¡Hola, exploradores! Hoy nos perdemos en las calles de Savannah, Georgia, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, y cada rincón susurra historias.
Imagina que caminas por una de sus avenidas principales, las que parecen túneles verdes. Sientes el aire pesado y húmedo, casi como una caricia cálida y pegajosa en tu piel, pero a la vez reconfortante. Escuchas el crujido suave de tus pasos sobre las viejas baldosas, un ritmo que se mezcla con el murmullo lejano de las cigarras y, si agudizas el oído, quizás el tintineo de un tranvía fantasma. El sol se filtra a través de los velos de musgo español que cuelgan de los robles majestuosos, proyectando sombras danzantes que te invitan a seguir. El aroma es inconfundible: una mezcla dulce de jazmín y madreselva, con un trasfondo terroso de ladrillo antiguo y tierra mojada, una fragancia que se adhiere a tu ropa y a tu memoria. De repente, un soplo de brisa fresca te roza la nuca, un pequeño alivio que te recuerda que estás vivo y presente en este lugar mágico.
Mientras sigues ese aroma, te encuentras frente a una imponente casa de ladrillo rojo, la Andrew Low House. Al acercarte, la temperatura parece bajar un grado, como si la casa misma respirara un aire más denso, más antiguo. Puedes sentir la solidez de sus paredes, la historia contenida en cada ventana. Las escaleras de piedra invitan a subir, a tocar la barandilla de hierro forjado que ha sido pulida por innumerables manos a lo largo de los siglos. Dentro, el aire es diferente; más fresco, con un leve aroma a madera vieja y cera, y un silencio que solo se rompe por el crujido ocasional del suelo de madera bajo tus pies, o el suave zumbido de un ventilador de techo que apenas se mueve, transportándote a otra época.
Una vez, una abuela local me contó una historia que su propia abuela le había transmitido sobre esta casa. Decía que, aunque hoy la vemos como un museo, para la familia Low fue un hogar lleno de vida. Y aquí, entre estas paredes, creció una niña llamada Daisy, que más tarde sería conocida como Juliette Gordon Low. La abuela me decía: "Mi abuela siempre contaba que Daisy era una niña inquieta, llena de ideas. Se decía que en este mismo salón, mientras jugaba o escuchaba a los adultos, su mente ya estaba sembrando las semillas de algo grande. Imagínate a esa niña, con su espíritu curioso, corriendo por estos pasillos, soñando con un futuro donde las niñas también tuvieran su propio espacio para explorar y crecer. Fue aquí, en su casa de la infancia, donde su visión empezó a tomar forma, una visión que un día transformaría la vida de millones de niñas en todo el mundo a través de las Girl Scouts." Esa pequeña historia te hace sentir que no solo estás en una casa bonita, sino en el lugar donde una gran idea, una idea que empoderó a muchas, echó raíces.
Si visitas Savannah, mi mejor consejo es que camines todo lo que puedas. La ciudad es plana y compacta, perfecta para explorar a pie. Lleva calzado cómodo, de verdad, lo agradecerás. El clima puede ser muy húmedo, especialmente en verano, así que hidrátate bien y lleva una botella de agua reutilizable. No te apresures; Savannah se saborea despacio. Si te gusta la historia o lo paranormal, considera un tour a pie por la noche; son muy populares y divertidos. Y por favor, prueba los camarones con sémola de maíz (shrimp and grits), es un clásico.
Cuando vayas a la Andrew Low House, te sugiero comprar las entradas online con antelación, sobre todo en temporada alta, para evitar filas. El recorrido es guiado y dura aproximadamente una hora. Presta atención a los detalles que el guía te señale; a menudo son pequeñas curiosidades que no encontrarías en una guía. Y tómate tu tiempo en el jardín, es un oasis de paz y te da una perspectiva diferente de la casa.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets