Si te digo 'Pattaya', seguro piensas en playas bulliciosas y la energía de sus calles. Pero hay un rincón que te transporta a otro mundo, uno de silencio y asombro: Underwater World Pattaya. No es solo ver peces; es *sentir* el océano. Imagina esto: dejas atrás el calor y el bullicio de la calle, y al cruzar la puerta, una ola de aire fresco y húmedo te envuelve. El sonido del tráfico se apaga, reemplazado por un murmullo distante, como el de una cascada lejana, y un suave burbujeo. Notas el cambio de luz; de la intensidad del sol a un azul profundo y envolvente que te invita a sumergirte sin mojarte.
Tu primer contacto es con los tanques más pequeños y coloridos, como joyas vivas. Acércate, casi puedes sentir la vibración del agua contra el cristal. Escucha el suave aleteo de las aletas, el imperceptible roce de los corales. Aquí es donde empiezas a ajustar tus sentidos, donde tus ojos (o tu imaginación) se acostumbran a la penumbra acuática. Para que lo disfrutes al máximo, te diría que vayas a primera hora de la mañana, justo cuando abren. La calma es absoluta, casi mística, y la luz que se filtra es la más bonita. Evita las tardes si no te gustan las aglomeraciones; se llena bastante.
Luego, casi sin darte cuenta, te encuentras en el umbral del gran túnel. Es como si el suelo desapareciera y estuvieras caminando por el lecho marino. Las paredes son de agua, y sientes una inmensidad azul que te rodea. Escucha con atención: el único sonido es el de tu propia respiración, y quizás un lejano y suave 'swish' de una cola de tiburón pasando por encima. Sientes la frescura del aire y la magnitud del espacio. Es sobrecogedor. No corras; tómate tu tiempo. Busca uno de los asientos o simplemente apóyate contra la pared de cristal. Levanta las manos, imagina que puedes tocar las siluetas que se deslizan por encima de ti: tortugas majestuosas, rayas que parecen alfombras voladoras y, sí, tiburones. Es una meditación en movimiento. La sensación es de pura paz, de ser un intruso bienvenido en un mundo ajeno.
Hay algunas zonas que, sinceramente, podrías pasar más rápido. Por ejemplo, al salir del túnel principal, hay unas piscinas interactivas donde puedes tocar algunas criaturas. Si no te sientes cómodo o si hay mucha gente, no te pierdes gran cosa. Y las zonas con reptiles o algunas aves fuera del ambiente acuático, aunque interesantes, rompen un poco la inmersión del mundo submarino. Si tu tiempo es limitado o solo quieres la experiencia acuática pura, no dudes en saltártelas. No es que estén mal, pero no añaden a la *sensación* de estar bajo el mar.
Para la gran final, guarda el momento de la alimentación de los tiburones y rayas. Es un espectáculo que despierta todos los sentidos. Escucha el chapoteo del agua, casi puedes sentir la vibración de los animales al moverse con energía. Hay una emoción palpable en el aire. Es el broche de oro perfecto.
Tu ruta ideal sería esta
1. Entrada y Tanques Pequeños: Despacio, para aclimatarte.
2. Túnel Principal: Quédate aquí todo lo que necesites. Busca un banco, siéntate y absorbe el momento. Este es el corazón del lugar.
3. Zonas Temáticas (sin túnel): Después del túnel, verás tanques de arrecife, medusas... Pasa por ellos a tu ritmo. Si te aburres, avanza.
4. Piscinas Interactivas: Si te apetece, si no, salta.
5. Zona de Alimentación (si hay show): Consulta los horarios al llegar. Este es el clímax.
6. Salida/Tienda de regalos: Si quieres un recuerdo.
Un último consejo práctico: lleva ropa ligera, y si vas a hacer fotos, olvídate del flash, molestarás a los animales y no saldrá bien. Simplemente, disfruta de la luz natural. Y no te olvides de llevar una pequeña botella de agua, el aire dentro es fresco, pero siempre viene bien. Salir de allí es como despertar de un sueño, pero te prometo que la sensación de ese azul profundo se te quedará grabada.
Max desde el camino.