Imagina que el aire de Guilin te envuelve, húmedo y fresco, con ese leve aroma a río y tierra mojada que se mezcla con el incienso lejano. Estás al pie de la Colina Fubo, y el camino inicial te recibe con una amplitud que invita a la calma. Es un sendero liso, de piedra pulida por el tiempo y las pisadas de miles de visitantes, que poco a poco empieza a elevarse. Escuchas el murmullo del río Li a tu izquierda, un sonido constante que te acompaña como un viejo amigo. A medida que avanzas, la senda se transforma: de repente, sientes el cambio bajo tus pies. Aparecen escalones de piedra, algunos irregulares, otros desgastados en el centro por el paso incesante. Te guían suavemente hacia arriba, entre la vegetación exuberante que casi puedes tocar, sintiendo la humedad de las hojas.

De pronto, el sendero te abraza. Notas cómo la temperatura baja ligeramente y un eco lejano te indica que te acercas a la Cueva del Retorno de la Perla. Las escaleras, ahora más empinadas y a veces un poco resbaladizas por la humedad natural, te invitan a adentrarte. Dentro de la cueva, el aire es más denso, fresco, y el sonido del goteo del agua crea una melodía hipnótica. Puedes estirar la mano y sentir la roca milenaria, fría y húmeda. La senda aquí es más estrecha, serpenteante, y te obliga a moverte con atención, sintiendo cada curva del camino. Luego, la luz del sol te llama de nuevo, y sales a un balcón natural. El viento te golpea suavemente la cara, trayendo el olor a agua y a verde, mientras tus oídos captan el leve rumor de las barcas en el río abajo. La subida continúa por una serie de escalinatas que se abren, te ofrecen vistas y luego se cierran de nuevo, guiándote siempre hacia la cima.

Si vas, te doy un par de consejos útiles. Lo mejor es ir a primera hora de la mañana o a última de la tarde. Así evitarás las aglomeraciones y el calor del mediodía, que puede ser bastante intenso, especialmente al subir tantas escaleras. Lleva calzado cómodo, de verdad, unas buenas zapatillas te lo agradecerán tus pies. Y no olvides una botella de agua, la necesitarás. Aunque la subida no es excesivamente larga (calcula entre una hora y hora y media para explorar tranquilamente), el esfuerzo se nota. Ten en cuenta que es un sitio con muchas escaleras y desniveles, así que no es muy accesible si tienes problemas de movilidad o vas con carrito de bebé.

Para llegar, Fubo Hill está súper céntrica en Guilin, así que es muy fácil. Puedes ir andando si tu hotel está cerca del río Li, o coger un taxi o uno de los autobuses locales; hay varias paradas muy cerca de la entrada. Hay una pequeña tarifa de entrada, pero merece la pena por las vistas y la experiencia. No te pierdas el acantilado de los Mil Budas ni la Piedra que Prueba la Espada; son puntos clave que te cuentan historias antiguas si te detienes un momento a "escucharlas". En la base de la colina, hay algunos pequeños puestos donde puedes comprar algo de beber o un snack rápido antes o después de la subida.

Olya de los callejones.

¡Hola, exploradores! Hoy quiero llevarte a un lugar mágico en Guilin, China: la Colina Fubo (Fubo Shan). No solo te voy a contar cuándo visitarla, sino a qué huele, qué se siente al respirar su aire y cómo te envuelve.

Imagina esto: es finales de otoño o principios de invierno. No hace frío de verdad, sino un fresco que te revitaliza. Sientes el aire limpio y nítido entrando en tus pulmones, un aire que huele a tierra húmeda, a hojas caídas y a la promesa de la naturaleza. Cuando subes, escuchas el suave murmullo del río Li a tus pies, un sonido constante y calmante que se mezcla con el canto distante de algún pájaro. La neblina matutina, si tienes suerte, se levanta lentamente, revelando los picos kársticos a tu alrededor como gigantes dormidos. El sol, aún bajo, calienta suavemente tu piel y el tacto de la roca bajo tus dedos mientras asciendes por los escalones es rugoso, vivo. Es en esas mañanas tranquilas cuando Fubo Hill respira y te invita a respirar con ella.

Claro, esa hora mágica no es un secreto. Durante esas mañanas frescas y claras, la colina atrae a gente. No esperes una soledad absoluta, pero tampoco una estampida. Hay un murmullo constante de voces, risas suaves, el ocasional clic de una cámara. Es una energía compartida, no abrumadora. Si buscas más tranquilidad, piensa en un día con llovizna ligera. El sonido de las gotas de lluvia sobre las vegetación es casi hipnótico, y la gente se dispersa, dejando la colina envuelta en un velo místico. El suelo húmedo bajo tus pies se vuelve un poco resbaladizo, pero la atmósfera es de una paz profunda, casi sagrada. La colina se siente más íntima, como si te contara sus secretos solo a ti.

Para que te organices, Fubo Hill suele abrir sus puertas desde las 7:30 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde. La entrada cuesta alrededor de 30 yuanes (unos 4-5 euros, dependiendo del cambio). Llegar es fácil: desde el centro de Guilin, un taxi o un autobús local (muchas líneas pasan cerca, pregunta por "Fubo Shan") te dejarán en la entrada en unos 15-20 minutos. No olvides llevar calzado cómodo para caminar y subir escaleras, y si vas en invierno, una chaqueta ligera que puedas quitarte es ideal, el sol calienta rápido.

¡Hasta la próxima aventura!

Marco en Ruta

¡Hola, explorador! Hoy te llevo a un lugar que se siente como un suspiro de historia y naturaleza en Guilin: la Colina Fubo, o Fubo Shan. Imagina que el aire se vuelve más fresco, no por el frío, sino por una humedad dulce que te envuelve, mezclada con un sutil aroma a tierra mojada y musgo. Caminas por un sendero donde tus pies sienten la textura desigual de la piedra antigua, pulida por miles de pasos. Escuchas el murmullo constante del río Li, que parece contar secretos al pie de la montaña, y notas cómo el sonido de tus propios pasos se amortigua al adentrarte en la boca de una cueva. Dentro, la temperatura baja unos grados y el eco de una gota de agua cayendo resuena, creando una melodía propia en la oscuridad. Puedes tocar la roca húmeda y sentir su frialdad, una conexión directa con el corazón de la tierra.

Mi abuela siempre contaba que Fubo Shan no era solo una colina, sino un espíritu guardián. Decía que un pescador, hace muchísimos años, encontró una perla brillante dentro de la Cueva de la Perla Devuelta. Intentó llevársela, pero cada noche, la perla volvía sola a su lugar. Así entendieron que la cueva era un lugar sagrado, custodiado por la montaña misma. Por eso la gente de Guilin, incluso hoy, siente una reverencia especial por Fubo Shan, no solo por su belleza, sino por esa magia que la hace "devolver" lo que le pertenece.

Llegar a Fubo Shan es sencillo porque está en pleno centro de Guilin, al borde del río Li. Si estás cerca, puedes ir andando; es un paseo agradable. Si no, un taxi o un Didi te dejará en la entrada en pocos minutos. Hay una entrada de pago, pero no es de las más caras, y merece la pena por lo que te ofrece el lugar.

Una vez dentro, no te pierdas la subida a la cima. Las vistas del río Li serpenteando entre los picos kársticos son espectaculares y te dan una perspectiva diferente de la ciudad. La Cueva de la Perla Devuelta es imprescindible; tómate tu tiempo para observar las inscripciones budistas talladas en la roca y las estatuas milenarias. Busca también la "Columna de Piedra que Sostiene el Agua", una formación geológica curiosa que parece flotar sin apoyo.

Para que tu visita sea aún mejor, te doy un truco: ve a primera hora de la mañana o al final de la tarde. No solo evitarás las multitudes, sino que la luz del sol es mucho más suave y mágica, perfecta para las vistas y para sentir la tranquilidad del lugar. Si te sientes con ganas de explorar un poco más a fondo, hay un pequeño sendero menos obvio que se desvía un poco antes de la cima principal, te lleva a un mirador más íntimo donde puedes sentarte y simplemente escuchar el río y el viento. Es mi rincón favorito para desconectar.

Lía en el Mapa

¡Hola, viajeros! Hoy nos vamos a Guilin, a un lugar donde la historia y la naturaleza se abrazan: la Colina Fubo (Fubo Shan). Imagina que el aire se vuelve más fresco, un alivio del bullicio de la ciudad. Puedes sentir una brisa suave que trae el olor húmedo del río Li, mezclado con el aroma terroso de la piedra antigua. Escuchas el murmullo lejano del agua y, si agudizas el oído, quizás el eco de las risas de otros exploradores que suben por los senderos. Sientes la rugosidad de la roca bajo tus dedos mientras te apoyas para subir, y el calor del sol en tu piel, filtrándose entre las hojas de los árboles. Caminas por senderos que te llevan a través de una vegetación exuberante, donde cada paso te acerca más a la cima, donde la historia de monjes y poetas parece impregnar el aire.

Llegar a Fubo es sencillo. Está muy céntrica en Guilin, así que puedes ir caminando desde muchos puntos del centro o tomar un taxi corto. Es una subida con bastantes escalones, pero no es agotadora si te lo tomas con calma. Una vez dentro, prepárate para explorar cuevas fascinantes como la Cueva de las Mil Budas y la Cueva del Retorno de la Perla. Hay estatuas antiguas talladas en la roca y vistas panorámicas que se abren a medida que subes. Lleva calzado cómodo, de verdad, y una botella de agua, especialmente si vas en un día soleado. Lo ideal es ir a primera hora de la mañana para evitar las aglomeraciones y el calor del mediodía, o a última hora de la tarde, justo antes del cierre, para disfrutar de una atmósfera más tranquila.

Si buscas esa foto perfecta, ese momento para capturar la esencia de Fubo, te diría que te dirijas a la cima, justo después de salir de la cueva principal, donde el camino se abre a una plataforma con una barandilla de piedra. Desde ahí, el mundo se abre ante ti. A tu derecha, verás el majestuoso río Li serpenteando suavemente, con sus aguas reflejando el cielo. A tu izquierda, los peculiares picos kársticos se elevan como gigantes verdes, perforando la niebla matutina o brillando bajo el sol de la tarde. Delante, la ciudad de Guilin se extiende, pero desde esta altura, el ruido se desvanece y solo percibes la inmensidad del paisaje. Puedes sentir el viento en tu cara, trayendo el frescor del río. Para la luz y el ambiente, no hay nada como el amanecer. La niebla se levanta lentamente del río, creando una atmósfera mística, y la luz dorada del sol naciente baña los picos kársticos, dándoles un brillo mágico. Las sombras son largas y dramáticas. Si no eres madrugador, el final de la tarde también es espectacular, con el sol cayendo y tiñendo el cielo de naranjas y rosas, creando siluetas impresionantes.

¡Hasta la próxima aventura!

Ana de Viaje

¡Hola, amigo! Acabo de regresar de Fubo Shan en Guilin y aún tengo la sensación de esa energía. Imagina que el bullicio de la ciudad se disipa poco a poco a medida que te acercas a la base de la colina. El aire, antes denso y húmedo, empieza a sentirse más fresco, con un sutil aroma a tierra mojada y vegetación. Caminas por un sendero adoquinado, tus pies notan la irregularidad de las piedras pulidas por el tiempo. De repente, el sonido del tráfico se transforma en el murmullo del río Li, que fluye suavemente. Es una transición mágica, como si la naturaleza te abrazara de golpe. Sientes la promesa de algo antiguo y sagrado en el aire.

Empiezas el ascenso y cada escalón que subes te conecta más con la roca, con la historia de este lugar. Tus músculos trabajan, pero la recompensa llega con cada nuevo panorama. Puedes sentir cómo el viento te acaricia la cara, trayendo el olor a agua dulce del río. Los sonidos se magnifican: el canto de los pájaros, el eco lejano de una barcaza, el susurro de las hojas en los árboles. Cuando llegas a la cima, la vista te quita el aliento. No solo ves la ciudad y el río serpenteando, sino que *sientes* la inmensidad del paisaje kárstico, la quietud majestuosa de las otras colinas que se elevan en la distancia. Es una sensación de libertad y perspectiva que te llena el pecho.

Pero la verdadera sorpresa está dentro de la colina, en la Cueva de Retorno de la Perla. Entras y la temperatura baja drásticamente; sientes la humedad en el aire y el frío de la roca contra tu mano si la tocas. El eco de tus propios pasos resuena en la oscuridad, mezclándose con el goteo constante del agua. El olor es a tierra húmeda, a cueva, a algo muy antiguo. De repente, tus dedos rozan una superficie irregular: son las intrincadas tallas budistas y las inscripciones en las paredes, que te transportan a siglos pasados. Es fascinante cómo un espacio tan encerrado puede sentirse tan expansivo, lleno de historias y arte que no esperas encontrar.

Ahora, para los detalles prácticos, como si te estuviera mandando un audio rápido: para disfrutarla de verdad, ve temprano por la mañana. Te ahorras las multitudes y el calor agobiante del mediodía. Lleva calzado cómodo, de verdad, porque hay muchos escalones empinados, tanto para subir como para explorar las cuevas. No es un lugar para sandalias de tacón. La entrada es asequible, pero siempre revisa los horarios de apertura porque a veces cambian con la temporada. Desde el centro de Guilin, puedes llegar fácilmente a pie o en un corto trayecto en taxi o autobús. Es una excursión que puedes hacer en un par de horas tranquilamente.

Lo que no me gustó tanto es que, aunque es precioso, en algunos puntos se notaba un poco el "turismo masivo", con algunas zonas que se sentían un poco menos auténticas o demasiado preparadas. Además, si no te gustan los espacios cerrados, la cueva puede ser un poco abrumadora, aunque es corta. Pero, sinceramente, esos pequeños detalles no le quitan el encanto. La combinación de la vista panorámica, la paz del río y la historia oculta en la cueva hace que valga la pena al cien por cien. Es una experiencia que te deja con una sensación de haber descubierto un pequeño tesoro en medio de Guilin.

¡Un abrazo desde el camino!

Olya from the backstreets

¡Hola, exploradores! Hoy nos sumergimos en la magia de Guilin, y en particular, en un lugar que te abraza con su historia: la Colina Fubo.

Imagina que el aire de Guilin, denso y húmedo, te envuelve al llegar a la base de la Colina Fubo. No necesitas ver para sentir la imponente presencia de la roca caliza que se alza sobre ti. Escuchas el suave murmullo del río Li, un sonido constante que te acompaña, como un latido antiguo. A veces, el eco de un bote de bambú rompe el silencio, deslizándose por el agua. Tus dedos pueden rozar la piedra, fría y lisa en algunos puntos, rugosa y llena de siglos en otros, mientras te adentras en la Cueva de la Perla. El aroma a tierra húmeda y, quizás, un ligero toque a incienso de algún pequeño santuario, llena tus fosas nasales. Sientes el cambio de temperatura al pasar de la luz del sol a la fresca oscuridad de la cueva, una sensación que te conecta con la tierra misma. Al ascender, aunque no veas el paisaje, percibirás la brisa volverse más fresca, el sonido del río más distante, y la sensación de espacio abrirse a tu alrededor. Es como si el aire mismo se expandiera, dándote la bienvenida a las alturas. La energía del lugar es palpable, una mezcla de serenidad y la vibración de miles de años de historia humana y natural.

Ahora, hablemos de algo práctico, porque viajar también es eso: planificar y asegurarse de que la experiencia sea cómoda para todos. Si necesitas una silla de ruedas o un scooter para moverte por la Colina Fubo, la verdad es que *directamente en la entrada del parque* es poco probable que encuentres un punto de alquiler dedicado. No es tan común como en otros destinos más orientados a la accesibilidad. Tu mejor opción es preguntar en tu hotel. Muchos hoteles en Guilin, especialmente los más grandes o los que atienden a turistas internacionales, a menudo tienen sillas de ruedas disponibles para sus huéspedes o pueden ayudarte a contactar con un proveedor local. También puedes preguntar al personal del parque en la taquilla o en el centro de visitantes si tienen alguna silla de ruedas de cortesía para uso interno, aunque esto no es una garantía. Para un scooter, es aún más difícil encontrarlo en el sitio.

¿Cómo preguntar? Si no hablas chino, usa una aplicación de traducción en tu teléfono. Frases clave como '¿Puedo alquilar una silla de ruedas?' (我可以租轮椅吗? Wǒ kěyǐ zū lúnyǐ ma?) o '¿Tienen una silla de ruedas disponible?' (有轮椅吗? Yǒu lúnyǐ ma?) serán muy útiles. En cuanto al costo, si logras alquilar una, los precios varían, pero suelen ser un depósito y una tarifa diaria razonable, quizá entre 20-50 CNY al día, aunque esto es una estimación. Siempre es buena idea llamar o enviar un mensaje a tu hotel con antelación para confirmar si pueden ayudarte con esto antes de tu llegada. Así te aseguras una experiencia más fluida.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

¡Hola, explorador! Si alguna vez te has preguntado qué se *siente* al visitar la Colina Fubo en Guilin, déjame guiarte. No te daré un mapa, sino una experiencia sensorial, como si caminaras a mi lado.

Imagina que llegas a la orilla del río Li. Siente la brisa fresca que sube del agua, cargada con un ligero aroma a tierra húmeda y a hojas. Escuchas el suave chapoteo del río contra las rocas y, a lo lejos, el murmullo tranquilo de la ciudad que se desvanece, dejando espacio a la calma. Aquí, la base de la colina te recibe con sus antiguos árboles, cuya corteza áspera invita a ser tocada.

Desde aquí, tus pasos te llevan hacia arriba. Cada escalón de piedra es una promesa. Sientes el calor del sol en la nuca y el aire volviéndose un poco más ligero a medida que ganas altura. Escucha el eco de tus propias pisadas en la piedra, una melodía rítmica que te impulsa. Un calzado cómodo es clave; no hay ascensores, solo escalones, pero la recompensa vale cada esfuerzo.

A medio camino, el aire cambia. De repente, una frescura te envuelve. Entras en la Cueva de la Devolución de la Perla. Aquí, la luz disminuye, y el sonido del goteo constante del agua te acompaña, resonando suavemente. Siente la roca fresca y húmeda bajo tus dedos si la tocas, y percibe el aroma mineral de la cueva. Las antiguas inscripciones en la pared te hablan sin palabras, un susurro de siglos pasados que te envuelve en un halo de misterio.

Y entonces, llegas a la cima. El viento te golpea suavemente en la cara, despejando cualquier rastro de cansancio. Cierra los ojos por un instante y siente la inmensidad. Cuando los abres, el mundo se extiende ante ti: el serpenteo verdoso del río Li, las icónicas colinas kársticas que parecen flotar en la distancia, y el sonido lejano de barcos que te recuerda la vida abajo. Es una sensación de libertad absoluta, de haber conquistado un pequeño pico en el corazón de un paisaje asombroso.

Para que la experiencia sea aún mejor, intenta ir a primera hora de la mañana o al final de la tarde. Así evitas las multitudes y el calor más intenso. No necesitas mucho tiempo, con un par de horas tienes suficiente para subir, explorar la cueva y disfrutar de las vistas. Lleva una botella de agua, siempre es buena idea.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar que se siente con cada poro de la piel: la Colina Fubo (Fubo Shan) en Guilin. No es solo una vista, es una experiencia que te abraza.

Imagina este momento: acabas de cruzar la entrada, y antes incluso de ver la famosa Cueva de la Perla Devuelta, sientes un cambio sutil en el aire. Es más fresco, más húmedo. Y luego lo percibes, no en tus ojos, sino en tus oídos y en tu nariz. Un goteo constante, rítmico, como un metrónomo natural, resuena suavemente desde la oscuridad de la cueva. *¡Ploc! ¡Ploc! ¡Ploc!* Y con cada gota que cae, llega un aroma inconfundible: una mezcla de tierra húmeda, piedra milenaria y un dulzor mineral casi imperceptible, como el aliento fresco de la montaña. Es un secreto que la roca guarda, un aroma que se pega a tu memoria, algo que ninguna guía te contará.

Para llegar, si estás en el centro de Guilin, puedes simplemente caminar a lo largo del río Li, es un paseo precioso y te permite sentir la brisa y el ambiente de la ciudad. Si vienes de más lejos, un taxi es una opción cómoda y rápida. La entrada es muy clara, hay una taquilla donde compras tu billete sin complicaciones. Te aconsejo llevar calzado cómodo y con buen agarre, porque aunque no es una subida extenuante, hay escalones y zonas irregulares que querrás recorrer con seguridad.

Una vez dentro, la cueva es una parada obligatoria, claro, con sus estatuas y formaciones rocosas. Pero no te quedes solo ahí. Busca la "Roca de la Prueba de la Espada", es fascinante cómo la roca parece haber sido cortada de un solo golpe. Y lo más importante, no te pierdas la subida a la cima. Hay varios senderos, algunos más directos que otros, pero todos te llevan a un punto donde la perspectiva cambia por completo. El mejor momento para ir es a primera hora de la mañana o al final de la tarde; la luz es más suave y la multitud es menor, lo que te permite sentir la tranquilidad del lugar. Lleva una botella de agua, especialmente si el día es caluroso, no hay muchas opciones para comprar una vez que empiezas a subir.

A medida que asciendes, sentirás cómo el aire se vuelve más ligero, cómo el sonido de la ciudad se disipa poco a poco, reemplazado por el susurro del viento entre los árboles y, quizás, el eco de tu propia respiración. Sientes la solidez de los escalones de piedra bajo tus pies, gastados por miles de pasos a lo largo de los siglos. Y cuando llegas a la cima, el viento te recibe con un abrazo fresco, despeinándote el cabello y acariciando tu piel. Te paras, y el mundo se abre ante ti. No es solo lo que ves, es la inmensidad que sientes: el vasto tapiz verde de las colinas kársticas extendiéndose hasta el horizonte, la cinta plateada del río Li serpenteando suavemente, y la sensación de estar en la cima del mundo, escuchando solo el viento y la quietud. Es la libertad en su forma más pura.

¡Hasta la próxima aventura!

Max en movimiento

Imagina que el aire de Guilin te envuelve, húmedo y dulce, con ese toque a río que solo el Li puede dar. Estás en la base de Fubo Shan, la Colina Fubo. Sientes la brisa suave, casi una caricia, y el rumor lejano del agua que choca contra la roca. A medida que tus pies avanzan, el sonido de los pájaros se mezcla con el murmullo de otros visitantes, y un aroma a tierra mojada y vegetación te inunda. Es un lugar donde la historia no está solo en los libros, sino que la respiras, la tocas.

A medida que te adentras, el ambiente cambia. La temperatura baja un par de grados, y un frescor húmedo te abraza. Tus dedos rozan la roca milenaria, que se siente fría y pulida por el paso de siglos y el tacto de innumerables manos. Escuchas el eco de tus propios pasos, amplificado por las paredes de la cueva, y si prestas atención, casi puedes oír las voces de los poetas y monjes que se refugiaron aquí. Cada grieta, cada talla en la piedra, te susurra historias antiguas.

Ahora, un consejo de amiga que ha estado allí: el suelo, especialmente dentro de la cueva o después de la lluvia, puede ser una pista de hielo. Las escaleras y caminos de piedra son irregulares, con escalones de alturas y anchos diferentes. No subestimes esto. Usa calzado cómodo y, sobre todo, con buen agarre. Tómate tu tiempo, mira bien dónde pisas, y no te avergüences de agarrarte a los pasamanos si los hay, o a la pared de roca. Es mejor ir despacio y disfrutar que tener un susto innecesario.

Y hablando de estar atenta, fuera del recinto principal de Fubo Shan, como en muchos lugares turísticos, la gente es muy amable, pero ojo con las "ofertas" demasiado buenas. Si alguien se te acerca con una invitación muy entusiasta a una ceremonia de té "especial" o a una galería de arte "única" que no estaba en tu plan, sé educada pero firme. Un simple "no, gracias" o ignorarlos y seguir tu camino suele ser suficiente. Confía en tu instinto; si algo te parece raro, probablemente lo es. Tu tranquilidad es lo primero.

Al final, cuando te alejes de Fubo Shan, sentirás que llevas un pedazo de Guilin contigo. El eco de las leyendas, el tacto de la roca milenaria y la imagen de los picos kársticos se quedarán grabados en tu memoria. Es un lugar que no solo ves, sino que lo sientes con cada fibra de tu ser, un recordatorio de que la belleza y la historia te esperan a cada paso.

Olya desde las callejuelas.

Imagina que el aire de Guilin te envuelve, fresco y húmedo, con ese aroma a río y a piedra mojada. Pero hoy, lo que realmente te llama la atención no es solo el paisaje kárstico, sino el coro oculto. Fubo Hill, o Fubo Shan, para los amantes de las aves, es una sinfonía que se despliega al amanecer, una experiencia para sentir con cada poro de tu piel, no solo para ver. Aquí, el silencio cobra vida con trinos y aleteos, si sabes dónde y cuándo escuchar.

Mientras subes suavemente por los senderos que bordean la base de la colina, especialmente los menos transitados que se desvían hacia la vegetación más densa, escucha con atención. Podrás distinguir el trino agudo y persistente de pequeños pájaros cantores, como los tordos o algunas especies de currucas locales, que se mueven entre las ramas. Si te acercas al río Li, cerca de la Cueva de Retorno de Perlas, y te quedas completamente inmóvil junto a las rocas musgosas, casi puedes sentir el batir de alas de las garzas y los cormoranes que anidan en las orillas. Busca un recoveco discreto junto a la orilla del río, donde la gente no suele detenerse, y deja que tus oídos se afinen. Es ahí, en esa quietud, donde la magia se revela.

La mejor hora, sin duda, es el amanecer. Si puedes estar allí entre las 6 y las 8 de la mañana, el lugar estará casi desierto y la actividad aviar será máxima. El sol apenas asoma, tiñendo el cielo de tonos rosados y naranjas mientras el primer canto del día rompe el silencio. Lleva unos prismáticos, por supuesto, y ropa cómoda que no haga ruido al moverte. Y sobre todo, mucha paciencia. Es el secreto para que los pájaros se olviden de ti y te permitan ser parte de su mundo por un rato.

Olya from the backstreets