¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a Las Vegas, pero no a los focos de neón ni a las fuentes danzarinas. Nos adentramos en el corazón del New York-New York Hotel & Casino, un lugar que, aunque ruidoso, guarda secretos para quienes saben sentir.
Imagina que acabas de cruzar el umbral. Lo primero que te envuelve no es la luz, sino un *perfume*. No es un ambientador cualquiera; es una mezcla sutil de vainilla dulce, casi como un postre recién horneado, entrelazada con el toque metálico y limpio del dinero y el eco de miles de sueños y suspiros. Es el aroma de la expectativa, de un lugar que nunca duerme. Bajo tus pies, sientes una vibración constante, un *murmullo* grave que no cesa. No es una máquina, sino el coro de cientos de tragaperras girando, monedas cayendo y el lejano, ahogado, grito de victoria o frustración. Es el pulso mismo del edificio, siempre latente, una corriente que te atraviesa. La temperatura es siempre fresca, un alivio del calor del desierto, y el suelo, liso y expansivo, te invita a explorar.
Para moverte por aquí, piensa en el hotel como una ciudad en miniatura. Desde la zona de casino principal, busca los pasillos que se abren a las "calles" interiores. Son réplicas de barrios neoyorquinos, como Greenwich Village o Times Square. Hay muchos restaurantes informales y bares escondidos entre los edificios falsos; no te quedes solo en los de la entrada. Si quieres cruzar al Excalibur o al MGM Grand, hay pasarelas elevadas que te sacan directamente sin pisar la calle. Son prácticas y te ahorran mucho tiempo.
Mientras caminas por estas "calles" artificiales, el sonido cambia. Ya no es solo el murmullo del casino. Oyes el *eco* de conversaciones rebotando en las fachadas de los edificios, el *rasgueo* lejano de un músico callejero simulado, y de vez en cuando, el *estruendo* inconfundible de la montaña rusa The Big Apple Coaster pasando por encima. Bajo tus pies, la textura del suelo varía: de la suavidad del hormigón pulido a la rugosidad de adoquines simulados, que te dan la sensación de estar en una acera real. Sientes el aire acondicionado creando corrientes artificiales, como una brisa urbana, y en ciertos puntos, la sensación de un espacio más angosto, como si te adentraras en un callejón estrecho, a pesar de la altura del techo.
Si te animas con la montaña rusa The Big Apple Coaster, un consejo: ve a primera hora de la mañana o a última de la noche para evitar las colas más largas. Puedes comprar entradas individuales o pases de un día si planeas subir varias veces. Más allá de la adrenalina, el hotel también tiene opciones de entretenimiento más relajadas, como bares con pianistas que tocan a dúo; busca el Bar Nine Fine Irishmen para un ambiente animado con música en vivo.
Hay momentos de dulzura inesperada aquí. Al pasar por la tienda de Hershey's Chocolate World, el *olor* te envuelve por completo: una densa y reconfortante nube de chocolate puro, tan intensa que casi puedes saborearla. Es un respiro sensorial de la energía del casino. En algún rincón, quizás cerca de una fuente oculta, puedes percibir el *goteo* suave y rítmico del agua, un sonido que te ancla por un momento en la calma, contrastando con el bullicio. Siente el calor residual de una lámpara antigua en un pasillo menos transitado, o la fresca suavidad de una barandilla de mármol que te invita a detenerte un instante.
Desde el New York-New York, estás en una ubicación privilegiada para explorar el resto del Strip. Puedes caminar fácilmente a hoteles vecinos como el Luxor o el MGM Grand. Para ir más lejos, como al centro del Strip o al Downtown, la forma más eficiente es usar un servicio de transporte compartido o un taxi. La parada del monorraíl está un poco más lejos, en el MGM Grand, pero es una buena opción si quieres recorrer la parte este del Strip sin caminar demasiado.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets.