¡Hola, exploradores del mundo! Hoy vamos a sumergirnos en un lugar que huele a especias y madera mojada: el Mercado Flotante de Pattaya.

Imagina que tus pies dan el primer paso sobre una superficie que se siente viva. No es asfalto frío ni adoquines uniformes. Caminas sobre pasarelas de madera, la mayoría lisas por el constante ir y venir de miles de visitantes, pero otras con la textura ligeramente rugosa de la madera sin pulir, o el leve bamboleo de un tablón que se asienta un poco más que el anterior. Son caminos serpenteantes, a menudo estrechos, que te obligan a seguir el flujo de la gente, pero que también te invitan a detenerte y sentir el pulso del lugar. Escuchas el suave chapoteo del agua bajo tus pies, el murmullo de voces en diferentes idiomas y, de vez en cuando, el rasgueo de una guitarra o una melodía tradicional. Estos pasillos no son rectos; se curvan, se bifurcan y te llevan inesperadamente de un puesto de comida humeante a una tienda de artesanías coloridas, siempre con el agua, a veces con el ligero olor a humedad y a motor de barca, como tu compañera constante a un lado.

Para moverte con soltura por este laberinto acuático, piensa que el mercado está diseñado en cuatro secciones principales, cada una representando una región de Tailandia. Aunque los caminos de madera te guían en un circuito general, hay puentes que cruzan el agua y te permiten saltar de una zona a otra, o atajos por callejones más estrechos entre los puestos. Si te sientes abrumado por la multitud, busca los puntos donde los caminos se ensanchan un poco; suelen ser cerca de los embarcaderos o de las zonas de comida más grandes. Y un consejo práctico: si ves una barca cargada de frutas o dulces que te llama la atención, no dudes en acercarte. Los vendedores en las barcas se mueven lentamente a lo largo de los bordes de las pasarelas, así que siempre tendrás una oportunidad. No te preocupes por perderte; es parte de la experiencia. Siempre hay un camino que te lleva de vuelta al inicio, aunque sea dando un rodeo.

Olya de los callejones

¿Cuándo se siente mejor el Mercado Flotante de Pattaya? No es solo un mes, es un momento del día, una sensación. Imagina que es temprano, entre las 9 y las 10 de la mañana. El aire todavía no es pesado, hay una brisa suave que viene del río. Puedes oler una mezcla embriagadora: el dulzor del mango pegajoso con arroz, el ahumado de la parrilla de mariscos frescos, y ese aroma terroso y húmedo del agua del canal. Escuchas el suave chapoteo de las canoas al moverse, el murmullo de voces que apenas despiertan, y quizás el canto lejano de un pájaro tropical. Sientes el calor del sol en tu piel, pero es un calor amigable, no abrasador, que te invita a explorar. Es el momento donde el mercado respira, antes de que la multitud lo inunde.

A medida que avanza la mañana, el mercado se transforma. Si llegas al mediodía, el ambiente cambia drásticamente. El aire se vuelve denso, cargado de calor y del eco de cientos de voces. Ya no escuchas el chapoteo del agua, sino un constante zumbido humano, risas, negociaciones. La multitud te empuja suavemente, los pasillos de madera se llenan, y el olor de la comida se intensifica, a veces abrumador. Es una energía vibrante, sí, pero también puede ser agotadora. Y el clima, claro, lo cambia todo. Una tarde de lluvia en temporada de monzones te regala un mercado más tranquilo, casi melancólico. El sonido de la lluvia repiqueteando en los tejados de chapa y en el agua crea su propia melodía, y el aire se siente fresco y limpio, aunque a veces los caminos de madera puedan estar un poco resbaladizos. El sol de la tarde, justo antes del anochecer, es mágico; los olores se suavizan, las luces se encienden y el bullicio se convierte en una conversación más íntima, casi susurrante.

Así que, si me preguntas cómo sacarle el máximo partido a tu visita, aquí va mi consejo directo, como si te lo estuviera enviando por WhatsApp: Ve temprano, muy temprano, entre las 9 y las 10 de la mañana, o al final de la tarde, después de las 4. Evita el mediodía si no te gusta la aglomeración y el calor intenso. Lleva calzado cómodo, vas a caminar mucho por pasarelas de madera y puentes. Ten a mano billetes pequeños, es más fácil para las compras rápidas y para regatear un poquito (siempre con una sonrisa). Y no te olvides de probar el 'boat noodle' o los mariscos a la parrilla directamente desde las canoas. Confía en mí, es una experiencia que te entra por todos los sentidos.

Léa from the road

¡Hola, viajeros! Prepárense para sumergirse en una de esas experiencias que se quedan grabadas en el alma: el Mercado Flotante de Pattaya. Imagina que el aire cálido te envuelve, cargado con el dulce aroma a fruta madura y el toque picante del curry recién hecho. Escuchas un murmullo constante, una sinfonía de voces, risas y el suave chapoteo del agua. No hay prisa aquí, solo una invitación a dejarte llevar por el ritmo de la vida local.

Te adentras y sientes el suave balanceo de las pasarelas de madera bajo tus pies, un eco de las barcas que navegan lentamente por los canales. A tu alrededor, el aire vibra con el chirrido ocasional de un remo y el tintineo de campanas de algún vendedor. Puedes casi tocar la humedad tropical en el aire, y si cierras los ojos, el olor a tamarindo y coco se mezcla con el humo de las parrillas, creando un tapiz olfativo que te envuelve por completo. Es como si cada sentido se despertara, invitándote a explorar.

Mi abuela siempre decía que este mercado no era solo un lugar para comprar y vender, sino el corazón que mantenía latiendo a nuestra gente. "Antes," contaba, "cuando las carreteras eran apenas caminos de tierra, aquí veníamos todos. Mi propia madre traía sus cestas de mangos y las cambiaba por arroz o telas. No era solo comercio, era comunidad. Aquí se compartían las penas y las alegrías, se contaban historias y se mantenían vivas nuestras tradiciones." Por eso, cada vez que lo visito, siento que estoy pisando un pedazo vivo de nuestra historia, un lugar donde el pasado y el presente se encuentran en cada barca.

Llegar es bastante sencillo. Desde el centro de Pattaya, un taxi o un *tuk-tuk* te dejará en la entrada en unos 20-30 minutos, dependiendo del tráfico. La entrada tiene un costo simbólico, pero merece la pena. Te recomiendo ir a primera hora de la mañana, justo cuando abren, o a media tarde, para evitar las multitudes más densas y disfrutar de una experiencia más tranquila y auténtica.

Una vez dentro, prepárate para la aventura culinaria y de compras. No te vayas sin probar el famoso *mango sticky rice* (arroz pegajoso con mango), o anímate con un plato de *pad thai* cocinado directamente en una barca. Para las compras, busca las artesanías de madera tallada, la seda tailandesa o las coloridas especias locales. Recuerda que siempre puedes regatear un poco, ¡es parte de la experiencia!

¡Hasta la próxima aventura!

Lena de Ruta

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar donde el agua es el camino y los sabores flotan: el Mercado Flotante de Pattaya. No es solo un lugar para ver, es una experiencia que te envuelve, especialmente si te dejas llevar por los sentidos.

Imagina que estás de pie en el centro de un puente de madera, uno de los tantos que conectan las pequeñas islas de este laberinto acuático. A tu alrededor, el aire está cargado con un aroma dulce y ahumado: coco tostado mezclado con el inconfundible olor a carne a la parrilla y especias exóticas. Escuchas el suave chapoteo del agua, el murmullo de cientos de voces hablando en diferentes idiomas, el lejano tintineo de campanas de algún templo cercano, y el sonido rítmico de los remos golpeando el agua. Si extiendes tu mano, podrías rozar la madera pulida de la barandilla, cálida por el sol. Justo debajo de ti, ves (o sientes la vibración de) pequeñas barcas de madera, algunas cargadas de frutas vibrantes como mangos y rambutanes, otras con puestos de comida humeantes, y otras más llenas de artesanías que cuelgan y se balancean suavemente con el movimiento del agua. Es un lugar donde querrías detenerte, cerrar los ojos, y simplemente respirar todo lo que te rodea. Es el corazón del mercado, donde el bullicio es una sinfonía y cada aroma cuenta una historia.

Para capturar la verdadera esencia de este lugar, te recomiendo ir al final de la tarde, justo antes del anochecer. La luz del sol se vuelve dorada, bañando los puentes de madera y las casas flotantes en un brillo mágico que suaviza los contornos y crea sombras largas y dramáticas, perfectas para la vista y el ambiente. Además, a medida que oscurece, las luces de las linternas y los puestos comienzan a encenderse, transformando el mercado en un cuento de hadas flotante, con reflejos que bailan en el agua. Es menos concurrido que a mediodía, lo que te permite pasear con más calma y sumergirte en la atmósfera sin sentirte tan agobiado. No te olvides de probar el 'Khanom Krok' (tortitas de coco) directamente de una barca; su textura cremosa y su sabor dulce son inolvidables. Y un consejo práctico: lleva efectivo en billetes pequeños, muchas de las barcas no aceptan tarjeta y facilita mucho las compras.

¡Hasta la próxima aventura!

Max en movimiento

Acabo de volver del Mercado Flotante de Pattaya y, uf, qué experiencia. Imagina que el sol te acaricia mientras el aire te trae un aroma a especias y a algo dulce, como si alguien estuviera cocinando justo al lado de tu oído. Escuchas el suave chapoteo del agua bajo tus pies, el murmullo de cientos de voces que se mezclan con el chirrido lejano de una barca de remos. Desde el primer instante, tus sentidos se activan. Te sientes envuelto por una energía vibrante, casi como si el propio mercado respirara a tu alrededor. Los colores son tan intensos que casi puedes sentirlos: rojos profundos, verdes esmeralda, dorados brillantes... Es una explosión visual que se traduce en una sensación de pura alegría.

Sigues caminando sobre las pasarelas de madera, sintiendo cada paso un ligero temblor, un suave balanceo. De repente, una ráfaga de calor te golpea la cara y el inconfundible olor a fideos salteados te invita a girar la cabeza. Imagina el sabor del Pad Thai recién hecho, las texturas crujientes de los cacahuetes, la suavidad del tofu… O el dulzor empalagoso del mango sticky rice, que se derrite en tu boca mientras el coco cremoso te envuelve el paladar. Aquí, la comida no es solo alimento, es una experiencia que te cuenta historias de sabores y tradiciones. Sientes la textura sedosa de las telas de seda tailandesas bajo tus dedos, el frío de una bebida recién preparada en tu mano, y la calidez de la sonrisa de los vendedores que te ofrecen un pequeño trozo de fruta para probar. Cada bocado, cada tacto, es un descubrimiento.

Ahora, hablemos de lo que no fue tan "perfecto", porque siempre hay un "pero", ¿verdad? Si buscas la autenticidad pura y dura de un mercado flotante tradicional, este quizás te sorprenda por lo turístico que es. A veces te sientes más en un parque temático que en un mercado local. La sorpresa fue esa: la cantidad de gente y la sensación de que todo está muy 'preparado' para el visitante, casi como una escenografía. Eso sí, si vas a media mañana, prepárate para los codazos; el bullicio puede ser abrumador, casi como una ola que te empuja sin parar. No es el lugar para una experiencia tranquila e íntima, y los precios, claro, están un poco inflados en comparación con mercados menos conocidos.

Mi consejo de amiga: si puedes, ve a primera hora de la mañana, justo cuando abren. Tendrás un poco más de espacio para moverte y sentir el lugar sin la presión de la multitud. También, lleva efectivo; aunque algunos puestos aceptan tarjetas, muchos son pequeños negocios que solo operan con baht tailandeses. Y sí, regatea un poco, es parte de la experiencia, pero hazlo con una sonrisa, nunca con agresividad. No esperes una réplica exacta de los mercados flotantes de antaño, pero sí un lugar vibrante y lleno de vida que vale la pena explorar si estás por Pattaya. Es una explosión de colores, olores y sonidos que te deja una sensación de alegría, a pesar de su toque turístico.

Léa desde la carretera

Imagina que el aire, cálido y húmedo, te envuelve mientras te acercas a un lugar donde el tiempo parece fluir diferente. Estamos en el Mercado Flotante de Pattaya, y no es solo un sitio para ver, es un lugar para sentir. Escuchas el suave chapoteo del agua contra la madera, un ritmo constante que se mezcla con el murmullo de las voces, el zumbido lejano de un motor de barco y el tintineo de campanas que anuncian alguna ofrenda o la llegada de un vendedor. Tu nariz capta un mosaico de aromas: el dulce y penetrante olor del mango maduro, el picante del curry que chisporrotea en alguna barca-cocina, el humo suave de incienso y el aroma fresco de las flores. Sientes la vibración del suelo bajo tus pies, a veces madera, a veces un puente que se mece ligeramente. Si tienes la oportunidad de subirte a una de esas barcas de remos, sentirás el suave balanceo del agua, casi como una cuna. Tus dedos podrían rozar la seda suave de un pañuelo o la textura áspera de una pieza de artesanía local. Es una experiencia que te envuelve por completo.

Pero, ¿qué pasa si necesitas un poco de ayuda para moverte por este fascinante laberinto de sensaciones? El Mercado Flotante de Pattaya, con sus puentes, pasarelas estrechas y los escalones para subir a las barcas, puede ser un poco desafiante si necesitas una silla de ruedas o un scooter de movilidad. Directamente *dentro* del mercado, no encontrarás puntos de alquiler específicos. Lo más práctico es organizarlo antes de llegar. Mi consejo principal: habla con tu hotel. Muchos hoteles en Pattaya tienen contactos con empresas de alquiler de equipos médicos o pueden ayudarte a conseguir una silla de ruedas o un scooter por un día. Es la forma más sencilla y fiable. Si tu hotel no puede, busca en Pattaya ciudad. Hay tiendas de suministros médicos (como farmacias grandes o tiendas especializadas) que ofrecen alquiler. Un taxi o un tuk-tuk te pueden llevar sin problema.

¿Costo? Varía, pero espera pagar una tarifa diaria, que puede ir desde unos pocos cientos de baht (aproximadamente 10-20 USD) dependiendo del tipo de equipo y el tiempo de alquiler. A veces piden un depósito. ¿Facilidad? Con el hotel, es muy fácil. Si vas por tu cuenta a una tienda, asegúrate de tener la dirección y quizás una aplicación de traducción para comunicarte si no hablas inglés o tailandés. También puedes preguntar a los operadores turísticos locales; a veces tienen servicios de asistencia o pueden dirigir a los proveedores. No te rindas, con un poco de planificación, podrás sumergirte en toda la magia de este lugar.

Olya de las callejuelas

¿Qué haces en el Mercado Flotante de Pattaya? Uf, prepárate, porque es una inmersión total. Imagina que el aire cálido te envuelve apenas bajas del tuk-tuk, cargado con un primer olor a especias dulces y saladas. No es un olor único, es una mezcla vibrante. Sientes el suelo bajo tus pies, al principio sólido y luego, de repente, notas el suave balanceo de las pasarelas de madera que cruzan sobre el agua. Escuchas un murmullo constante de voces, risas, y el leve chapoteo de los remos. Es caótico, sí, pero de una manera que te abraza. Para llegar, lo más fácil es tomar un songthaew (esas camionetas azules con asientos atrás) o un Grab (como Uber, pero en Asia). La entrada tiene un coste simbólico, no te preocupes, es mínima y vale la pena.

Una vez dentro, el mercado te invita a flotar. Literalmente. Escuchas cómo el agua golpea suavemente los cascos de las barcas mientras caminas por los puentes de madera. Si te animas, puedes subirte a una de esas barcas tradicionales que te pasean por los canales. No es una lancha rápida, es un paseo tranquilo, casi meditativo, donde el único sonido que domina es el del remo rompiendo la superficie del agua y el lejano murmullo del mercado. Sientes una brisa ligera que se levanta del agua, un alivio del calor. El precio de la barca es negociable, pero suelen rondar los 100-200 baht por persona para un paseo corto. Es una buena forma de ver el mercado desde otra perspectiva.

Pero lo que realmente te atrapa es la comida. El primer impacto es una explosión de olores que te hace la boca agua: el dulzor de la leche de coco, el picante del curry, el ahumado de la carne a la parrilla y el frescor de las frutas exóticas. Caminas y sientes el calor que emana de los puestos de comida, el chisporroteo de los woks y el golpeteo de los cuchillos picando hierbas frescas. Puedes extender tu mano y sentir la textura de los plátanos fritos recién hechos o el calor de un satay de pollo. No te quedes sin probar el mango sticky rice (arroz pegajoso con mango y leche de coco, ¡una delicia!), los fideos salteados que preparan al momento, o los pequeños pinchos de marisco. Todo es fresco y se cocina delante de ti. La mayoría de los puestos aceptan efectivo, así que lleva algo de cambio.

Más allá de la comida, tus dedos rozan sedas suaves y seductoras, la aspereza de la madera tallada y el frío tacto del metal en las joyas. Escuchas el tintineo de pequeñas campanas de viento y el crujido de las cestas de mimbre. Te rodea una sinfonía de texturas y sonidos que te invitan a explorar cada rincón. Hay muchísimas tiendas de artesanía local, ropa de seda, objetos decorativos tallados a mano y souvenirs. Puedes sentir la calidad de los materiales. Siempre regatea, pero hazlo con una sonrisa y de forma amigable; es parte de la experiencia y se espera. No te sientas presionado a comprar, solo disfruta del ambiente y la variedad.

Sientes el murmullo constante de voces en diferentes idiomas, el roce de los hombros con la gente que pasa, y la energía vibrante de un lugar lleno de vida. De vez en cuando, un músico callejero te deleita con una melodía tradicional tailandesa, y te sientes transportado. El sol puede ser intenso, así que lleva un sombrero y protector solar. Si quieres evitar las multitudes más grandes, intenta ir a primera hora de la mañana (justo cuando abren) o al atardecer, cuando la luz se vuelve dorada y el ambiente es más tranquilo. Al salir, te llevarás no solo souvenirs, sino la sensación de haber vivido algo auténtico, una mezcla de sabores, sonidos y sensaciones que se quedan contigo.

Clara de viaje

Pattaya Floating Market: Un viaje para todos tus sentidos

Imagina que el aire, aquí en Pattaya, se vuelve más denso, cargado de una humedad dulce que te envuelve. No es el calor agobiante de la ciudad, sino una brisa suave que trae consigo un sinfín de aromas. Cierra los ojos un momento. Escuchas el suave chapoteo del agua contra la madera, un murmullo constante de voces que se mezclan con el crepitar lejano de algo friéndose. Sientes el sol en tu piel y, a medida que avanzas, la madera bajo tus pies vibra ligeramente con el paso de la gente. Estás entrando en el Mercado Flotante de Pattaya, y cada paso te sumerge más en un mundo donde el agua es la calle principal.

A medida que te adentras, la paleta de olores se intensifica. Puedes distinguir el dulzor empalagoso del mango maduro, la acidez de la lima, el picante del chile que se cocina a fuego lento en alguna barca. Quizás hasta un toque ahumado que te hace salivar. Tus dedos rozan las barandillas de madera, pulidas por el tiempo y el tacto de miles de manos. Es un lugar donde el tiempo parece ralentizarse, invitándote a absorber cada matiz, cada sonido: el tintineo de las cucharas en tazones de sopa, el arrullo de una melodía tailandesa que flota desde algún altavoz, el suave vaivén de las barcas que se mecen al compás de la corriente.

Si vas a planear tu visita, te sugiero llegar temprano por la mañana, justo cuando abren. La luz es más suave, el calor menos intenso y la multitud aún no ha llegado. Es el momento perfecto para pasear sin prisas y sentir la energía del lugar despertando. Para llegar, un taxi o un Grab desde cualquier punto de Pattaya es la opción más sencilla y directa. No te compliques con autobuses locales, la comodidad vale la pena.

Una vez dentro, no te quedes solo en los puentes. Alquila una pequeña barca de remos. Es una experiencia completamente diferente. Te permite acercarte a los vendedores que están en el agua, sentir el leve chapoteo bajo tus pies y ver el mercado desde otra perspectiva. Prueba el Pad Thai cocinado en una barca, es increíble, y no te vayas sin probar un coco fresco bien frío. Para las compras, hay muchísimas artesanías locales y souvenirs; no dudes en regatear un poco, siempre con una sonrisa.

Y si te detienes un momento, más allá del bullicio general, hay un sonido que me encanta: el *clack-clack-clack* rítmico y casi hipnótico de los largos palos de bambú que los vendedores utilizan para impulsarse suavemente con sus barcas entre el tráfico acuático. No es el ruido del motor, sino un sonido orgánico, de madera contra agua, que te recuerda que este lugar está vivo y en constante movimiento.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Soy Olya de las callejuelas, y hoy te llevo de la mano a un lugar que es un torbellino de sensaciones: el Mercado Flotante de Pattaya. Imagina que te acercas y, de repente, el aire se llena de un murmullo constante, una sinfonía de voces, risas y el chapoteo suave de las barcas. Sientes el calor húmedo del trópico envolverte, y una mezcla embriagadora de especias, frutas exóticas y el dulce aroma del coco tostado te inunda la nariz. Cierras los ojos y puedes casi *ver* el bullicio, el ir y venir de la gente, el tintineo de los utensilios de cocina y el crujido de la madera bajo tus pies mientras avanzas. Es un lugar que se vive con cada poro de la piel.

A medida que te adentras, la vibración del lugar se intensifica. Escuchas cómo un vendedor de sombreros de paja te ofrece su mercancía con una sonrisa en el tono de voz, y el silbido de una olla a presión cercana te avisa de que el *pad thai* está listo. Caminas sobre puentes de madera, y el leve balanceo te recuerda que estás sobre el agua, rodeado de un laberinto de canales. Es fácil dejarse llevar por la magia, pero justo bajo tus pies, la experiencia puede ser un poco traicionera si no prestas atención.

Y hablando de los pies, aquí va el primer consejo de amiga: las pasarelas y los puentes de madera, aunque encantadores, pueden ser resbaladizos como una anguila mojada. Con la humedad constante, el agua que salpica de los canales y el desgaste del tiempo, las superficies pueden volverse muy traicioneras. Además, no es raro encontrarse con tablas ligeramente desniveladas o piedras sueltas en las zonas más transitadas. Mi recomendación es simple: elige un calzado con buena suela antideslizante, algo cómodo y que te dé estabilidad. Y, por favor, camina con calma, sin prisas. No te avergüences de mirar bien dónde pisas; es mejor un paso lento que un resbalón inesperado.

Ahora, sobre la gente y el encanto de los vendedores: la mayoría son gente maravillosa y honesta, pero como en cualquier lugar turístico con tanto movimiento, hay quienes buscan sacar provecho. Estate atenta a los pequeños "malentendidos" con el cambio o a las ofertas que suenan demasiado buenas para ser verdad, especialmente si te invitan a un rincón apartado o te presionan para comprar algo que no quieres. Un truco común es que te ofrezcan algo "gratis" y luego te pidan una propina exagerada o te arrastren a una tienda para una compra obligatoria. La clave es la amabilidad firme: si algo no te cuadra, un "no, gracias" claro y seguir tu camino es la mejor respuesta. No te sientas obligada a nada.

A pesar de estos pequeños desafíos, el Mercado Flotante de Pattaya es una joya que vale la pena explorar. Simplemente mantén tus sentidos alerta, no solo para absorber la belleza, sino también para navegar con seguridad. Disfruta de los sabores, los sonidos y la energía única de este lugar, y vuelve a casa con historias increíbles, y sin ningún rasguño.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya de las callejuelas

¿Eres amante de las aves y te preguntas si el Mercado Flotante de Pattaya es para ti? ¡Absolutamente! Imagina esto: Sientes el suave vaivén bajo tus pies mientras exploras los puentes de madera. El aire se llena con el aroma a especias y dulces, y escuchas el murmullo constante de conversaciones y el chapoteo ocasional del agua. Pero si te detienes un momento, y dejas que tus oídos se abran más allá del bullicio, percibirás algo diferente. Escucharás el trino de un gorrión entre los tejados de paja o el distintivo graznido de una myna india cerca de los puestos de comida, buscando alguna migaja. Sientes el aleteo rápido de pequeñas aves que se elevan y descienden sobre el agua, aprovechando los insectos que revolotean. Es una sinfonía de la vida, incluso en medio de la actividad.

Para tener la mejor experiencia ornitológica, el truco es ir temprano, justo cuando abren sus puertas, alrededor de las 9:00 AM. A esa hora, el mercado aún está despertando, y el ruido humano es mínimo. Dirígete a los canales menos transitados, especialmente los que están más alejados de la zona central de comida y los espectáculos. Ahí es donde podrías sorprenderte. Mantente atento al sonido de un chapoteo repentino: podría ser un martín pescador buceando por su presa, aunque son más esquivos aquí.

Es mucho más probable que escuches el constante parloteo de los estorninos y los gorriones, que son muy activos por la mañana, revoloteando entre las estructuras de madera y los tejados. También podrías oír el arrullo suave de las palomas posadas en las vigas o el graznido más fuerte de las mynas que ya están buscando su desayuno entre los restos de comida. Busca un lugar tranquilo en uno de los puentes laterales o en un rincón apartado de los puestos para sentarte en silencio y simplemente escuchar.

Olya desde los callejones