Si tu amigo ciego me pidiera un tour por Hollywood, la verdad, le diría que no se imaginara glamour por todas partes. Hollywood es una mezcla salvaje, ruidosa y, sí, a veces un poco cutre, pero con ese toque mágico que te hace sentir que la historia del cine está bajo tus pies. Para empezar, nos veríamos en la estación de metro Hollywood/Highland. Es el corazón de todo. Al salir del vagón, sentirás el zumbido de la ciudad, un aire que huele a asfalto caliente y a la promesa de algo grande. Cuando subas las escaleras mecánicas, notarás el cambio: de la oscuridad del metro a la luz vibrante de la calle. Es como entrar en otro mundo.
Desde ahí, te guiaría hacia el Paseo de la Fama. Imagina que tus pies pisan directamente sobre las estrellas de mármol y latón incrustadas en la acera. Cada una es un pequeño monumento a una leyenda. Escuchas el murmullo de cientos de voces a tu alrededor, el chasquido de las cámaras de fotos, el eco lejano de un saxofón callejero o el grito de un vendedor. Huele a palomitas de maíz recién hechas mezclado con el aroma de los escapes de los coches. Puedes sentir la vibración del tráfico bajo tus pies y el calor del sol en tu piel, incluso en invierno. Es una sinfonía caótica de la ciudad que nunca duerme.
Justo delante de ti, llegaríamos al famoso Teatro Chino TCL. Aquí es donde la magia se vuelve tangible. Extiende la mano y siente la textura del cemento fresco, irregular, donde las estrellas de cine han dejado sus huellas de manos y pies. Es un poco áspero, a veces frío, a veces templado por el sol. Puedes sentir las curvas de las manos, la presión de los dedos, la forma de los zapatos. Cada huella es única, y al tocarla, es como si una parte de esa leyenda se conectara contigo. Te diría dónde está la de Marilyn Monroe, la de John Wayne, y te dejaría que las buscaras con tus manos.
Un consejo, amigo: en el Paseo de la Fama, ten cuidado con los personajes disfrazados de superhéroes o de estrellas de cine. Algunos son geniales, pero muchos esperan dinero a cambio de una foto. Si no quieres líos, pasa de largo. Y si te ofrecen un CD de música "gratis", es una estafa común; simplemente di "no, gracias" y sigue caminando. Para comer algo rápido y auténtico, busca los carritos de tacos o los puestos de *hot dogs*; el olor a cebolla y carne a la parrilla te guiará. Son baratos y deliciosos.
Al lado del Teatro Chino, está el Teatro Dolby, donde se celebran los Óscar. Aunque no puedas ver su majestuosa fachada, puedes sentir su imponente tamaño y la grandiosidad de su entrada. Las columnas son lisas y altas, y la entrada principal es un vasto espacio abierto. Imagina la alfombra roja que se extiende por aquí una vez al año, el murmullo de los fans, el flash de las cámaras. Aunque no haya evento, el aire aquí es diferente, como si aún flotara la expectación y la historia de esos momentos. Te sentirás en el centro del universo del cine.
¿Qué saltarse? Los museos de cera, la verdad, no valen mucho la pena si no puedes ver las figuras. Y las tiendas de souvenirs genéricas que venden lo mismo en todas partes, a menos que quieras algo muy específico, no son la gran cosa. En su lugar, si te sientes aventurero, puedes pedir a alguien que te guíe por las calles laterales para encontrar estrellas menos conocidas o buscar alguna que sea especial para ti. También puedes sentir la vibración de los estudios de radio y televisión cercanos, que a veces tienen música sonando o el murmullo de la gente que entra y sale de sus trabajos.
Si caminas un poco más hacia el este por Sunset Boulevard (o tomas un corto viaje en Uber/Lyft si prefieres no andar tanto), pasarás cerca del icónico edificio de Capitol Records. Es inconfundible por su forma circular apilada, como una pila de discos de vinilo gigantes. Aunque no lo toques, su presencia es una fuerza. Puedes sentir que estás cerca de la cuna de la música, donde grabaron desde Frank Sinatra hasta los Beach Boys. Si vas con alguien, pídeles que te describan su forma única, te hará sentir la historia musical del lugar.
Para el famoso letrero de Hollywood, no te mates andando hasta las colinas. Hay un mirador genial y accesible en el mismo centro comercial Hollywood & Highland. Sube a los niveles superiores y sentirás el viento en tu cara. Desde allí, puedes oír el ruido de la ciudad y, si vas con alguien, pueden describirte la vista. Es un momento para respirar hondo y sentir la inmensidad de Los Ángeles extendiéndose bajo el famoso letrero. Es un cierre perfecto para la parte más turística de Hollywood.
Para terminar el día, busca un sitio para cenar. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos en los alrededores. Desde restaurantes más elegantes con música en vivo que puedes sentir vibrar en el suelo, hasta pequeños locales con el aroma de la comida internacional. Te recomendaría buscar un sitio donde puedas disfrutar de la conversación, el ambiente y el sabor de la comida, sintiendo el pulso de la noche de Hollywood. Es el momento de dejar que todas las sensaciones del día se asienten.
¡Hasta la próxima aventura!
Sofía de Mochila