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Visión general
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¡Hola, viajeros! Prepárense para una inmersión sensorial única en el corazón de Chipre.
Al pisar Tsangarides, la grava cruje bajo tus pies, un sonido nítido que te guía desde el sol cálido de Pafos hacia una sombra refrescante. El aire cambia, volviéndose más fresco y húmedo, y un aroma complejo te envuelve: primero, el dulzor fermentado de la uva madura, luego el toque terroso y profundo de la madera de roble, una sinfonía olfativa que te indica que estás en el hogar del vino. Tus dedos rozan paredes de piedra antiguas, ásperas y frescas al tacto, mientras el eco de tus pasos resuena suavemente en los pasillos abovedados. Se percibe el murmullo lejano de conversaciones y el tintineo discreto de copas, un ritmo pausado que invita a la exploración sin prisas. Al acercarte a las barricas, puedes sentir la imponente presencia de su madera lisa y curvada, casi respirando con el vino que guardan. Es una atmósfera de trabajo silencioso y tradición arraigada, donde el tiempo parece ralentizarse, permitiendo que cada aroma y cada sonido se asiente, llenando el espacio con una calma profunda y una promesa de sabores por descubrir. ¡Una experiencia que se saborea con todos los sentidos!
Hasta la próxima ruta vinícola.
Tsangarides Winery es mayormente accesible para sillas de ruedas, con caminos pavimentados y rampas suaves en zonas de acceso. Las puertas son amplias y los espacios de degustación carecen de umbrales significativos, facilitando el movimiento. La afluencia de visitantes es manejable, y el personal es notablemente proactivo y servicial con usuarios de movilidad reducida. Aun así, algunas áreas exteriores pueden presentar gravilla, requiriendo asistencia puntual.
¡Hola, amantes del vino y la aventura!
Tsangarides Winery no es solo un nombre en Paphos; para los locales, es sinónimo de un secreto bien guardado: su exquisito Maratheftiko sin filtrar, una joya que rara vez sale de la isla. Imagina el sol chipriota acariciando viñedos que se extienden como alfombras verdes sobre laderas suaves, el aire cargado con el dulce aroma de la tierra y la uva madura. Dentro de la bodega, el silencio solo se rompe por el murmullo ocasional de las barricas y el tintineo de copas. Aquí, los entendidos saben que la verdadera magia ocurre cuando Andreas Tsangarides, con su sonrisa contagiosa y manos curtidas por años de vendimia, comparte anécdotas familiares mientras descorcha una botella de su Xynisteri añejo, de acidez vibrante y notas cítricas que evocan el mar cercano. No es el vino más publicitado, pero su equilibrio es legendario entre quienes realmente aprecian la tradición. Además, pocos turistas descubren la pequeña terraza trasera, oculta tras unos olivos centenarios, donde la brisa vespertina trae el eco lejano de las cabras y el paisaje se tiñe de oro. Es el lugar perfecto para saborear la autenticidad chipriota lejos del bullicio, con el sabor de un queso halloumi local y una copa de su rosado seco, que parece capturar el atardecer en cada sorbo. Una experiencia genuina, susurrada entre vecinos.
¡Hasta la próxima copa y el próximo descubrimiento!
Para una inmersión completa, comenzad la visita guiada por los viñedos. Evitad la tienda de regalos al principio; el foco está en la elaboración. Reservad para el final la cata de su Xynisteri y Maratheftiko orgánicos. La dedicación familiar es palpable; saludad a sus burros residentes.
Visite por la mañana temprano o al final de la tarde para evitar el calor y las multitudes, planificando una estancia de 1.5 a 2 horas. Los días laborables son más tranquilos; los aseos están en el sitio, pero no hay cafeterías inmediatas aparte de la propia degustación. Reserve la cata con antelación, especialmente para grupos, y no olvide probar su Xynisteri.