¡Hola, trotamundos! Si me preguntas por San Francisco, no te diré dónde está la parada de autobús más cercana, sino dónde el aire te acaricia diferente. Hoy te llevo a Pacific Heights, un barrio que no solo se ve, se siente. Imagina que te doy la mano y te guío por sus calles.
Empecemos nuestra aventura en la cima de Alta Plaza Park. Siente la inclinación bajo tus pies mientras subes, un suave esfuerzo que ya te prepara para la recompensa. Una vez arriba, respira hondo. El viento juega con tu pelo, trayéndote el rumor lejano de la ciudad, mezclado con el alegre griterío de los niños jugando y el suave ladrido de algún perro. Es un lugar donde el sol siempre parece más brillante, y la hierba, bajo tus dedos, se siente fresca y elástica. Desde aquí, si estiras la mano, casi puedes tocar el cielo y sentir la inmensidad de la bahía abriéndose ante ti, incluso si no la ves. Es el punto perfecto para calibrar tus sentidos.
Desde el parque, te guiaré por Washington Street hacia el este. No te preocupes por la bajada, es suave. Aquí, el sonido de la ciudad se amortigua; es como si las casas, con sus fachadas victorianas y eduardianas, absorbieran el bullicio. Imagina el tacto de las barandillas de hierro forjado si pasas la mano, o el aroma de las buganvillas y jazmines que trepan por los muros en primavera. Cada casa es una historia silenciosa, y al pasar, el aire se llena de un perfume a flores y a madera antigua. Es un paseo para disfrutar de la tranquilidad y la elegancia.
Nuestro siguiente destino es la vibrante Fillmore Street. Aquí, el ambiente cambia por completo. Deja que el sonido de las conversaciones animadas te envuelva, el suave tintineo de las tazas de café y el aroma a pan recién horneado y café tostado que emana de las cafeterías. Siente el bullicio de la gente a tu alrededor, el roce ocasional de una manga mientras pasas. Esta calle es el corazón comercial del barrio, pero con un encanto especial. Puedes sentarte un momento en una de sus terrazas, sentir el calor del sol en tu cara y simplemente escuchar el pulso del barrio. Si buscas algo para picar, te recomiendo encarecidamente una de las panaderías locales; el olor a azúcar y mantequilla es irresistible.
Ahora, para un cambio de ritmo, nos dirigimos a Lafayette Park. Es una subida, sí, pero no tan empinada como parece. Piensa en ella como una oportunidad para estirar las piernas. Una vez arriba, el viento es diferente, más limpio, y el espacio se abre de nuevo. Aquí, el silencio es más profundo, solo interrumpido por el canto de los pájaros o el lejano sonido de un barco en la bahía. Si te sientas en uno de los bancos, la madera bajo tus manos puede estar cálida por el sol, y el aire fresco te invita a cerrar los ojos y simplemente estar. Este es tu momento para recargar energías antes del gran final.
Y para el broche de oro, caminaremos por Broadway y Vallejo Street, entre las calles Lyon y Baker. Esto es lo que algunos llaman la "fila de los millonarios", y te prometo que no es por la opulencia de las casas, aunque la tienen. Es por las vistas. Aquí, el viento te trae el sabor salado del océano y el sonido de las olas rompiendo a lo lejos. Siente la inmensidad del espacio que se abre ante ti: la bahía, la isla de Alcatraz emergiendo del agua, y el majestuoso Golden Gate Bridge. Es un lugar donde el mundo se siente vasto y abierto, y la escala de todo es simplemente sobrecogedora. Te invito a quedarte un rato, a sentir el viento en tu rostro y a dejar que la grandeza del lugar te envuelva. Es el punto más icónico y el que guardo para el final, porque te deja con una sensación de asombro que dura mucho después de que te hayas ido.
Lo que yo me saltaría: Las calles residenciales que no tienen un parque o una vista específica. Son preciosas, sí, pero si el tiempo es limitado, prioriza las experiencias sensoriales más intensas.
Consejo práctico: Lleva calzado cómodo. Aunque la ruta es muy caminable, hay subidas y bajadas. Y si puedes, ve por la mañana para disfrutar del sol antes de que la niebla (si hay) haga su aparición.
Espero que lo hayas sentido tanto como yo.
Un abrazo desde la carretera,
Léa from the road