Okay, tienes que saber esto de las Adonis Baths en Paphos. No es un sitio al que llegues de casualidad, ¿sabes? La aventura empieza mucho antes. Imagínate esto: estás en Chipre, el sol te calienta la piel, y decides ir a buscar esta cascada de la que todo el mundo habla. La carretera, al principio, está bien, pero luego se convierte en un camino de tierra, estrecho y con curvas. Vas subiendo, el coche traquetea un poco, y el aire huele a pino y a tierra seca, ese olor tan mediterráneo que te envuelve. A lo lejos, escuchas el zumbido de los insectos, el canto de las cigarras... te sientes un poco como un explorador, ¿verdad? Y no te engaño, necesitas un coche de alquiler, sí o sí. Nada de autobús ni de taxis que te dejen en la puerta. Tienes que conducir hasta allí, y Google Maps te lleva sin problema, pero prepárate para la aventura del camino.
Cuando por fin llegas, el aire cambia. De repente, sientes una frescura que no esperabas. Te bajas del coche y el sonido del agua, de la cascada, empieza a llenar el espacio. Es un murmullo constante que se va haciendo más fuerte con cada paso. Caminas por un sendero corto, de tierra y rocas, con la vegetación haciéndose más densa y verde a tu alrededor. Y de pronto, ahí está. No es gigantesca, ni una de esas cascadas que ves en postales, pero tiene una magia especial. El agua cae con fuerza sobre una poza de un azul turquesa increíble, rodeada de rocas y árboles. Sientes el rocío en la cara, un frescor bienvenido después del calor del camino.
Ahora viene lo bueno: meterse. Te acercas, los pies notan el contacto con las piedras lisas y pulidas por el agua. Y cuando la tocas... ¡uf! Es un shock. El agua está helada, de verdad. Pero una vez que superas ese primer impacto, te sumerges y sientes cómo te despierta cada célula del cuerpo. Es una sensación de limpieza, de renovación total. Puedes nadar hasta justo debajo de la cascada, sentir la presión del agua cayendo sobre tus hombros, como un masaje natural y potente. El sonido del agua al golpear la poza es ensordecedor si te pones justo debajo, pero a la vez, es como una meditación. Es un abrazo frío y vigorizante de la naturaleza.
Hablemos de lo práctico. Hay un coste de entrada, sí, para mantener el sitio. No es mucho, pero tenlo en cuenta. Una vez dentro, hay unos vestuarios básicos, no esperes lujos, pero te sirven para cambiarte. Los baños son funcionales. También hay una pequeña zona donde puedes comprar alguna bebida o un snack, pero te recomiendo que lleves tu propia botella de agua, sobre todo si vas en verano. En cuanto a la mejor hora, sin duda, por la mañana temprano o al final de la tarde. A mediodía se llena bastante, sobre todo en temporada alta, y pierde un poco de ese encanto de sitio "secreto".
Ahora, lo que no me convenció del todo. Quizás esperaba algo más "virgen", ¿sabes? El tema de que sea el lugar donde Afrodita y Adonis se bañaban es un poco un reclamo turístico, y a veces se siente un poco forzado, con algunas estatuas y carteles que rompen un poco la magia natural del sitio. Y sí, el agua es *muy* fría. Si no eres fan del agua fría, te costará un poco adaptarte. Pero lo que sí me sorprendió, y para bien, es que a pesar de todo, la belleza del entorno natural es innegable. Y además, hay un pequeño sendero que puedes seguir un poco más arriba, no muy conocido, que te lleva a otra poza más pequeña y tranquila, ideal si quieres un momento de más paz. Es un pequeño tesoro escondido.
Un abrazo desde la ruta,
Leo de la ruta