ser tan turístico. Lo que me sorprendió es lo rápido que, si no te subes al High Roller o no entras a ninguna tienda específica, el paseo puede sentirse "hecho" en poco tiempo. Es más un corredor comercial que un destino en sí mismo.
Así que, ¿vale la pena? Absolutamente, pero con un plan. Para evitar las multitudes, ve temprano por la mañana o ya tarde por la noche. No necesitas pasar horas, con un par de horas para pasear, subirte a la High Roller y picar algo, es suficiente. Es un buen lugar para sentir la esencia de Las Vegas sin la locura de los casinos, ideal si viajas con familia o si solo quieres un paseo diferente. Te vas de allí con la vibración de la ciudad aún en tus pies, el eco de la música en tus oídos y el recuerdo de las luces parpadeando en tu mente.
¡Un abrazo fuerte desde la carretera!
Max en movimiento