¡Hola, explorador! ¿Listo para sentir la magia de un rincón de China que te abraza con sus milenios de historia? Te hablo de Xingping, un pueblo que no solo visitas, sino que lo *vives* con cada paso.

Imagina esto: tus pies pisan una superficie irregular, un mosaico de adoquines pulidos por el tiempo y el paso de innumerables viajeros. Es la calle principal de Xingping, que te recibe con un abrazo cálido y caótico. No es una avenida, es un sendero antiguo que serpentea suavemente, guiándote de forma natural. A cada lado, sientes la presencia de edificios bajos, algunos de madera oscura y otros de ladrillo gris, con sus puertas abiertas invitándote a curiosear. Escuchas el murmullo de conversaciones en mandarín, el tintineo ocasional de una cuchara en un cuenco de sopa, y un sutil aroma a especias y té que flota en el aire, mezclándose con el dulzor de la fruta fresca. Es un camino que te invita a ir despacio, a sentir la historia bajo tus pies y el pulso de la vida local a tu alrededor.

A medida que te adentras, el camino principal se bifurca en callejuelas y pasajes aún más estrechos, casi como venas que se adentran en el corazón del pueblo. Aquí, la textura del suelo puede cambiar; de adoquines a tierra apisonada o incluso losas de piedra más grandes. Te encuentras con muros de ladrillo expuesto que, si extiendes la mano, puedes sentir su frescura o la rugosidad de su antigüedad. El sonido de la calle principal se desvanece un poco, y en su lugar, escuchas el suave chapoteo de agua de algún grifo, el croar de una gallina en un patio trasero, o el rasgueo de una escoba barriendo. De repente, un aroma distinto te envuelve: quizás el de la madera quemándose en una estufa, o el de una comida casera preparándose. Estas sendas son laberínticas, pero no asfixiantes; te invitan a perderte un poco, a explorar sin rumbo fijo, sabiendo que siempre encontrarás tu camino de vuelta. Si eres un explorador nato, no te resistas: perderse un poco por aquí es la mejor manera de descubrir sus secretos.

Y luego, casi sin darte cuenta, esas mismas sendas te sacan del entramado urbano y te dirigen hacia la orilla del majestuoso río Li. Sientes cómo el aire cambia, se vuelve más fresco, más húmedo, con el aroma limpio del agua y la vegetación. El suelo se vuelve más irregular cerca de la ribera, con pequeñas rocas y arena. Puedes escuchar el suave chapoteo del río, el canto de los pájaros en la distancia y, si tienes suerte, el sutil crujido de un bote de bambú deslizándose. Es aquí donde el pueblo se abre a la naturaleza imponente de las montañas kársticas que se alzan alrededor. Si quieres la vista icónica del billete de 20 yuanes, sigue el camino que bordea el río hacia el sur; no tiene pérdida y las señales te guiarán.

En general, la disposición de Xingping es bastante intuitiva una vez que te acostumbras a su ritmo pausado. Es un pueblo pequeño y compacto, diseñado para ser recorrido a pie. Las calles, aunque irregulares, son fáciles de transitar, pero un buen calzado con soporte es clave para disfrutar sin preocupaciones. No esperes aceras perfectas; esto es China rural con siglos de historia bajo tus pies. Aunque puede haber multitudes en temporada alta, el pueblo es lo suficientemente pequeño como para que siempre encuentres un rincón tranquilo si te desvías un poco de la ruta principal. Es un lugar para sentir, para respirar hondo y para dejar que sus caminos te cuenten su propia historia.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

Si hay un lugar que me ha robado el corazón en Yangshuo, ese es Xingping. Y si me preguntas cuándo se siente mejor, no es solo un mes, es una sensación en el aire. Para mí, la magia ocurre a finales de otoño o principios de invierno, justo antes de que el frío se ponga serio. Imagina el aire: no es gélido, sino que tiene una frescura que te despierta los sentidos. Respiras el aroma limpio del río Li, con una sutil nota a tierra húmeda que sube de las bases de los picos kársticos. La luz es más suave, como un velo que pinta las montañas de piedra caliza en tonos de gris y verde profundo, casi como una antigua pintura a tinta. Escuchas el suave chapoteo del río contra las balsas de bambú, puntuado por los lejanos graznidos de los cormoranes. El suelo bajo tus pies se siente firme y seco. La calle principal, la Old Street, aún tiene vida, pero es un murmullo, no un rugido. Puedes caminar sin tropezar constantemente con otros. Hay gente local haciendo su día a día, algunos vendedores, pero los grupos masivos de turistas son menos. Este clima te invita a bajar el ritmo, a observar de verdad. El aire no es denso por la humedad, así que te sientes más ligero, más conectado con el paisaje. Es un ambiente contemplativo.

Pero ¿y si no es finales de otoño? Imagina despertarte antes del amanecer. El aire es fresco, cargando el tenue olor a humo de leña de las primeras fogatas para el desayuno. Escuchas el primer canto de los pájaros, el distante traqueteo de un carrito de fideos. La niebla, si está presente, envuelve los picos kársticos, haciéndolos desaparecer y reaparecer como fantasmas. Extiendes la mano y el aire se siente húmedo, un rocío fino que se posa en tu piel. A esta hora, el pueblo pertenece a sus residentes. Podrías ver a un anciano barriendo su tienda, o a una mujer preparando su puesto de comida. El río está casi en silencio, salvo por el ocasional pescador. Es una experiencia íntima, como si te hubieran confiado un secreto. Un día de lluvia brumosa no es un "mal" día aquí. Transforma el paisaje en algo etéreo. Los colores se profundizan, los sonidos se amortiguan. Se siente antiguo, místico. Te dan ganas de envolver tus manos alrededor de una taza de té caliente y simplemente observar cómo se despliega el mundo.

Para aprovechar al máximo estos momentos, empaca capas si vas a finales de otoño; las mañanas pueden ser frescas, pero los días son agradables. Un buen calzado para caminar es esencial, ya sea para explorar la calle antigua o los senderos cercanos. Si te encuentras con una mañana brumosa o lluviosa, una chaqueta impermeable ligera es indispensable, y un paraguas para pasear por el pueblo. No te saltes el crucero por el río solo por la niebla; a menudo es mucho más hermoso con ese velo etéreo. Llegar a Xingping desde Yangshuo es fácil: un autobús local te dejará justo en el pueblo. Y cuando el aire es fresco, no hay nada como unos fideos calientes o un guiso local para entrar en calor y sumergirte en la experiencia. Para esa foto icónica del billete de 20 yuanes sin aglomeraciones, ve al mirador al amanecer.

La verdadera belleza de Xingping radica en su capacidad de adaptación. El tacto de los adoquines gastados bajo tus pies en la Old Street, pulidos por siglos de pisadas. El sutil aroma a hojas de té que se preparan en una pequeña tienda. El murmullo tranquilo de las conversaciones en mandarín. Incluso si hay mucha gente, siempre hay callejones tranquilos o orillas del río donde puedes encontrar un momento de paz. Se trata de encontrar tu propio ritmo. Es hermoso bajo un sol brillante, cautivador en la niebla y sereno en el frío tranquilo. El "mejor" momento es realmente cuando te permites conectar con su esencia.

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar que se te pegará al alma: Xingping, un pueblo que vive al ritmo del río Li en Yangshuo, China. No es un destino, es una sensación.

Imagina que llegas. La primera bocanada de aire es pura naturaleza: el olor húmedo de la tierra y el agua dulce del río Li, mezclado con un toque lejano a incienso quemándose en algún templo. Puedes sentir el suave viento que baja de las montañas de karst, esas formaciones rocosas que parecen esculpidas por gigantes. Escuchas el murmullo constante del río, salpicado por el chapoteo de los botes de bambú y el lejano canto de un barquero. Sientes el calor del sol en tu piel, un calor amable que te invita a bajar el ritmo y simplemente *estar*.

Ahora, camina conmigo hasta la orilla. Siente la brisa fresca del río en tu cara. Te montas en una balsa de bambú, y el bamboleo suave te mece mientras te adentras en el paisaje. Aquí, el agua bajo tus pies es tan clara que casi puedes tocar el fondo. Mira hacia arriba, si pudieras, verías esas montañas que parecen dragones dormidos. Una anciana local, con arrugas que cuentan historias de siglos, me dijo una vez, con una sonrisa que le iluminaba los ojos: "El río Li es nuestra vida, y la montaña del billete de 20 yuanes no es solo una imagen, es el corazón de nuestra casa. Mi abuelo siempre decía que esa montaña nos ha visto crecer, nos ha alimentado y nos ha protegido. Es nuestro guardián silencioso, el que nos recuerda que somos parte de algo mucho más grande". Es una sensación de paz y antigüedad que te envuelve.

Al volver a tierra, te adentras en las callejuelas empedradas del casco antiguo. Siente la textura rugosa de las piedras centenarias bajo tus pies, irregulares y pulidas por el paso de innumerables generaciones. El aire se llena con el aroma dulce y especiado del jengibre cocinándose, mezclado con el olor ahumado del pescado a la parrilla. Escuchas el tintineo de pequeñas campanas de viento y el murmullo de conversaciones en dialectos que nunca antes habías oído. No hay prisa aquí; la gente se mueve con una calma que te invita a explorarlo todo con lentitud. Busca las casas antiguas con sus patios interiores, algunas tienen puertas de madera tallada que parecen susurrar secretos. Es un laberinto acogedor, donde cada esquina te revela algo nuevo, desde un artesano trabajando la madera hasta un puesto de té.

Cuando el hambre apriete, no te compliques. Prueba el pescado del río Li cocinado al vapor con jengibre y cebolla de verdeo; es fresco y delicado. Busca también los fideos de arroz de Guilin, suelen servirse con cacahuetes crujientes y carne estofada, una explosión de sabor y textura. Y para algo dulce, no te vayas sin probar el taro asado o el pastel de arroz glutinoso envuelto en hojas de bambú. Los encuentras en los puestos callejeros, calientes y listos para comer. No te preocupes por el restaurante perfecto, aquí la magia está en la comida local que se prepara con cariño.

Llegar a Xingping es fácil. Desde Yangshuo, un autobús local te dejará en el pueblo en unos 45 minutos, y es un viaje económico y directo. Una vez allí, el pueblo es pequeño y se recorre perfectamente a pie. Si quieres explorar los alrededores, como la famosa vista del billete de 20 yuanes, puedes contratar una balsa de bambú o incluso alquilar una bicicleta. No necesitas más transporte, la belleza está en caminar y perderte entre sus callejuelas.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

¡Hola, viajeros! Hoy nos perdemos por un rincón de China que te abraza con su magia: Xingping, ese pueblo a orillas del río Li que parece sacado de un sueño.

Imagina esto: el aire de la mañana es fresco, húmedo, con un ligero aroma a tierra mojada y a ese verdor intenso de los bambúes. Sientes cómo la bruma acaricia tu piel, aún tibia por el sol que empieza a asomarse tímidamente entre los picos. Escuchas el suave chapoteo del agua contra la orilla y, a lo lejos, el motorcillo de una balsa de bambú que se desliza sin prisas. No ves, pero *sientes* la inmensidad de esas montañas kársticas que se elevan como gigantes dormidos a tu alrededor. Y de repente, ahí está. Frente a ti, la misma escena que adorna tu billete de 20 yuanes. No es solo una imagen, es una sensación de paz profunda que te envuelve.

Para capturar esa vista icónica del billete de 20 yuanes, tu mejor parada es justo en la orilla del río Li, en el paseo que hay junto al muelle principal de Xingping. Verás a otros fotógrafos y a locales ofreciendo paseos en balsa. El punto exacto es donde las dos montañas más prominentes, que parecen una silla de montar, se alinean perfectamente con el río y un poco de vegetación en primer plano. Si eres más aventurero y buscas una perspectiva más elevada y espectacular, puedes subir al pico Laozhai. Es una caminata empinada y con escalones irregulares, pero la recompensa es una vista panorámica que te quita el aliento, abarcando todo el meandro del río y los pueblos a lo lejos.

Pero Xingping es mucho más que el río. Camina por sus callejuelas empedradas, tan antiguas que sientes la historia bajo tus pies con cada paso. El olor a comida casera, quizás a fideos recién hechos o a pescado a la parrilla, flota en el aire, mezclándose con el aroma a incienso de algún pequeño templo. Oyes el murmullo de las conversaciones locales, el tintineo de alguna bicicleta, el sonido de las puertas de madera al abrirse y cerrarse. Si extiendes la mano, puedes tocar las paredes de las casas viejas, sintiendo la textura rugosa de la piedra y el musgo. Es como si cada rincón te contara una historia, invitándote a detenerte y simplemente *ser* parte de su ritmo pausado. Busca aquí los detalles: una maceta con flores silvestres, un anciano sentado en su puerta, un gato perezoso estirándose al sol.

La mejor luz para las fotos en el río y las montañas es, sin duda, al amanecer. La niebla suele ser densa y crea una atmósfera etérea y misteriosa que no se consigue a ninguna otra hora. Además, hay mucha menos gente. Si el amanecer no es lo tuyo, el atardecer también ofrece una luz dorada preciosa que baña las montañas y el agua. Para las fotos en el pueblo, la luz de media mañana o media tarde funciona bien, ya que ilumina las calles sin crear sombras demasiado duras. Si buscas capturar la vida local, simplemente siéntate en un café y observa; la autenticidad se fotografía sola.

Lola de la Ruta

¡Hola, colega de aventuras! Acabo de volver de Xingping, en Yangshuo, y tengo que contarte todo, como si estuviéramos tomando un café.

Imagínate esto: bajas del autobús en un pueblo que parece sacado de un pergamino antiguo. Lo primero que te golpea es el olor. Una mezcla densa de humedad del río, el dulce y picante aroma de la comida callejera que se fríe en cada esquina, y un toque terroso de la piedra mojada. Escuchas el murmullo constante de voces, el claxon ocasional de una moto, y un sonido lejano que podría ser el motor de una barcaza o el canto de un gallo. Caminas, y bajo tus pies sientes los adoquines irregulares, pulidos por siglos de pasos, que te guían por callejones estrechos donde la luz se filtra a duras penas. El aire es denso, cálido y te envuelve, casi puedes saborear la historia en él. Es un lugar que te abraza desde el primer segundo.

Luego está el río Li. Prepárate para el viaje en balsa de bambú. No es un barco, es una balsa, y la sientes. Tus manos se agarran al bambú liso y fresco, y sientes el suave chapoteo del agua justo debajo de ti, casi rozando tus pies. La brisa que sube del río te acaricia el rostro, llevándose el calor. Escuchas el silencio, un silencio profundo roto solo por el suave empuje del barquero y el agua lamiendo la balsa. Levantas la vista y sientes la inmensidad de las montañas kársticas, gigantes de piedra que se alzan majestuosas, envolviéndote en un abrazo verde y gris. Es la vista del billete de 20 yuanes, sí, pero vivirla así, sentirla, es otra cosa. Te sientes pequeño y maravillosamente insignificante ante tanta belleza.

Lo que no me gustó tanto, y te lo digo claro, es que es súper turístico. Vas a ver gente por todas partes, sobre todo en la zona del embarcadero y la calle principal. Te van a intentar vender de todo, desde souvenirs que se repiten hasta paseos en barca. Tienes que estar preparado para regatear o simplemente ignorar si no te interesa. Pero lo que sí me sorprendió gratamente fue que, si te sales un poco de la calle principal y te pierdes por los callejones laterales, encuentras la Xingping real. Calles tranquilas, gente local haciendo su vida, y pequeños templos escondidos donde el incienso impregna el aire y el silencio es casi absoluto. Es como si el tiempo se detuviera fuera del bullicio.

Para llegar, lo más fácil es coger un autobús desde Yangshuo. Salen muy a menudo y te dejan en la misma entrada del pueblo. Para la comida, mi consejo es que busques los sitios donde veas a gente local comiendo, aunque no tengan el cartel más llamativo. Ahí es donde encontrarás la comida más auténtica y a buen precio. Intenta ir a la balsa temprano por la mañana o al atardecer para evitar las multitudes y disfrutar de una luz increíble sobre las montañas. La balsa de bambú "oficial" del billete de 20 yuanes es la que va de Xingping a Nine Horse Fresco Mountain. Hay otras opciones más cortas, pero esa es la que vale la pena.

Al final, Xingping es un lugar que te deja una huella. Es una mezcla de lo masificado y lo auténtico, de la belleza innegable y el ajetreo turístico. Pero si vas con la mente abierta, dispuesto a sentirlo y a salirte un poco del camino marcado, te aseguro que te llevarás imágenes y sensaciones que no olvidarás.

¡Un abrazo desde la carretera!

Clara de Viaje

¡Hola, viajeros! Hoy te llevo a un rincón mágico de China, Xingping, un pueblo que parece sacado de una pintura. Imagina el aire, espeso y húmedo, que te envuelve al bajar del barco, con ese aroma dulce a tierra mojada mezclado con el frescor del río Li. Sientes una brisa suave en la cara, es el aliento del agua que pasa a tu lado. Escuchas el suave chapoteo de las barcas de bambú, un sonido rítmico y ancestral que te acompaña. A veces, un canto lejano de un pescador rompe el silencio, o el graznido de un cormorán que se zambulle en busca de su presa. No hay prisas aquí, solo el pulso tranquilo del río. Caminas por sus calles empedradas, irregulares, que te hacen sentir cada paso. Bajo tus pies, la piedra pulida por siglos de historia. Puedes tocar los muros antiguos de las casas, la madera envejecida, sentir su textura rugosa o lisa. A tu alrededor, el calor del sol se filtra entre los tejados, y si extiendes la mano, podrías rozar los toldos de tela de los pequeños puestos, o la seda fresca de algún pañuelo colgado. El ambiente es de paz, de una belleza que se siente más allá de lo que se ve. Es como si el aire mismo estuviera impregnado de historias milenarias.

Xingping es un lugar para sentir con cada fibra de tu ser, pero también es un lugar donde la movilidad puede ser un desafío para algunos. Sus encantos están en sus rincones, y a veces, para explorarlos plenamente, necesitamos un poco de ayuda extra.

Si necesitas alquilar una silla de ruedas o un scooter en Xingping, la buena noticia es que, aunque no hay tiendas especializadas grandes como en ciudades más grandes, la gente local es increíblemente servicial. Tu mejor opción es preguntar directamente en tu hotel o casa de huéspedes. Muchos alojamientos pequeños tienen algunas disponibles para sus huéspedes, o saben dónde conseguirlas. No es un servicio súper formal, así que no esperes una flota enorme, pero suelen encontrar una solución. El coste suele ser muy razonable, a menudo simbólico o incluso gratuito si te quedas en el lugar. Si te cobran, espera pagar quizás entre 20-50 CNY por un día, dependiendo del tipo de equipo y de la duración. Siempre pregunta el precio antes de aceptar. Para comunicarte, usa una aplicación de traducción como Google Translate o Baidu Translate en tu teléfono. Señala la palabra 'silla de ruedas' (轮椅 - lúnyǐ) o 'scooter eléctrico' (电动滑板车 - diàndòng huábǎnchē) y haz la pregunta. La gente es muy amable y comprensiva. También puedes pedir ayuda en los pequeños negocios cerca del muelle principal del río Li, ellos suelen conocer a alguien que alquile o preste. No es tan fácil como en una gran ciudad, pero con un poco de paciencia y una sonrisa, encontrarás lo que necesitas.

Leo Viajero

¿Qué se *hace* en Xingping? Imagina que el aire cambia. Dejas atrás el bullicio de Yangshuo y, a medida que te acercas a Xingping, la carretera se estrecha, los árboles se cierran y el sonido del tráfico da paso a algo más suave, más antiguo. Escuchas el murmullo del río antes de verlo, un sonido constante que te envuelve. Al llegar, el asfalto se convierte en un laberinto de adoquines irregulares bajo tus pies, y el aroma a tierra húmeda y a la madera vieja de las casas te da la bienvenida. Es como si el tiempo se hubiera ralentizado, invitándote a respirar profundo.

Una vez allí, el río Li te llama. No necesitas un guía, solo tus sentidos. Sientes la madera lisa y fresca de la balsa de bambú bajo tus manos mientras te deslizas suavemente sobre el agua. El aire es limpio, huele a agua dulce y a la vegetación húmeda de las orillas. Escuchas el chapoteo rítmico de la pértiga del barquero y el canto lejano de algún pájaro. El sol, si tienes suerte, calienta tu piel mientras pasas entre las imponentes montañas kársticas, sus formas caprichosas proyectándose sobre el agua. Es aquí donde ves la famosa imagen del billete de 20 RMB, un momento de pura quietud que te llena el pecho. Para conseguir la mejor luz y evitar las multitudes, madruga; las primeras horas de la mañana son mágicas.

Después de la serenidad del río, caminas por los callejones estrechos de la Ciudad Vieja de Xingping. El pavimento es rugoso bajo tus pies, gastado por siglos de pasos. A tu alrededor, las fachadas de las casas antiguas, algunas de madera, otras de piedra, desprenden un olor a historia y humedad. Escuchas el tintineo de las herramientas de los artesanos, el murmullo de las conversaciones en dialecto local y el crepitar de los woks en los pequeños restaurantes. El aroma a aceite caliente y especias te guía hacia los puestos de comida callejera. No te pierdas los fideos recién hechos con salsa de cacahuete o un sabroso tofu apestoso; son experiencias que te envuelven por completo.

Al caer la tarde, el pueblo respira diferente. Los grupos de turistas se disipan y Xingping revela su auténtica esencia. Sientes el fresco de la brisa que baja de las montañas y el calor residual de las piedras de las calles. Escuchas las risas de los niños jugando y el sonido de las familias cenando juntas. Si buscas un momento de conexión, siéntate en una de las pequeñas cafeterías con vistas al río y siente la calidez de una taza de té local en tus manos. Para cenar, busca los pequeños restaurantes familiares alejados de la calle principal; la comida es más auténtica y el ambiente, íntimo. Prueba el pescado a la cerveza, una especialidad local que te sorprenderá.

Cuando te marchas, lo que se queda contigo no son las fotos, sino la sensación. El eco del río, la frescura del aire, el sabor de la comida local y la textura de las calles antiguas. Xingping no es un lugar para "hacer" cosas, sino para "sentir" y "vivir". Es un remanso de paz que te invita a desconectar y a sumergirte en la belleza natural y la vida sencilla. Para volver a Yangshuo, los autobuses locales son frecuentes y muy económicos; te dejan en la estación principal y desde allí puedes moverte fácilmente.

Sofía en ruta.

¡Hola, exploradores de corazón! Hoy os llevo a un rincón de China que se siente con cada poro de la piel: Xingping Town, en Yangshuo. Olvídate por un momento de las fotos postales y las multitudes. Te quiero llevar a un lugar que los guías no mencionan, una pequeña melodía que solo escuchas si te detienes. Imagina que caminas conmigo por una de esas callejuelas estrechas que se desprenden de la calle principal, justo después del mercado de verduras. El sol apenas se filtra y el aire se vuelve más fresco, casi denso. De repente, lo sientes: un aroma dulce y terroso, como a carbón de leña recién encendido mezclado con el dulzor de algo que se carameliza lentamente. Y lo oyes. No es el bullicio de los turistas, sino un tintineo suave y rítmico, como pequeñas campanillas de cobre golpeándose, acompañado de un crepitar constante. Si te acercas un poco más, sentirías el calor que irradia de una pequeña tienda casi escondida, donde un anciano, sin prisa, está tostando cacahuetes en una sartén gigante sobre un fuego de leña. El sonido es el de su pala metálica rascando el fondo del wok, y el aroma, esa mezcla inconfundible de nuez tostada y humo dulce, es el corazón de Xingping latiendo en sus rincones más humildes.

Para encontrar este tipo de joyas, mi mejor consejo es que te pierdas. Literalmente. Una vez que hayas visto lo básico, desvíate por cualquier callejuela que parezca demasiado estrecha para un turista. No busques carteles, solo sigue tus sentidos. Siente cómo el suelo de adoquines antiguos se vuelve irregular bajo tus pies, notando las huellas de siglos de pasos. Escucha cómo el eco de tus propios pasos se amplifica en los pasadizos cubiertos, y cómo el murmullo de la vida local –el regateo de un vendedor, la risa de un niño– te envuelve. Es en esos desvíos donde encontrarás la verdadera esencia de Xingping, donde la vida cotidiana se despliega sin artificios. No te preocupes por el "qué ver", preocúpate por el "qué sentir".

Y ya que estamos en la onda de los sentidos, no puedes irte sin probar los fideos "Guilin mifen" de un puesto local. No hablo de los restaurantes grandes y vistosos. Busca uno pequeño, donde solo haya un par de mesas de plástico y el vapor de la cocina te empañe las gafas al entrar. Cuando te sirvan el bol, siente el calor del cuenco entre tus manos. El aroma es complejo: vinagre de arroz, cacahuetes tostados, bambú encurtido y un ligero toque picante. Al comerlos, la textura de los fideos es suave y resbaladiza, y cada bocado explota con capas de sabor. Es una experiencia tan auténtica que te sentirás como un local más, compartiendo el mismo aire y los mismos sabores que la gente que ha vivido allí toda su vida. Pregunta por "Liangfen" también, una gelatina de frijol mungo fría y refrescante, perfecta para el calor, que se siente suave y sedosa en la boca.

Finalmente, si quieres experimentar la verdadera tranquilidad de Xingping sin madrugar para el amanecer, quédate hasta el atardecer. En lugar de ir a los puntos de vista típicos, busca un pequeño embarcadero secundario, lejos de los botes turísticos. Siéntate en los escalones de piedra y escucha. El río Li suena diferente al anochecer. Ya no hay el bullicio de los motores, solo el suave chapoteo del agua contra la orilla y el ocasional canto de un pájaro nocturno. Siente cómo la brisa fresca te acaricia la piel, trayendo consigo el aroma a tierra húmeda y la promesa de una noche tranquila. Es el momento en que Xingping respira, y tú con ella.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

¡Hola, explorador! Si estás pensando en aventurarte por Xingping, en Yangshuo, vas a alucinar. Es un lugar que te atrapa con su magia, pero como en todo sitio con tanta historia y encanto, hay que estar un poco al tanto. Imagina que el aire te envuelve con una humedad suave, con ese olor a río y a tierra mojada que solo encuentras aquí. Escuchas el murmullo lejano de las barcas de bambú y el chapoteo del Li River, que te acompaña como una banda sonora. Sientes el calor del sol en la piel y, a veces, la brisa fresca que baja de las montañas kársticas. Es un lugar para sentirlo con todo el cuerpo, pero justo por eso, quiero que estés atento a lo que tus pies y tus sentidos te digan.

Cuando caminas por las calles antiguas, sientes cómo cada adoquín es una historia, con sus bordes desgastados y su superficie irregular. Tus pies se adaptan, buscando el equilibrio, una pequeña danza en cada paso. Por eso, mi primer consejo es que lleves calzado cómodo y con buena suela. No te olvides de mirar siempre por dónde pisas. Es fácil distraerse con la belleza de los edificios y los detalles, pero un tropiezo tonto puede arruinarte el día.

Y no solo es que estén irregulares, la humedad constante y el paso de la gente hacen que algunas zonas, sobre todo si hay musgo o si acaba de llover, puedan ser traicioneras. Imagina la humedad que se pega a la piedra, el musgo que a veces la cubre. Un paso en falso y notas cómo el pie resbala un instante, buscando de nuevo el agarre. Es una sensación de pérdida de control por un segundo. Si ves que el suelo brilla por la humedad o que el color de la piedra es más oscuro, tómatelo con calma. No corras, tómate tu tiempo y apoya bien cada pie.

También es importante que prestes atención a las personas. Xingping es muy acogedor, pero como en cualquier lugar turístico, a veces una voz demasiado amigable te llama por tu nombre, o sientes una mano que se posa suavemente en tu brazo para captar tu atención. Hay una energía diferente, una insistencia sutil que te hace sentir incómodo. Si alguien se te acerca demasiado amigable ofreciéndote algo "gratis" o una "oferta especial" para un tour o una "ceremonia del té", mantén la distancia. Confía en tu intuición. Si algo suena demasiado bueno para ser cierto, probablemente lo sea. No te sientas presionado a aceptar nada y si te sientes incómodo, simplemente di "no, gracias" y sigue tu camino.

Al final del día, lo importante es que disfrutes cada momento sin preocupaciones innecesarias. Ten siempre tus objetos de valor bien guardados, lleva solo lo necesario cuando salgas a pasear y, sobre todo, empápate de la atmósfera. Prueba la comida local, escucha los sonidos del pueblo y déjate llevar por la magia de este rincón del mundo. Es un lugar increíble si vas con los ojos bien abiertos y el corazón dispuesto a sentir.

¡Que lo disfrutes a tope!

Olya from the backstreets

¿Eres de los que sienten una conexión especial con el aleteo de una bandada o el trino escondido entre las hojas? Si te preguntas si Xingping, ese rincón mágico de Yangshuo, es para ti, déjame decirte: sí, absolutamente. Imagina el aire fresco de la mañana, cargado con el aroma a río y a vegetación húmeda. Cierra los ojos. Escucha el murmullo del Li, suave y constante, que se entrelaza con el coro matutino de aves. Siente la brisa fresca en tu piel mientras el sol apenas asoma por detrás de los picos kársticos, despertando el mundo. Es un despertar lento, lleno de vida.

Para sumergirte de lleno en esa sinfonía natural, el truco está en saber dónde y cuándo. No te quedes en el muelle principal, donde el bullicio de los barcos y los turistas es constante. En lugar de eso, camina. Dirígete hacia el sur del pueblo, siguiendo las orillas del río por los senderos menos transitados. Verás pequeñas playas de guijarros y tramos donde la vegetación es más densa y exuberante. Es en estos rincones donde el silencio se vuelve tu aliado. Aquí, con un poco de paciencia, podrías avistar el destello iridiscente de un martín pescador (Alcedo atthis) mientras se zambulle, o el vuelo rápido y errático de un vencejo de horquilla (Hirundapus caudacutus) sobre los imponentes picos. También es común escuchar el canto melancólico del shama de rabadilla blanca (Copsychus malabaricus) o el gorjeo juguetón de los bulbules de orejas claras (Pycnonotus jocosus) entre los arbustos.

El mejor momento para esta inmersión es, sin duda, muy temprano por la mañana. Piensa en el amanecer, justo cuando la luz empieza a teñir el cielo de colores pastel. Antes de que los primeros barcos de bambú comiencen su travesía y los grupos de turistas llenen los senderos. En esas horas, el pueblo aún duerme y la naturaleza es la protagonista. El aire es nítido y los sonidos se amplifican. Si no eres madrugador, el atardecer también ofrece una oportunidad. La luz se vuelve suave y dorada, y muchas aves regresan a sus nidos, ofreciendo un último concierto antes de la noche.

Si eres de los que disfrutan de la paciencia, de la escucha atenta y de la búsqueda de esos pequeños tesoros alados, Xingping te va a enamorar. No es un santuario de aves con miradores especializados, pero su paisaje kárstico, la tranquilidad de sus rincones menos explorados y la vida que bulle en sus orillas lo convierten en un paraíso inesperado para los amantes de las aves. Solo necesitas un poco de curiosidad y la disposición a perderte un poco.

Olya de las callejuelas.