¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo de la mano a un lugar en Budapest que se siente como un cuento de hadas, pero con una historia que puedes tocar y respirar. Olvídate de las fotos; vamos a sentir el Castillo de Vajdahunyad, en el corazón del Parque de la Ciudad.
Imagina que tus pies pisan un sendero de grava suave, crujiendo ligeramente bajo cada paso. El aire es fresco, un poco húmedo, y trae consigo el aroma de la tierra mojada y de árboles antiguos. A medida que avanzas, una sensación de grandeza te envuelve. De repente, el sonido del tráfico de la ciudad se desvanece, reemplazado por el susurro de las hojas y el canto lejano de algún pájaro. Sientes una brisa que te acaricia la piel, trayendo el fresco del lago cercano, y entonces, lo sientes: la presencia imponente de la piedra milenaria. Los muros te llaman, prometiendo secretos y ecos de siglos pasados.
Avanzas, y la arquitectura te habla sin palabras. Puedes sentir la rugosidad de los bloques de piedra bajo tus dedos, la frialdad de una pared que ha resistido inviernos y veranos incontables. Imagina la mezcla de estilos: gótico, barroco, renacentista. Es como si varios castillos se hubieran fusionado en uno solo, y cada torre, cada arco, tiene una textura diferente, una historia grabada en su superficie. Escuchas el eco de tus propios pasos resonando en los patios interiores, un sonido que te hace sentir pequeño y, a la vez, parte de algo inmenso. El aire aquí es más denso, cargado con el peso de la historia, una humedad que te envuelve como un abrazo.
De repente, te detienes frente a la estatua de Anonymus, el cronista. Puedes casi oler el bronce frío y sentir la quietud que lo rodea, una quietud reverente que te invita a la reflexión. Las sombras de los árboles danzan sobre el suelo, y el ambiente es una mezcla de misterio y serenidad. Es un lugar donde el tiempo parece ralentizarse, donde cada respiración te conecta con el pasado. La sensación de paz y asombro se instala en tu pecho y se queda, persistente, incluso después de que te alejas, como el eco de una campana lejana.
Ahora, para la parte práctica. Llegar al Castillo de Vajdahunyad es súper fácil. Lo tienes en el Parque de la Ciudad (Városliget), y la mejor forma es con la línea 1 del metro (la amarilla), bajándote en la parada Hősök tere (Plaza de los Héroes). Desde ahí, es un paseo muy agradable por el parque. La entrada a los terrenos del castillo es gratuita, así que puedes pasear a tu antojo, pero si quieres entrar al Museo de Agricultura que está dentro, sí tiene un coste. Te recomiendo ir por la mañana temprano o al final de la tarde, cuando la luz es más suave y hay menos gente, para que puedas sentir el lugar sin agobios.
Un último consejo: después de sumergirte en la historia, el Parque de la Ciudad tiene mucho más que ofrecer. Puedes dar un paseo en bote por el lago (que se convierte en pista de patinaje en invierno), visitar los baños termales de Széchenyi que están justo al lado, o simplemente sentarte en un banco y observar la vida pasar. Lleva calzado cómodo, porque querrás caminar y explorar cada rincón. Y si necesitas un respiro, hay algunos cafés con encanto en los alrededores del parque donde puedes tomar algo calentito. ¡Es un día completo de sensaciones!
Un abrazo desde la carretera,
Olya de las callejuelas