¡Hola, amigo! Si te dijera que vamos a pasear por Pattaya Beach, sé que lo primero que te vendría a la cabeza serían luces y ruido. Pero déjame guiarte por el lado que yo conozco, ese que te permite sentir el lugar de verdad. Para empezar, olvídate del caos inicial y vamos a arrancar por el extremo norte de la playa, cerca de la rotonda del Delfín. Imagina que es media mañana: el sol ya calienta pero no abrasa, y la playa aún respira tranquila. Puedes sentir la brisa marina, fresca y salada, acariciándote la piel. Escuchas el suave murmullo de las olas rompiendo a lo lejos, un sonido constante y relajante que te acompaña mientras el asfalto bajo tus pies se calienta poco a poco. Desde aquí, la arena es más suave y la gente, menos densa. Es el punto perfecto para calibrar tus sentidos antes de que el día cobre vida.
Mientras caminas hacia el sur, pegado a la orilla o por el paseo, vas a empezar a sentir cómo el ambiente cambia. Los olores se mezclan: el del mar, sí, pero también el dulce incienso que escapa de algún pequeño santuario improvisado, o el especiado aroma de la comida callejera que ya empieza a prepararse. Escuchas las risas de los niños chapoteando, el lejano zumbido de una moto acuática y las voces de los vendedores ambulantes, que te ofrecen desde gafas de sol hasta pareos de seda, con un tono melódico que se funde con el sonido de las olas. Puedes sentir la arena tibia bajo tus sandalias, o la fresca sombra de una palmera por un momento fugaz. Cada paso te sumerge más en la vida de Pattaya, en su pulso.
Si el hambre aprieta, no lo dudes: este paseo es una mina. A medida que te acercas al centro, verás más puestos de comida. Si te digo que busques los que tienen más cola de gente local, es por algo. Prueba el Pad Thai que preparan al momento, con el wok chispeante, o unos pinchos de pollo satay que huelen a gloria. No te preocupes por el "dónde", simplemente sigue tu nariz. Si necesitas un respiro del bullicio, el centro comercial Central Festival, justo en primera línea de playa, es un oasis con aire acondicionado y baños limpios. No es el encanto local, pero a veces, un descanso estratégico es oro puro.
Ahora, sobre qué saltarse: mira, Pattaya es vibrante, pero también puede ser insistente. Si te ofrecen un tuk-tuk "gratis" o una excursión "demasiado buena para ser verdad", es probable que te lleven a tiendas de gemas o sastrerías donde sentirás presión para comprar. Mi consejo es que, si no es lo que buscas, seas amable pero firme. No hay necesidad de ser grosero, solo decir un "No, gracias" claro y seguir tu camino. Hay zonas más "picantes" que otras, especialmente de noche, pero si no es tu rollo, son fáciles de evitar si te mantienes en el paseo principal y los lugares más concurridos. No te sientas obligado a explorar cada rincón si tu instinto te dice que no es para ti.
Y para el gran final, lo que te reservo para último: Walking Street. Pero no llegues antes de que anochezca. A medida que el sol se esconde, tiñendo el cielo de naranja y morado sobre el golfo, la energía cambia. La luz del día se desvanece y las luces de neón cobran vida, una explosión de color que inunda la calle. Puedes sentir cómo la temperatura baja un poco, pero el ambiente se calienta. Escuchas la música a todo volumen, una mezcla de pop, rock y dance que resuena en tus oídos. El olor a comida de la calle se intensifica, mezclado con el dulzón aroma de los bares y la humedad de la noche. Te abres paso entre la multitud, un río de gente de todas partes del mundo, y sientes la vibración del lugar bajo tus pies. No es para todo el mundo, es cierto, pero es una experiencia sensorial ineludible de Pattaya. Tómate una copa en una terraza, observa el espectáculo y empápate de la energía, pero siempre con los ojos bien abiertos. Es la guinda del pastel de un día completo de exploración.
Olya from the backstreets.