¡Hola, trotamundos! Si te digo Olympos, ¿qué te viene a la mente? Ruinas, playa, naturaleza salvaje… Pero es mucho más que eso. Imagina que el tiempo se detiene justo cuando pones un pie en este lugar. No es solo un sitio antiguo, es una experiencia que te abraza. Escuchas el zumbido de las cigarras en los pinos centenarios, hueles la tierra húmeda mezclada con el aroma salino del mar que se acerca. Tus pies sienten el camino de tierra, a veces liso, a veces con pequeñas piedras sueltas, guiándote hacia lo desconocido. Es como si la historia te susurrara al oído con cada brisa que pasa entre las hojas.
Al cruzar la pequeña taquilla (sí, hay que pagar una entrada, es un sitio protegido y vale la pena cada lira), sientes un cambio en el ambiente. El sendero inicial es ancho y sombreado, flanqueado por árboles enormes que filtran el sol. El aire es más fresco aquí, y la luz se vuelve suave, casi mágica. Es como entrar en un portal. No hay prisa. Este primer tramo es para que te aclimates, para que tus sentidos se abran y empieces a intuir la magnitud de lo que te espera.
El sonido del río Akçay te guía. Es un murmullo constante y refrescante. Verás que cruza el sitio arqueológico, dividiéndolo. Hay puentes de madera improvisados o, si es verano y el nivel del agua es bajo, puedes cruzar pisando las rocas, sintiendo el agua fresca en tus tobillos. No te agobies por ver cada piedra. Mi consejo es que te dejes llevar por el río. A sus orillas encontrarás las ruinas más impresionantes: los restos del teatro, las murallas antiguas cubiertas de vegetación, y lo que queda de algunos templos. Toca las piedras, siente la textura fría y rugosa, imagina las vidas que pasaron por aquí.
De repente, el aire cambia. El sonido de las cigarras se mezcla con el de las olas rompiendo suavemente. El olor a pino da paso al salitre. Has llegado a la playa. Es una playa de guijarros, así que tus pies sentirán las piedras redondas y pulidas por el mar. El agua aquí es de un azul turquesa increíblemente claro y transparente. Tírate sin pensarlo. La sensación del agua fresca abrazándote después de caminar entre las ruinas es pura liberación. Puedes nadar hasta el cabo rocoso del fondo, donde hay algunas cuevas marinas.
Si te apetece explorar un poco más y tienes tiempo, puedes aventurarte por los senderos menos transitados que se desvían de las ruinas principales. Hay tumbas licias excavadas en las rocas y otras estructuras más pequeñas y cubiertas por la naturaleza. Pero si vas con el tiempo justo, no te obsesiones con cada ruina oculta; lo principal es la experiencia del conjunto. Y un consejo: no confundas Olympos con la Chimaera (Yanartaş). Son dos sitios diferentes, aunque cercanos. La Chimaera es para ir al atardecer o de noche, para ver las llamas naturales que brotan de la tierra. Olympos es para el día.
Lo mejor, sin duda, es guardar la playa para el final. Si puedes, quédate hasta el atardecer. La luz dorada baña las ruinas y el mar se vuelve un lienzo de colores cálidos. El sol se esconde detrás de las montañas y el aire se vuelve más suave. La paz que se siente en ese momento es inmensa. Puedes sentarte en las piedras de la playa, sentir la brisa fresca en tu cara y simplemente ser. Es el cierre perfecto para un día mágico.
Aquí te dejo la ruta simple y caminable que le daría a un amigo
1. Inicio: Entra por la taquilla principal. El camino es evidente.
2. Primera exploración: Sigue el sendero principal que te lleva directo a las ruinas. Déjate guiar por el río Akçay. Cruza por los puentes o las rocas y explora las ruinas más accesibles a ambos lados del río (el teatro, los restos de los templos). No te desvíes demasiado al principio.
3. Hacia la playa: Continúa caminando por el sendero principal que sigue el río. Verás señales o simplemente sentirás el cambio en el aire y la luz que te indican que te acercas al mar.
4. Disfrute playero: Una vez en la playa, relájate, nada, explora las cuevas si te apetece (están al final de la playa, hacia el cabo rocoso).
5. Bonus si tienes tiempo: Antes de irte, puedes volver un poco sobre tus pasos y buscar algunos de los senderos laterales que suben un poco por las colinas, donde encontrarás más tumbas licias o restos de muros. Pero esto es opcional.
6. El gran final: Quédate en la playa para ver el atardecer si puedes. Es el momento más especial del día allí.
Un abrazo desde el camino,
Olya from the backstreets