¡Amigo/a viajero/a! Si buscas el verdadero pulmón de Hungría, ese lugar donde el tiempo se detiene y el agua lo inunda todo, déjame contarte sobre el Balaton. Y ojo, porque aunque muchos lo asocian con la capital, este lago gigante no está en Budapest; es un mundo aparte, un suspiro de la ciudad que te regala una experiencia completamente distinta. Imagina llegar y que el horizonte se abra de repente. No ves el final. Escuchas el murmullo del viento, que no es el de la ciudad, sino uno que trae la inmensidad del agua, fresco, limpio. El aire, cargado con el suave aroma del agua dulce y a veces, un toque salino que te engaña, te envuelve. Sientes cómo la brisa te acaricia la piel, como si el lago mismo te diera la bienvenida. No son solo sendas lisas o adoquinadas; son el pulso del lago, el camino que te invita a respirar.
Cuando empiezas a caminar, te darás cuenta de que los senderos aquí están hechos para la contemplación. En muchas zonas, especialmente en las más turísticas como Siófok o Balatonfüred, encontrarás paseos marítimos anchos y lisos, perfectos para bicicletas o para un paseo tranquilo donde el suelo bajo tus pies es un asfalto suave o baldosas uniformes. Pero no te quedes solo ahí. Desvíate. A veces, las sendas se estrechan, se vuelven de tierra compactada, rodeadas de cañas altas que susurran al viento, y sientes la tierra más firme y natural bajo tus zapatillas. Te guían sutilmente, siguiendo la curva de la orilla, a veces llevándote a pequeños embarcaderos de madera que crujen ligeramente bajo tu peso, y otras veces, a calas escondidas donde solo oyes el chapoteo suave de las olas y el canto de los pájaros. Son caminos que te invitan a perderte, pero siempre con el lago como tu faro.
Para llegar a este paraíso desde Budapest, la forma más sencilla y cómoda es el tren. Salen con frecuencia desde la estación Keleti o Déli, y en poco más de una hora y media estarás en la orilla. También puedes ir en coche, lo que te da más libertad para explorar. Es un lago enorme, el más grande de Europa Central, así que ni se te ocurra intentar verlo todo en un día. La orilla norte es más montañosa, con viñedos y pueblos pintorescos como Tihany (¡su abadía es una joya!) y Balatonfüred, ideal si buscas tranquilidad, rutas de senderismo y bodegas. La orilla sur, en cambio, es más llana y conocida por sus playas de arena y sus fiestas, con Siófok como epicentro. Mi consejo: elige una base, ya sea al norte o al sur, y explora esa zona a fondo.
Una vez allí, las actividades son infinitas. En verano, por supuesto, la estrella es nadar en sus aguas cálidas y poco profundas, perfectas para familias. Pero no te limites a eso. Alquila una bicicleta; hay una ruta ciclista que bordea gran parte del lago, y es una forma fantástica de sentir la brisa y descubrir rincones. Si te gusta el vino, la orilla norte es tu lugar; hay catas deliciosas. Y no te vayas sin probar el "hekk", un tipo de pescado local, a menudo frito, que se vende en puestos junto al lago. Es un clásico. Si buscas ambiente nocturno, Siófok en verano es tu destino. Si prefieres la calma y la historia, Tihany es imprescindible.
Para disfrutarlo al máximo, la mejor época es de junio a agosto, cuando el clima es cálido y el agua perfecta para el baño. Eso sí, prepárate para las multitudes. Si prefieres más tranquilidad, la primavera (abril-mayo) o el otoño (septiembre-octubre) son ideales; el paisaje es precioso, puedes pasear y hacer senderismo, y muchos restaurantes siguen abiertos, pero sin el bullicio veraniego. En cuanto a qué llevar, básico: bañador, toalla, protector solar (¡el sol pega fuerte!), un sombrero y, sobre todo, calzado cómodo para caminar o ir en bici. Una chaqueta ligera para las noches, incluso en verano, no está de más.
¡Disfruta cada paso, cada olor, cada sonido!
Olya from the backstreets.