Si alguna vez le preguntas a un amigo dónde ir para sentir la esencia de la China más auténtica, sin el bullicio de las grandes ciudades, te diría sin dudarlo: Daxu Old Town en Guilin. Y si fueras tú, te guiaría así, paso a paso, como si camináramos juntos. Para empezar, olvídate de los taxis caros. La forma más sencilla y económica es tomar el autobús local desde la estación de autobuses de Guilin Norte o Sur. Busca el que va a Daxu (大圩). El trayecto es de unos 40-50 minutos, y la parada te dejará justo en la entrada del pueblo. Desde el momento en que bajas, el aire cambia. Ya no huele a coches, sino a tierra húmeda, a madera vieja y, quizás, a la promesa de un té recién hecho. Siente la brisa en tu cara, imagina las montañas de karst que te rodean, aunque no las veas. Es una bienvenida suave, como un abrazo. Lleva calzado cómodo; lo vas a necesitar.
Una vez que pones un pie en la calle principal, sabes que has llegado. No hay coches, solo adoquines. Siente la irregularidad bajo tus pies, cada piedra contando una historia de siglos. Aquí no hay prisas. Escucharás el suave murmullo de las conversaciones locales, el tintineo ocasional de una bicicleta y, si agudizas el oído, el rítmico golpeteo de un martillo contra la madera. Es el sonido de los artesanos. Imagina el olor a paja seca mezclado con el aroma de la madera recién cortada. Aquí, las tiendas no son escaparates, son talleres abiertos. Verás, o más bien, sentirás, las sandalias de paja hechas a mano, la suavidad del bambú trenzado en cestas y utensilios. Si te acercas a un puesto, toca los objetos, siente sus texturas. No te cortes, la gente aquí es increíblemente amable.
A medida que avanzas por la calle, los sonidos y los olores cambian. De repente, un aroma a tofu frito te envuelve, seguido por el dulce y picante olor de los fideos de Guilin. Los puestos de comida son pequeños, a menudo solo una mesa y un par de taburetes, pero la energía es palpable. Escuchas el chisporroteo del aceite, el ruido de los palillos en los cuencos y el alegre parloteo de la gente comiendo. No te vayas sin probar los fideos de Guilin; son la especialidad local y los hacen con una frescura que no encontrarás en otro sitio. Pide un bol pequeño, con un poco de picante si te atreves, y siéntate entre los lugareños. Es una explosión de sabores: la acidez de los encurtidos, el umami de la carne y la calidez del caldo. Es la forma más rápida de sentirte uno más.
Continúa caminando, y el aire se volverá más fresco y húmedo. Escucharás el suave murmullo del río Li, que fluye majestuoso junto al pueblo. Aquí es donde te encuentras con el Puente Wanshou (万寿桥), un antiguo puente de piedra de arcos que ha resistido el paso del tiempo. Siente la rugosidad de las piedras bajo tus manos si las tocas, el eco de los pasos de incontables viajeros a lo largo de los siglos. Este puente es una joya. Puedes cruzarlo y sentir la brisa del río, o simplemente sentarte en un banco cercano y escuchar el agua. Es un lugar perfecto para hacer una pausa, respirar hondo y dejar que la tranquilidad te invada. No hay que *ver* el paisaje para *sentir* la inmensidad del río y las montañas que lo abrazan.
Para el final, y esto es lo que no te puedes perder, te guardaría el Gran Árbol Baniano Antiguo (古榕树). Es una maravilla de la naturaleza. Imagina la inmensidad de sus raíces, que se extienden como serpientes sobre la tierra, y sus ramas, que se doblan y caen como si quisieran tocar el suelo. Siente la textura rugosa de su corteza si te acercas. La energía que emana de este árbol es increíblemente antigua y pacífica. Justo al lado, hay un pequeño templo. Aquí, el aire se impregna con el suave aroma del incienso, y a veces, escucharás el tintineo de una campana o el murmullo de las oraciones. Este es el lugar para sentarse, meditar, o simplemente estar. Es el cierre perfecto para un día en Daxu, un momento de quietud y conexión. ¿Qué saltarse? Quizás algunas de las tiendas de souvenirs más genéricas que han empezado a aparecer; busca lo auténtico, lo que hacen con sus manos.
¡Hasta la próxima aventura!
Leo de Ruta