¡Amigo! Si alguna vez te encuentras cerca de Kemer y te pica la curiosidad por lo prehistórico, hay un lugar que tienes que sentir con cada fibra de tu ser: Dinopark. No es solo un parque, es como si cruzaras un umbral y el aire mismo cambiara. Imagina que el sol se filtra entre pinos altos, y de repente, el sonido. No es el murmullo de la gente, sino un rugido lejano, profundo, que hace vibrar la tierra bajo tus pies. Es un eco de millones de años que te envuelve, te prepara para lo que viene. Puedes casi oler la humedad de un bosque antiguo, mezclada con el aroma a pino que traen las brisas del Mediterráneo.
Para empezar, sin dudarlo, dirígete directamente al sendero principal de los dinosaurios. Es el corazón del parque y donde la inmersión es total. Camina despacio. Siente el camino liso bajo tus pies, diseñado para ser accesible. Y mientras avanzas, prepárate para la escala. No es solo verlos, es sentir su presencia. Escucha cómo el aire se rompe con el chirrido mecánico de un Pterodáctilo que mueve sus alas gigantes sobre ti, o el estruendo de un T-Rex animatrónico, tan real que el sonido de su rugido te eriza el vello del brazo. Podrías casi extender la mano y tocar la textura rugosa de su piel. Te sentirás pequeño, insignificante, pero a la vez, parte de algo grandioso. Este es el punto de partida perfecto para que tu mente se adapte a este mundo olvidado.
Después de la caminata al aire libre entre gigantes, te sugiero un cambio de ritmo. Dirígete al Cine 4D y al Planetario. Son una experiencia más controlada, perfecta para sentarse y dejarte llevar. En el cine 4D, no solo verás la pantalla; sentirás el rocío de agua en tu cara cuando un dinosaurio chapotea, el aire caliente de una erupción volcánica, o cómo tu asiento se sacude con cada pisotón de un gigante. Es una inmersión completa que te envuelve. Luego, en el Planetario, la oscuridad te abraza. Escucha la voz calmada que narra los misterios del cosmos, y siente la inmensidad del universo desplegarse a tu alrededor, recordándote que, incluso después de los dinosaurios, la maravilla del espacio perdura. Es un contraste fascinante y una pausa necesaria antes de la siguiente aventura.
Luego de la inmersión sensorial, te propongo un espacio más interactivo y relajado: la zona de excavación y las áreas infantiles. Aquí, el ambiente es más abierto, el sol puede acariciar tu piel con más intensidad. Imagina hundir tus manos en la arena suave, buscando huesos de dinosaurio como un verdadero paleontólogo. Es una sensación táctil maravillosa, que te conecta con la tierra de una forma diferente. Escucharás las risas alegres de los niños, un sonido ligero y juguetón que contrasta con los rugidos anteriores. Si buscas un momento de calma activa o simplemente quieres sentir la textura de la arena y el calor del sol, este es tu sitio. Si no te apetece excavar o no vas con peques, esto es algo que podrías pasar por alto sin sentir que te pierdes lo esencial.
Finalmente, si te quedan ganas de un poco de adrenalina y desafío, tienes el parque de cuerdas y aventura. Aquí viene la parte de la decisión: si te gusta trepar y sentir el esfuerzo físico, la brisa en tu cara mientras te balanceas, es un excelente broche de oro. Hay diferentes niveles, así que puedes elegir el que te haga sentir más cómodo. Sin embargo, si ya estás cansado, o si las alturas no son lo tuyo, puedes saltártelo por completo. Si decides ir, guárdalo para el final, cuando ya hayas absorbido toda la prehistoria y necesites un último empujón de energía antes de despedirte. Si no, simplemente puedes dirigirte hacia la salida, quizás parando en la tienda de recuerdos para llevarte un pequeño eco de tu aventura.
Un último consejo, amigo: ve temprano por la mañana o a última hora de la tarde para evitar las multitudes y el calor más intenso. Lleva calzado cómodo, de verdad, porque vas a caminar, y déjate llevar por la curiosidad. No hay prisa, solo la oportunidad de sentir un mundo que ya no existe.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya desde los callejones