Los senderos son de adoquín o gravilla compactada, bien mantenidos. Su anchura permite el paso cómodo de visitantes y carritos. Presentan suaves desniveles, facilitando un recorrido accesible. Guían circularmente alrededor del drago milenario y la flora circundante.

La mañana temprana o el final de la tarde, especialmente en primavera u otoño, revelan su mejor atmósfera. El aire es fresco, apenas moviendo las hojas, y el sonido se limita al canto de las aves. La afluencia es mínima; los pocos visitantes se mueven con una calma contemplativa. Esta quietud permite una conexión profunda con la majestuosidad milenaria del drago.

¡Hola, viajeros! Hoy nos adentramos en un lugar donde el tiempo parece detenerse.

En Icod de los Vinos, Tenerife, el Parque del Drago no es solo un jardín, sino el santuario de un ser vivo que desafía siglos: el Drago Milenario. Su tronco nudoso, casi pétreo, se eleva con una majestuosidad ancestral, ramificándose en una corona de hojas puntiagudas que parecen acariciar el cielo volcánico. La savia rojiza, la legendaria "sangre de dragón", gotea ocasionalmente, narrando mitos de gigantes y resiliencia. La brisa susurra entre sus ramas, un murmullo que ha acompañado a generaciones de guanches y colonos. Recuerdo una tarde, un anciano isleño, con los ojos llenos de una sabiduría profunda, me dijo: "Este drago ha visto más amaneceres que todos nosotros juntos. Es el corazón de la isla, recordándonos que lo verdadero, lo que importa, perdura." No es solo un árbol; es un guardián silencioso, un testigo impasible de la historia. El resto del parque complementa esta experiencia, con senderos serpenteantes entre cardones y tabaibas, ofreciendo vistas que invitan a la introspección bajo la sombra de este coloso verde.

Una visita obligada para conectar con la esencia de Tenerife. ¡Hasta la próxima aventura!

El punto natural para fotos es frente al Drago Milenario, desde la pasarela principal del parque. Encuadra el árbol completo, capturando su imponente escala con la vegetación circundante. La luz ideal es a media tarde, cuando el sol se inclina para un dorado suave. Esto evita sombras duras y resalta la singularidad de su tronco y ramas retorcidas.

El Drago Milenario es, sin duda, una maravilla botánica que impone por su tamaño y edad. No obstante, el resto del parque se siente vacío; el precio de la entrada es desproporcionado para lo que ofrece. La sorpresa fue descubrir una pequeña casa canaria restaurada, un rincón de autenticidad inesperada. Su impacto es puramente visual; la experiencia interactiva es casi nula.

En Icod de los Vinos, las farmacias locales suelen alquilar sillas de ruedas. Pregunte en cualquier farmacia cercana al Parque del Drago; es la opción más accesible. El alquiler diario de una silla manual ronda los 10-20€. Para scooters o alquileres prolongados, contacte ortopedias; algunas ofrecen entrega a domicilio con reserva.

Te sitúas ante el tronco milenario del drago, su corteza gnarled contando siglos. Recorres senderos entre la flora canaria, identificando plantas autóctonas y sus formas. Observas el detalle de cactáceas y suculentas adaptadas al terreno volcánico. Encuentras rincones de calma bajo la sombra de palmeras, sintiendo la brisa isleña.

¡Hola, exploradores del alma!

Hoy nos sumergimos en la quietud ancestral del Parque del Drago en Icod de los Vinos, Tenerife. Al cruzar el umbral, la primera impresión es la de una presencia monumental: el Drago Milenario se alza, imponente, con su tronco nudoso y escamoso que parece esculpido por eones. Sus ramas, una maraña fibrosa que se extiende hacia el cielo, sostienen una corona de hojas de un verde intenso, casi azulado. El aire aquí tiene una cualidad diferente, impregnado de la historia de siglos. Recorriendo los senderos, te envuelve un jardín botánico canario, donde la flora endémica, desde cactus resistentes hasta tabaibas y cardones, exhibe una paleta de verdes, ocres y rojos vibrantes sobre la tierra volcánica. Es un santuario de biodiversidad, un remanso donde el tiempo parece ralentizarse, invitándote a conectar con la esencia de la isla.

Pero hay un detalle que a menudo pasa desapercibido, ahogado por el murmullo de los visitantes: el sonido. Si te detienes junto al Drago en un día de brisa suave y escuchas atentamente, percibirás el *susurro seco y casi ceroso* de sus largas hojas en forma de espada. No es el crujido de hojas caducas, sino un roce particular, casi un roce de papel antiguo, que se eleva y se apaga con el viento, la respiración milenaria de este gigante dormido.

¡Hasta la próxima aventura!

La exposición solar en el Parque del Drago es alta; usa protección solar y sombrero. Mantente hidratado constantemente, el calor canario puede sorprender. Algunos tramos de sendero son irregulares; opta por calzado cerrado y con buen agarre. Evita las horas centrales del día para mitigar riesgos de insolación y aglomeraciones.

Aunque no es un santuario, Parque del Drago alberga aves comunes de jardín. Podrían avistar canarios, herrerillos canarios o mirlos. Los rincones con vegetación densa, alejados de la plaza principal, ofrecen mejor observación. Las primeras horas de la mañana o el atardecer maximizan la actividad aviar.