¡Hola, exploradores! Hoy te llevo a un rincón de Minneapolis donde el buen rollo se siente en el aire y la cerveza es una excusa para la alegría compartida. Imagina un espacio amplio, con un zumbido constante de conversaciones, risas y el tintineo ocasional de los vasos. El aire huele suavemente a malta tostada y a lúpulo fresco, una promesa de lo que está por venir. Puedes sentir una brisa ligera, incluso en los días fríos, que te invita a adentrarte más. Es un lugar donde el ambiente te abraza apenas cruzas el umbral, un lienzo industrial donde la gente es el color principal.

Al adentrarte, sientes la amplitud bajo tus pies. El suelo es de hormigón pulido, liso y continuo, sin ningún escalón o cambio de nivel que te sorprenda. Es como caminar sobre una pista de baile gigante, fácil y sin obstáculos. Las "rutas" aquí no son senderos estrechos; son amplias avenidas que te invitan a moverte con libertad. Desde la entrada, el espacio se abre en un gran rectángulo, y puedes orientarte fácilmente siguiendo el murmullo de la gente. A tu izquierda, el sonido se intensifica: es el corazón de la cervecería, la barra principal. A tu derecha, el eco de las risas te lleva hacia las mesas comunales. No hay callejones sin salida, solo un flujo natural que te guía a través de la energía del lugar.

Una vez dentro, notarás que las mesas están distribuidas de forma generosa. Predominan las mesas largas y robustas de madera, diseñadas para compartir, pero están lo suficientemente espaciadas como para que puedas moverte cómodamente entre ellas sin rozar a nadie. También hay algunas mesas más pequeñas y redondas, perfectas para grupos más íntimos, ubicadas en los perímetros. La barra principal es muy larga, de fácil acceso desde varios puntos, lo que evita aglomeraciones y te permite pedir sin sentirte apretado. Los baños están al fondo, claramente señalizados y son amplios, facilitando la navegación. Todo el diseño busca que te sientas libre de moverte y explorar sin restricciones.

Si el tiempo lo permite, no te pierdas el patio exterior. Es una extensión directa del espacio interior, con el mismo suelo liso, así que la transición es imperceptible. Aquí encontrarás mesas de picnic, ideales para disfrutar del sol o las estrellas. Para pedir tu bebida, siempre dirígete directamente a la barra; no hay servicio de mesa, lo que simplifica el proceso. Si te entra el hambre, suelen tener un *food truck* estacionado justo afuera, así que pregunta al personal dónde está ubicado ese día. Un último consejo: los fines de semana por la tarde el lugar puede ser bastante ruidoso y lleno de energía, así que si prefieres un ambiente más tranquilo, considera visitarlos a media tarde entre semana.

Olya de las callejuelas.

Si te preguntas cuándo Bauhaus Brew Labs en Minneapolis-Saint Paul se siente en su mejor momento, déjame decirte: es cuando los días empiezan a alargarse, justo entre finales de primavera y principios de verano. Imagina el aire. No es frío, ni pegajoso de calor, sino fresco y ligero, con una brisa suave que te acaricia el rostro. Oyes el murmullo de conversaciones que se mezclan con risas espontáneas, el tintineo de los vasos y, a veces, una melodía vibrante de música en vivo que flota desde el escenario del patio. Sientes el sol cálido sobre tu piel, una promesa de días largos y noches agradables.

Es en esta época cuando el patio exterior cobra vida de una forma mágica. El aroma dominante es una mezcla embriagadora de lúpulo y malta que escapa de los tanques, pero también percibirás el olor a comida recién hecha de los *food trucks* que se estacionan cerca, una sinfonía de sabores que te abre el apetito. La multitud es una mezcla ecléctica y feliz: familias con niños jugando a la vista, grupos de amigos compartiendo jarras y risas, parejas disfrutando de una tarde tranquila, y muchos perros de todos los tamaños, relajados y contentos bajo las mesas. Hay una energía palpable, una sensación de comunidad y celebración.

Cuando el clima cambia, el ambiente también lo hace. Si llegas en pleno invierno, por ejemplo, el patio está cubierto de nieve, pero la magia se traslada al interior. El vasto salón principal se vuelve un refugio acogedor. El aire es cálido y denso, con el mismo aroma a cerveza fresca, pero con un toque a madera y calor humano. El sonido es más contenido, un zumbido constante de voces, el choque de los juegos de mesa y el eco de los pasos en el suelo de concreto. La gente se agrupa alrededor de las mesas largas, compartiendo historias y pintas. Es una intimidad diferente, más resguardada, pero igualmente vibrante y llena de vida, como un gran salón familiar.

Si vas en verano, te conviene llegar temprano los fines de semana para conseguir una buena mesa en el patio, especialmente si vas con un grupo grande. Los *food trucks* suelen estar allí por las tardes y noches, así que no te preocupes por la cena. Si buscas un ambiente más tranquilo, evita las horas pico del viernes por la tarde y el sábado por la noche; los días de semana por la tarde son perfectos para una visita más relajada. Es un lugar *dog-friendly* en el patio, así que trae a tu amigo peludo si quieres. Hay mucho espacio y juegos de mesa disponibles para pasar el rato, tanto dentro como fuera.

Olya from the backstreets

Imagina que el aire de Minneapolis-Saint Paul te abraza con ese frío limpio que solo el Medio Oeste tiene, pero no es un frío que te congele, sino uno que te invita a buscar un refugio cálido. Y lo encuentras. Cuando tus pies te guían hacia Bauhaus Brew Labs, la primera sensación es un murmullo vibrante que escapa por las puertas, una promesa de vida y alegría. Al entrar, el aroma a malta tostada y lúpulo fresco te envuelve como un abrazo, mezclándose con un dulce matiz de pretzels recién horneados o quizá de alguna pizza que alguien comparte. Escuchas risas que se elevan y caen, el tintineo de los vasos que chocan en brindis espontáneos y el ritmo constante de una banda en vivo, que no domina la conversación, sino que la acompaña, como un latido constante del lugar. Sientes la calidez que emana de las paredes, la textura lisa de la barra bajo tus dedos cuando pides tu primera pinta, y la energía palpable de la gente alrededor.

Si planeas visitar, te doy un consejo de amiga: los fines de semana, especialmente por la tarde, el lugar es una fiesta. Prepárate para un ambiente vibrante donde la energía es contagiosa. Si buscas algo más tranquilo, ve entre semana, justo después de la hora de la oficina. Es perfecto para relajarte, escuchar la música con más atención y disfrutar de un espacio más íntimo. Llegan en coche, hay aparcamiento, pero si estás cerca y el clima lo permite, caminar o ir en bici es genial. La zona es muy transitable.

Mi abuela, que ha vivido aquí toda su vida, siempre cuenta que cuando abrieron Bauhaus, parecía que habían traído un pedacito de Europa al barrio. Decía que el ambiente le recordaba a los *biergartens* de su juventud, pero con una energía nueva que atraía a todos, desde estudiantes hasta familias con niños y perros. Para ella, no era solo una cervecería; era el nuevo centro del vecindario donde la gente se reunía a escuchar música y simplemente *ser*. Se convirtió en ese lugar de encuentro donde te sientes parte de algo, incluso si es tu primera vez allí.

No te marches sin probar la Wonderstuff, su cerveza tipo Kolsch. Es ligera, refrescante y un clásico que te da una idea de su estilo. A menudo tienen camiones de comida rotando justo afuera, así que si el hambre llama, solo tienes que seguir tu olfato. Desde tacos hasta hamburguesas gourmet, siempre hay algo delicioso para maridar con tu cerveza. Y si el tiempo lo permite, el patio exterior es un tesoro. Te sentirás en un oasis urbano, con el sol en la cara y el sonido de la ciudad atenuado por el murmullo de las conversaciones. Es el lugar perfecto para sentir la brisa y relajarte un buen rato.

En resumen, Bauhaus no es solo un lugar para beber cerveza; es un espacio para sentir la comunidad, la música y la alegría del momento. Es donde el frío de fuera se olvida y la calidez de la gente te envuelve. No te lo pierdas.

Olya from the backstreets

Imagina que cruzas el umbral de un antiguo edificio industrial, pero al instante, el sonido envolvente de risas, el tintineo de vasos y una suave melodía te envuelven. El aire es fresco, pero con un aroma inconfundible a malta tostada y lúpulo, una promesa líquida. Sientes la amplitud del espacio, casi como si el techo se extendiera hacia el cielo. Quieres capturar esa sensación, ese ambiente vibrante. ¿Dónde podrías detenerte un instante para que tu cámara (o tu mente) lo inmortalice?

Uno de los mejores puntos es justo en el corazón de la gran sala principal. Párate cerca de las mesas comunales largas, mirando hacia la barra. A tu alrededor, verás la magnificencia del diseño Bauhaus: techos altísimos, enormes ventanales que bañan el espacio con luz natural y una mezcla de ladrillo visto y elementos industriales que le dan un toque moderno y acogedor a la vez. Es el lugar ideal para capturar la energía del lugar, la interacción entre la gente y la escala del espacio. El mejor momento para esto es a media tarde, cuando el sol empieza a descender y proyecta una luz dorada a través de los ventanales, y el murmullo de las conversaciones se convierte en un zumbido alegre, pero aún no abrumador.

Si buscas algo más íntimo o un contraste visual, dirígete hacia la zona donde se asoman los tanques de fermentación. Esos enormes recipientes de acero inoxidable, pulcros y brillantes, ofrecen una estética industrial pura. Puedes enmarcar la escena para mostrar el contraste entre la maquinaria imponente y la calidez de la madera o las luces ambientales. Si el clima acompaña, su patio exterior también es una joya. Las mesas de pícnic bajo el cielo abierto, a menudo con la silueta de los edificios del centro de Minneapolis al fondo, crean una atmósfera relajada y comunitaria. Para el patio, la "hora dorada" antes del atardecer es mágica, suavizando las sombras y dándole un brillo especial a las caras de la gente.

Y no olvides los detalles. A veces, la mejor foto es un primer plano de una pinta recién servida, con su espuma perfecta y el brillo del vidrio, o un detalle de la señalética inspirada en la Bauhaus, con sus líneas limpias y colores vibrantes. Busca una esquina tranquila, la luz que entra por una ventana y juega con la textura de una pared, o el simple gesto de alguien levantando su vaso en un brindis. Capturar estas pequeñas viñetas te permitirá transmitir la esencia del lugar, no solo su arquitectura, sino la alegría y la camaradería que se respiran.

Lía de Viaje

Acabo de volver de Bauhaus Brew Labs en Minneapolis-Saint Paul y tengo que contarte. Imagina que abres una puerta pesada, sientes un soplo de aire fresco y, de repente, un aroma te envuelve: es una mezcla cálida de malta tostada, un toque dulce y esa levadura activa que te dice que estás en el lugar correcto. Escuchas el murmullo de conversaciones, risas que rebotan en techos altos y el suave tintineo de vasos que chocan. Tus pies pisan un suelo fresco, quizás cemento pulido, y puedes sentir la amplitud del espacio, como si un antiguo almacén industrial se hubiera transformado en un salón gigante y vibrante.

Cuando avanzas, tus manos pueden rozar mesas comunales de madera maciza, largas y robustas, donde la gente se sienta codo con codo, creando una energía compartida. El espacio es diáfano, luminoso, con una sensación de altura que te permite respirar. Pedí una Star-Hüs, una lager, y al primer sorbo, sientes una frescura nítida, un amargor suave que se desliza por tu lengua, nada pesado, perfecto para charlar. Hay zonas con mesas más pequeñas si buscas algo más íntimo, pero la mayoría del espacio te invita a compartir.

Para pedir, te diriges directamente a la barra. A veces, si vas en hora punta, puedes sentir la energía de la fila, el suave empujón de la gente, pero el personal es eficiente y te guía rápidamente. Un detalle importante: no tienen cocina propia, así que no esperes un menú fijo de comida. Lo bueno es que casi siempre hay un 'food truck' diferente aparcado justo afuera. Puedes oler los distintos aromas de la comida flotando en el aire, desde tacos hasta hamburguesas, y pedir directamente allí. Lo que me sorprendió gratamente fue la música en vivo; de repente, el sonido de una banda llenó el espacio, no demasiado alto como para no hablar, pero lo suficiente para darle un ambiente festivo.

En general, Bauhaus es un lugar vibrante, ideal si vas con un grupo de amigos o si simplemente quieres sentir la energía de un buen ambiente cervecero. No es el sitio para una conversación íntima y silenciosa, el nivel de ruido es alto y constante, lleno de vida. Pero si buscas eso, entonces es perfecto. Si vas en coche, ten en cuenta que el aparcamiento en la calle puede ser un poco complicado, así que planifica llegar con tiempo o considera usar un servicio de transporte. Es un lugar que te abraza con su atmósfera, te invita a relajarte y simplemente disfrutar.

Olya from the backstreets

¡Hola, exploradores!

Imagina esto: estás en Minneapolis, la energía de la ciudad te envuelve, y el aroma a lúpulo y malta del Bauhaus Brew Labs ya te llama desde la distancia. Quieres sumergirte en esa atmósfera, pero necesitas un poco de ayuda con la movilidad, quizás una silla de ruedas o un scooter. No te preocupes, sé que puede parecer un desafío, pero estoy aquí para guiarte como si camináramos juntos por estas calles.

Para alquilar una silla de ruedas o un scooter de movilidad cerca de Bauhaus Brew Labs, tu mejor opción no estará justo en la esquina, pero sí a un viaje corto. Busca tiendas especializadas en equipos médicos que ofrezcan alquiler, como "Mobility Medical Equipment" o "National Seating & Mobility". Estas empresas suelen tener una variedad de opciones, desde sillas de ruedas manuales ligeras hasta scooters eléctricos más robustos. Lo más práctico es que muchas de ellas ofrecen servicio de entrega a hoteles o residencias en el área de Minneapolis-Saint Paul, lo cual te ahorrará un viaje.

La facilidad de alquiler depende mucho de la anticipación. Mi mejor consejo es que reserves con al menos unos días de antelación, especialmente si necesitas un modelo específico o un scooter. Puedes consultar sus catálogos y tarifas directamente en sus sitios web. Los precios varían: una silla de ruedas manual sencilla puede costar entre 15 y 30 dólares al día, mientras que un scooter de movilidad podría rondar los 50-70 dólares diarios, a menudo con descuentos por alquileres semanales. Siempre es buena idea llamarles directamente (puedes buscar su número en Google Maps o en sus webs) y explicarles tus necesidades exactas y las fechas.

Si por alguna razón esas tiendas no funcionan o necesitas algo de último minuto, hay otras opciones que puedes explorar, aunque son menos fiables para alquileres cortos. Algunas farmacias grandes, como CVS o Walgreens, venden sillas de ruedas y andadores, pero rara vez los alquilan. También puedes preguntar en el mostrador de recepción de tu hotel; a veces tienen sillas de ruedas de cortesía para uso interno, aunque no son para alquiler prolongado. Para ayuda más específica o si tienes alguna necesidad muy particular, no dudes en contactar a la oficina de turismo de Minneapolis; a veces tienen información sobre recursos locales o programas de préstamo de equipos. La clave es siempre preguntar y no dudar en pedir lo que necesites para disfrutar plenamente de tu viaje.

¡Nos vemos en el camino!

Olya from the backstreets

Amigo, me preguntaste qué se hace en Bauhaus Brew Labs, ¿verdad? No es solo "ir por una cerveza", es una experiencia que te envuelve. Imagina que llegas a un barrio industrial, pero no te asustes. El aire ya te trae un aroma distinto, una mezcla dulce y un poco amarga que te pica la nariz: es la levadura, el lúpulo, el corazón de todo lo que sucede allí. Escuchas un zumbido constante, como una maquinaria lejana, y a medida que te acercas, el sonido se transforma en un murmullo de voces animadas y una música con un ritmo que te hace mover los pies, una melodía que te invita a entrar.

Abres la puerta y una ráfaga de aire cálido te envuelve al instante. El murmullo se convierte en un coro de risas y el tintineo de vasos, mientras que el bajo de la música te vibra suavemente en el pecho. El espacio es amplio, sientes el eco de las voces rebotando en un techo alto, y puedes oler la madera pulida de las mesas, el ligero toque metálico de los grifos y, por supuesto, ese aroma a malta tostada que ahora es más intenso, casi cremoso, envolviéndote por completo.

Te acercas a la barra. Sientes la madera lisa bajo tus manos y escuchas el chasquido de los grifos al abrirse, seguido del burbujeo de la espuma al caer en el vaso. Te entregan el vaso frío, sientes el rocío de la condensación en tus dedos, y al acercarlo a tu nariz, el aroma es aún más complejo: cítricos, un toque a pan recién horneado, quizás un poco de caramelo. El primer sorbo es una explosión en la lengua: sientes la efervescencia cosquillear, la amargura suave, el dulzor que se asienta, y luego un regusto que te invita a otro sorbo. No es solo una bebida, es una sensación que se expande por tu boca y garganta, dejando una calidez agradable.

Mientras disfrutas, el lugar sigue vibrando a tu alrededor. Escuchas el golpe seco de las bolas de *shuffleboard* deslizándose, el estruendo de los bolos cayendo en las pistas internas, la exclamación de un grupo que acaba de ganar una partida. Si hay un *food truck* afuera, el aire te trae el olor a cebolla caramelizada, a carne a la parrilla o a patatas fritas crujientes. Puedes sentir la energía del lugar, la gente moviéndose a tu alrededor, el roce ocasional de un brazo mientras alguien pasa. Es un lugar para socializar, para reír a carcajadas, para dejarte llevar por el ambiente y el sonido de la alegría.

Para llegar, la mejor opción es un taxi o usar una aplicación de transporte compartido si no vas en coche, ya que el aparcamiento puede ser limitado. Suelen tener opciones de comida de *food trucks* rotatorios, así que si eres sensible a ciertos olores o texturas, quizás quieras confirmar antes qué camión estará ese día. Y sí, admiten perros si vas con tu amigo peludo, pero solo en la zona del patio exterior, donde puedes sentir el aire fresco y el sol en la piel si el tiempo acompaña.

Un abrazo desde la carretera,

Olya desde las callejuelas

¡Hola, explorador! Hoy te llevo a un rincón donde la creatividad se bebe y el ambiente te envuelve: Bauhaus Brew Labs en Minneapolis-Saint Paul.

Imagina que entras. El aire cambia al instante. Dejas atrás el frío o el calor de la calle y te recibe una calidez, no solo de temperatura, sino de sonido. Escuchas el murmullo de conversaciones, un tintineo suave de vasos que se encuentran, risas que suben y bajan como olas. El suelo, liso y fresco bajo tus pies, te guía hacia el corazón del espacio. Puedes sentir la amplitud, el eco ligero de las voces que te indican techos altos, pero a la vez, una cercanía, una energía palpable que te invita a quedarte. El aroma es complejo: un dulzor sutil de malta, un toque cítrico y terroso de lúpulo, y por debajo, esa fragancia limpia y fermentada que te dice "aquí se crea algo". Es un lugar donde el tiempo se ralentiza, donde cada sonido y cada olor te anclan al presente, invitándote a simplemente *ser* y disfrutar.

Y si te acercas un poco más a la zona de producción, esa que está justo detrás de la barra, hay un detalle que la mayoría pasa por alto. Es el sonido. Un suave y casi inaudible *glug-glug-glug* rítmico, como un corazón latiendo muy despacio, que viene de los fermentadores. Es el sonido de la levadura trabajando, transformando azúcares en alcohol y burbujas. Viene acompañado de una leve brisa con un olor muy particular: una mezcla etérea de pan recién horneado y dulzor frutal, casi como sidra de manzana muy suave. Es el aliento vivo del proceso de la cerveza, un secreto susurrado por las máquinas que te recuerda que cada pinta que disfrutas tiene su propia historia de transformación, su propio "respirar".

Ahora, para lo práctico. Si vas, ten en cuenta que Bauhaus es grande y puede llenarse, especialmente los fines de semana por la tarde. Si buscas un ambiente más tranquilo para charlar, ve un martes o miércoles por la tarde, justo después del trabajo. No tienen cocina propia, pero casi siempre hay un *food truck* diferente aparcado justo afuera, así que revisa su calendario en línea si quieres algo específico para comer. Para llegar, hay estacionamiento, pero si quieres evitarlo, muchas líneas de autobús te dejan cerca y está a una caminata razonable de la estación de tren ligero Northeast. Y un consejo personal: no te quedes solo con una pinta de su famosa *Wonderstuff*. Pide un *flight* (una tabla de degustación) para probar varios estilos. Son conocidos por sus cervezas de estilo alemán y festivo, pero siempre tienen sorpresas. Es un lugar súper *dog-friendly* en el patio y a menudo tienen eventos como música en vivo o mercados de artesanía, así que echa un vistazo a su web antes de ir.

Olya from the backstreets.

¡Hola, exploradores! Hoy os llevo a un lugar que bulle de energía: Bauhaus Brew Labs en Minneapolis. Imagina el aire vibrando con risas, el eco de vasos brindando, y ese aroma dulce y lupulado que te envuelve. Es un sitio genial para sentir la vida de la ciudad, pero como siempre, hay cositas a tener en cuenta para que tu experiencia sea perfecta.

Cuando te muevas por dentro, sobre todo cerca de las barras o donde están los tanques, presta atención a tus pies. Puedes sentir una ligera humedad en el suelo o incluso una zona un poco pegajosa. Con la cerveza fluyendo y la gente yendo y viniendo, a veces hay derrames. No es nada grave, pero si no vas con un calzado con buen agarre, podrías resbalar. Simplemente ve con calma, siente el terreno bajo tus zapatos.

Si decides salir al patio o te acercas a la entrada, notarás que el suelo cambia. Puede que pises adoquines o zonas con rejillas de drenaje. No son grandes obstáculos, pero el terreno no es liso y uniforme. Siente cómo tus pies se adaptan a las pequeñas elevaciones o huecos. Si vas con prisas o es de noche y la iluminación no es perfecta, un paso en falso podría desequilibrarte. Tómate tu tiempo, siente el cambio de textura bajo tus pies.

Y un último consejo, sobre todo si te quedas hasta tarde y el ambiente se relaja. Cuando salgas y te dirijas a tu coche o a esperar un taxi, presta atención a los sonidos a tu alrededor, al murmullo de la calle. Es un área animada, pero como en cualquier ciudad grande, es bueno estar consciente de tu entorno. Guarda tu teléfono en el bolsillo, no lo dejes a la vista, y mantén tu cartera segura. No hay que alarmarse, solo ser consciente de que, aunque la cerveza sea fantástica, la calle es la calle. Si vas en grupo, quédate cerca. Si vas solo, confía en tu instinto y en los sonidos que te guían.

¡Disfruta cada sorbo y cada momento!

Ana de la Ruta

Imagina estar en una terraza amplia, sintiendo el sol en tu piel y el murmullo de la ciudad a tu alrededor. No es un bosque, claro, pero si eres de los que encuentran belleza en el aleteo más inesperado, incluso aquí, en el corazón industrial de Minneapolis, tus sentidos pueden despertar. Cierra los ojos y escucha: el suave zumbido de las conversaciones, el tintineo de los vasos, y si afinas el oído, un coro más sutil que se eleva por encima del ladrillo y el metal. Es el aire libre, la promesa de algo volando cerca, incluso en un entorno urbano. Aquí, en Bauhaus Brew Labs, la experiencia es menos sobre avistar aves raras y más sobre la conexión inesperada con la vida alada que comparte nuestro espacio, sintiendo el aire que ellas cortan y escuchando sus llamadas.

Si te preguntas qué aves podrías encontrar, piensa en los residentes más resilientes de la ciudad. Es muy probable que escuches el parloteo constante de los gorriones comunes (House Sparrows) o el canto variado y a veces imitador de los estorninos pintos (European Starlings) posados en los aleros cercanos. Con suerte, si el cielo está despejado, podrías sentir la sombra de un halcón de cola roja (Red-tailed Hawk) planeando en lo alto, buscando corrientes térmicas. Para un momento de observación más tranquilo, busca un lugar en el extremo de la terraza exterior, lejos de la barra principal. Hay algunas mesas más apartadas hacia la calle, donde el ruido es menor y puedes mirar hacia los árboles dispersos o el cielo abierto.

El mejor momento para intentar una pequeña sesión de avistamiento, o al menos para disfrutar de un ambiente más propicio, sería a primera hora de la tarde, justo después de que abran, preferiblemente un día entre semana. Piensa en un martes o miércoles alrededor de las 3 o 4 de la tarde. En este horario, la afluencia de gente es menor, permitiendo que los sonidos de las aves no se ahoguen tanto y que puedas sentir la brisa sin la agitación de una multitud. Las aves urbanas suelen estar activas buscando alimento en estas horas antes del anochecer, lo que aumenta tus posibilidades de escuchar o sentir su presencia.

Olya from the backstreets