¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar que se siente con cada poro de la piel: el City Market de Savannah.

Imagina que tus pies tocan un suelo que cuenta historias. No es liso, no. Hay una mezcla aquí. Al principio, sientes la suavidad de un adoquín pulido por miles de pasos, pero de repente, tus sentidos detectan un cambio: una superficie más rugosa, con pequeñas hendiduras, como si cada piedra tuviera su propia personalidad. Los caminos no son líneas rectas; son más bien laberintos acogedores que te invitan a girar, a explorar. Sientes cómo la calle te guía suavemente, primero hacia un espacio abierto donde el eco de las voces se dispersa, luego hacia pasillos más estrechos donde el aire se vuelve más denso, cargado de aromas, y te empuja a seguir adelante, a ver qué hay a la vuelta de la esquina.

Mientras avanzas, el sonido te envuelve. Escuchas el murmullo constante de la gente, como un río suave que fluye, salpicado por risas espontáneas y el tintineo lejano de una campana de tienda. De repente, una melodía jazzy te acaricia el oído, suave al principio, luego más clara, invitándote a moverte con su ritmo. El aire aquí tiene su propia personalidad: una mezcla embriagadora de dulzura de pralinés recién hechos, el toque cítrico de alguna bebida fresca y el sutil perfume a madera vieja de los edificios históricos que te rodean. Sientes la energía vibrante de un lugar que ha visto pasar siglos, pero que vive el presente con una alegría contagiosa.

Olvídate de buscar un mapa aquí; la idea es perderse un poco. Encontrarás galerías de arte con piezas únicas de artistas locales – no solo cuadros, piensa en esculturas táctiles o joyería artesanal que puedes sentir en tus manos. Hay tiendas de recuerdos, sí, pero también boutiques con ropa original o productos gourmet de Georgia. Si tienes hambre, la oferta va desde comida rápida de carrito hasta restaurantes con terraza. No dejes de buscar los puestos de dulces: los pralinés de nuez pecana son un clásico y una buena experiencia para el paladar.

Para aprovechar al máximo, ve por la tarde. El ambiente se transforma con el atardecer, y a menudo hay música en vivo que le da un toque especial sin ser abrumador. Si te gustan las antigüedades o los objetos curiosos, tómate tu tiempo para explorar las pequeñas tiendas escondidas en los callejones laterales; a veces tienen tesoros que no verías a primera vista. Y un consejo personal: aunque es un lugar turístico, no te sientas presionado a comprar. Disfruta del paseo, de los sonidos, de los olores. Es una experiencia en sí misma.

¡Nos vemos en el próximo rincón del mundo!

Olya de las callejuelas

¿Sabes cuándo el Savannah City Market realmente te atrapa? No es solo un mes en el calendario, es una sensación en el aire, una melodía en el ambiente. Para mí, el momento mágico llega a finales de otoño o principios de primavera. Imagina el aire, ya no pegajoso por el calor del verano, sino fresco y suave acariciando tu piel. Puedes olerlo: la dulzura de las pralines recién hechas mezclándose con el aroma terroso del viejo ladrillo y un toque salado que viene del río cercano. Escuchas el murmullo de la gente, un eco lejano de cascos de caballo en las calles adoquinadas, y quizás el suave rasgueo de una guitarra de un músico callejero. No es un ruido abrumador, es una sinfonía de vida que te invita a sumergirte.

Cuando caminas por allí, la multitud es una mezcla fascinante. Verás parejas paseando de la mano, familias con niños curiosos señalando cada escaparate, y artistas locales mostrando sus creaciones. No es una aglomeración asfixiante, sino un flujo constante de energía. Sientes cómo la gente se mueve a tu alrededor, un suave empujón amistoso aquí y allá. Imagina que te detienes un momento, apoyas la mano en una pared de ladrillo calentada por el sol de la tarde, y escuchas las risas que flotan en el aire, el tintineo de los vasos en los restaurantes al aire libre. Es un ambiente vibrante pero relajado, donde cada paso te lleva a un nuevo descubrimiento, ya sea un cuadro, una joya artesanal o el aroma irresistible de un café recién tostado.

El clima, claro, es un actor principal en este escenario. Un día soleado de otoño, con el cielo de un azul intenso y una brisa perfecta, te invita a quedarte fuera, a sentarte en una de las mesas y simplemente observar la vida pasar. Pero si te sorprende la lluvia, el mercado adquiere un encanto diferente. Las calles adoquinadas brillan con los reflejos, el sonido de las gotas sobre los toldos crea una banda sonora acogedora, y la gente se refugia en las galerías y tiendas, creando un ambiente más íntimo, casi secreto. En verano, con el calor húmedo, el ritmo se ralentiza; la gente busca la sombra y el aire acondicionado de las tiendas, y los helados se convierten en una necesidad. Cada condición climática pinta una atmósfera distinta, pero siempre hay algo que descubrir.

Si vas, un consejo rápido: ve por la mañana para evitar las mayores aglomeraciones y poder charlar tranquilamente con los artesanos. Si te gusta la música en vivo, el ambiente nocturno es fantástico, con bandas tocando en los bares y gente bailando. No te limites a las tiendas principales; explora los callejones laterales, a menudo esconden galerías y pequeños cafés con mucho encanto. Y, por favor, prueba las pralines; son un clásico de Savannah y una explosión de dulzura que no te puedes perder. Hay baños públicos limpios y bien señalizados, por si lo necesitas. Y un último detalle: mira hacia arriba, los edificios tienen una arquitectura preciosa que a menudo se pasa por alto.

Olya from the backstreets

¡Hola, exploradores! Si hay un lugar en Savannah donde sientes la ciudad con cada fibra de tu ser, ese es el City Market. Imagínate que tus pies tocan el adoquín ligeramente irregular, un eco de historias pasadas bajo tus suelas. El aire cálido te envuelve, trayendo consigo una sinfonía de sonidos: el murmullo de las conversaciones, risas que estallan de repente, el tintineo lejano de una campana, y el suave rasgueo de una guitarra callejera. ¿Lo hueles? Es una mezcla embriagadora de jazmín, café recién molido, y el dulzor de pralinés de nuez pecana que se prepara en alguna esquina. Te sientes parte de algo vivo, antiguo y a la vez vibrante, un pulso constante que te invita a adentrarte más.

Este no es solo un mercado; es el corazón de Savannah latiendo desde hace siglos. Piensa en esto: mi abuela siempre decía que antes, aquí venían todos. No solo a comprar el pescado más fresco o las verduras de la granja, sino a contarse las penas y las alegrías. Ella me contaba cómo su propia abuela venía aquí para vender sus cestas de mimbre tejidas a mano, y cómo cada venta no era solo dinero, sino una conexión, un momento para compartir una sonrisa o un chismorreo. Era el punto de encuentro donde se sabía quién se había casado, quién había tenido un bebé o qué barco había llegado al puerto. Sientes esa resonancia, ¿verdad? Esa sensación de que cada piedra, cada ladrillo, ha absorbido miles de historias humanas, de manos que se han estrechado y de voces que han compartido la vida.

¿Te preguntas qué hacer con tanto estímulo? Primero, deja que tu nariz te guíe. Los pralinés de nuez pecana son obligatorios; busca el aroma a azúcar caramelizado. Mi consejo: prueba varias muestras antes de decidirte, ¡hay muchas tiendas! Para comer, hay de todo, desde barbacoa sureña hasta marisco fresco. Si vas a mediodía, puede estar concurrido, pero es cuando el ambiente es más efervescente. Si prefieres algo más tranquilo, ve a media tarde, cuando el sol empieza a bajar y el calor es más amable. Los fines de semana, suelen tener música en vivo, lo que añade otra capa de magia.

Pero el City Market es más que comida. Gira la cabeza y verás galerías de arte que exhiben el talento local, con obras que van desde paisajes sureños hasta arte contemporáneo. ¿Mi truco? No tengas miedo de entrar y charlar con los artistas; muchos están allí y les encanta hablar de su trabajo. También hay tiendas de souvenirs, pero busca las artesanías auténticas, no las cosas genéricas. Recorre las calles peatonales sin prisa. No hay una ruta fija; déjate llevar por lo que te llame la atención. Y si necesitas un respiro, hay patios con bancos donde puedes sentarte un momento, sentir la brisa y simplemente observar el ir y venir de la gente. Es el lugar perfecto para sentir el pulso de la ciudad sin agobios.

¡Hasta la próxima aventura! Lola de la Calle

Si alguna vez te encuentras en Savannah, hay un lugar que no solo ves, sino que *sientes* con cada fibra de tu ser: el City Market. Imagina el suave murmullo de las conversaciones que se mezclan con risas espontáneas, el tintineo de copas a lo lejos y, de vez en cuando, el suave rasgueo de una guitarra callejera. El aire tiene un aroma único, una mezcla embriagadora de azúcar caramelizado de las pralines recién hechas, el tostado del café y ese sutil toque salino que te recuerda lo cerca que está el río.

Cuando caminas por su pasillo central, siente cómo el suelo de ladrillo irregular se asienta bajo tus pies, recordándote las historias que ha guardado este lugar durante décadas. La mejor foto, la que realmente captura el alma del City Market, la tomas justo ahí, en el corazón de ese pasillo principal. Gira tu cuerpo ligeramente hacia el norte, hacia donde el pasillo se abre un poco más. A tu alrededor, tienes esas fachadas de ladrillo antiguo, algunas con balcones de hierro forjado que parecen bordados. Puedes casi tocar la textura rugosa de los muros, sentir el calor residual del sol en ellos. A tu izquierda y derecha, los arcos de las tiendas invitan a adentrarse, y percibes la luz que se filtra y crea sombras dramáticas, casi como un escenario.

Para esa foto y para vivir el City Market de verdad, mi momento favorito es la tardecer, justo antes del anochecer. Es cuando la luz del sol se vuelve dorada, acariciando los ladrillos con un brillo cálido que transforma cada esquina. No es una luz dura; es suave, envolvente, perfecta para que las sombras jueguen a tu favor y le den profundidad a la escena. Además, es el momento en que el mercado empieza a cobrar una vida diferente. La gente que acaba de terminar sus compras se mezcla con los que buscan un lugar para cenar o tomar una copa. El ambiente se vuelve más vibrante, con una energía contagiosa que te envuelve. No hay prisa, solo el disfrute del momento. Es el equilibrio perfecto entre la luz mágica para tu cámara y la efervescencia social del lugar.

Más allá de la foto perfecta, tómate tu tiempo para explorar. Estás rodeado de una mezcla ecléctica de galerías de arte donde puedes sentir la frescura del aire acondicionado después del calor exterior, y escuchar el silencio reverente que contrasta con el bullicio de la calle. Hay tiendas de artesanía local, con el olor a madera o a incienso, y boutiques con ropa que puedes tocar para sentir la calidad de las telas. Y, por supuesto, la comida. No te vayas sin probar algo de los puestos callejeros o sin sentarte en alguno de los restaurantes con mesas al aire libre. Prueba los mariscos frescos o un buen sándwich sureño. Es un lugar para pasear sin rumbo fijo, dejarte llevar por los sonidos y los olores, y simplemente *estar* en Savannah. No necesitas un mapa, solo tus sentidos.

Leo en movimiento

¡Hola, amiga! Acabo de volver de Savannah City Market y te tengo que contar todo. Nada más llegar, la primera cosa que te envuelve es ese olor dulzón, como a caramelo quemado y nueces, que sabes que son las famosas pralines de Georgia. Y luego, ese murmullo constante de gente, risas, y a veces, una guitarra sonando en la distancia. Es un lugar que te abraza con su ambiente, cálido y lleno de vida.

Imagina que tus pies te llevan por un suelo que no es liso, sientes la ligera irregularidad de los adoquines bajo tus zapatillas, como si cada paso te contara una historia. A tu derecha, notas la frescura que emana de una galería de arte, y si estiras la mano, casi puedes sentir las texturas de los lienzos o el frío de una escultura de metal. De repente, el aire se llena con el vibrante sonido de una banda de jazz en vivo que parece haber aparecido de la nada, haciéndote querer mover los hombros. Me sorprendió muchísimo cómo conviven edificios históricos, de esos con balcones de hierro forjado, con arte moderno y tiendas súper creativas. Es como si el pasado y el presente se dieran la mano en cada esquina.

Pero ojo, amiga, no todo es color de rosa. Si vas un fin de semana, prepárate para las multitudes. A veces te sientes un poco como sardina en lata, y eso le quita un poco la magia de poder explorar a tu ritmo. Y el aparcamiento... ¡ay, el aparcamiento! Puede ser un dolor de cabeza encontrar sitio, y si lo encuentras, te va a costar un ojo de la cara. También, algunas tiendas son muy "para turistas", con souvenirs genéricos que no valen mucho la pena, y los precios pueden ser un poco inflados. Te lo digo para que no te lleves una desilusión.

Mi consejo: si puedes, ve entre semana por la mañana. Tendrás más espacio para moverte y realmente absorber el ambiente sin agobios. Y sobre la comida, no te limites a lo obvio. Busca los puestecitos más pequeños, los que no hacen tanto ruido. Probé un 'shrimp and grits' en un sitio medio escondido y era pura gloria, la cremosidad del grits con el toque justo de picante de la gamba. Y si te agobian las multitudes, hay pasajes laterales y patios interiores donde puedes encontrar un poco de calma y tiendas más auténticas. Esos rincones son la verdadera joya del lugar. Te llevas una sensación de descubrimiento que no tiene precio.

¡Un abrazo desde el camino,

Olya de las callejuelas

¡Hola, aventurero! Prepárate, porque hoy vamos a pasear por el corazón de Savannah, y te prometo que sentirás cada rincón.

Imagina que llegas al City Market. Lo primero que te envuelve es una ola de aromas: el dulce y pegajoso de las pralines recién hechas, que se mezcla con el humo ahumado de alguna barbacoa cercana y el frescor cítrico del té helado. Escuchas el murmullo constante de la gente, risas espontáneas, el rasgueo de una guitarra callejera en la distancia y, de vez en cuando, el repiqueteo de los cascos de los caballos de los carruajes turísticos que pasan por las calles de adoquines. Caminas, y bajo tus pies, sientes la irregularidad de esos adoquines centenarios, que te conectan directamente con la historia de este lugar. A veces, una brisa suave te roza la piel, trayendo consigo el perfume de las magnolias o el salitre del río cercano. Es un lugar vibrante, lleno de vida, donde cada sonido y cada olor te cuenta una historia de antaño y de ahora.

Si necesitas alquilar una silla de ruedas o un scooter eléctrico para moverte por aquí, la buena noticia es que hay opciones, aunque no estén *justo* en la esquina del City Market. Lo más práctico es buscar empresas especializadas en "alquiler de equipos de movilidad" en Savannah. Compañías como Savannah Mobility Rentals o Mobility City Savannah son excelentes puntos de partida. No suelen tener una oficina física pegada al mercado, pero muchas ofrecen servicio de entrega y recogida directamente en tu hotel o alojamiento, lo cual es increíblemente cómodo. La facilidad de alquiler es alta si planificas con antelación, especialmente si necesitas un scooter eléctrico, ya que la disponibilidad puede variar. En cuanto al coste, suele ser por día o por semana, y los precios fluctúan, pero puedes esperar pagar entre 30 y 70 dólares al día, dependiendo del tipo de equipo. Mi consejo es que siempre llames con antelación para confirmar disponibilidad y tarifas, y para coordinar la entrega. Si te encuentras en un apuro, el centro de visitantes de Savannah (que está a poca distancia) puede ayudarte a encontrar la información más actualizada.

¡Hasta la próxima aventura!

Ana en Ruta

Si alguna vez te preguntas qué se *hace* en el City Market de Savannah, déjame contarte. No es solo un punto en el mapa; es una experiencia que te abraza. Imagina que el aire cálido te envuelve apenas pones un pie en la plaza. Puedes sentir el suave murmullo de las conversaciones mezclarse con una música lejana, como un río de sonidos que fluye a tu alrededor. El aroma es lo primero que te golpea: una mezcla dulce de pralinés recién hechos, el toque ahumado de la barbacoa y un eco cítrico de alguna bebida fresca. Sientes el pavimento bajo tus pies, a veces liso, a veces con la ligera irregularidad de los adoquines antiguos. La brisa juega con tu pelo, trayendo consigo el eco de risas y el tintineo de vasos. Lo que *haces* aquí, de entrada, es simplemente respirar y dejar que el lugar te cuente su historia a través de tus sentidos.

A medida que te adentras más, el ambiente cambia sutilmente. De repente, el murmullo general se interrumpe por sonidos más específicos: el suave rasgueo de una guitarra acústica en la esquina, el clic-clac de un pincel sobre un lienzo o el suave roce de tela. Aquí, lo que *haces* es explorar los pequeños estudios y galerías. Puedes pasar la yema de tus dedos por la superficie fría y pulida de una pieza de cerámica, o sentir la textura rugosa de un grabado en papel. Si te acercas a un artista, podrías percibir el olor a pintura al óleo o a la madera recién tallada. No dudes en preguntarles sobre su trabajo; sentirás la pasión en su voz al hablar de sus creaciones. Es una oportunidad para conectar con el pulso creativo de la ciudad.

Después de sumergirte en el arte, tu nariz te guiará hacia la siguiente parada. De repente, el aire se llena con el inconfundible aroma a café recién molido, mezclado con la dulzura de un gofre caliente o el salado y especiado de unas patatas fritas. Lo que *haces* es dejarte llevar por el apetito. Puedes tocar la superficie de una barra de madera pulida en uno de los bares, o sentir el calor de una taza de café entre tus manos. El sonido de los cubiertos chocando contra los platos se mezcla con la conversación animada de las mesas cercanas. Busca un asiento al aire libre si el clima lo permite; sentirás el sol en tu piel y el suave viento mientras disfrutas de un bocado local, como los famosos "shrimp and grits" o un sándwich de cerdo desmenuzado.

Cuando el sol comienza a teñir el cielo de tonos anaranjados y violetas, el City Market se transforma de nuevo. Las luces se encienden, proyectando un brillo cálido sobre la plaza. Lo que *haces* es buscar la música en vivo. El sonido de un blues melancólico o un jazz vibrante empieza a llenar el aire, invitándote a mover los pies. Puedes sentir la vibración del bajo a través del suelo si te acercas al escenario, o el ritmo constante de la batería en tu pecho. El ambiente se vuelve más íntimo, pero a la vez más enérgico. Busca un rincón acogedor en uno de los bares con música en vivo. Pide una bebida fría y déjate llevar por el ritmo. Es el momento perfecto para relajarte y simplemente empaparte del alma musical de Savannah.

En resumen, lo que realmente *haces* en el City Market es vivirlo con cada fibra de tu ser. Más allá de comprar o comer, lo que *haces* es pasear sin prisa, absorber los sonidos y los olores, sentir las texturas bajo tus dedos y el ambiente en tu piel. Puedes sentarte en un banco y simplemente escuchar el ir y venir de la gente, oler el dulce aire de la noche y sentir la energía del lugar. Es un espacio para la conexión, ya sea con un artista, un camarero o simplemente contigo mismo. Para moverte, todo es bastante plano y accesible, así que puedes recorrerlo a tu ritmo. Lo importante es que te permitas sentir.

Olya from the backstreets

¡Hola, exploradores! Hoy nos perdemos en el corazón vibrante de Savannah, un lugar donde cada rincón tiene una historia que contarte: el City Market. Cierra los ojos un segundo y respira hondo. ¿Lo sientes? Ese aroma sutil a ladrillo antiguo y humedad, mezclado con la dulzura inconfundible del praliné recién hecho. Es el aliento de Savannah. Y si aguzas el oído, más allá del murmullo de la gente, escucharás un rasgueo de guitarra un poco desafinado que parece venir de ninguna parte y de todas partes a la vez. Es el sonido de un alma libre que se ha adueñado de ese rincón, un eco que no encontrarás en ninguna guía, pero que te dice que estás vivo, justo aquí.

Para moverte, olvídate del coche. Aquí lo mejor es caminar. El mercado abre temprano y se llena rápido, así que si quieres evitar las multitudes, ve a primera hora. Hay baños públicos, sí, y están limpios. No te compliques con el aparcamiento, busca un garaje en las calles cercanas o usa un taxi/ride-share para llegar directo.

Imagina que tus dedos rozan la madera pulida de un puesto de artesanía, sintiendo las imperfecciones de algo hecho a mano. Luego, el calor del sol se filtra por los toldos, creando un mosaico de luces y sombras que bailan a tu alrededor. Cuando pases junto a los restaurantes, el vapor que escapa de las cocinas te envuelve, trayendo consigo el aroma a marisco fresco y especias sureñas. Puedes casi saborear el cangrejo antes de que llegue a tu plato. Es una inmersión total.

¿Comida? Busca los puestos de marisco frito, son un clásico y nunca fallan. Para algo más ligero, hay cafeterías con sándwiches y ensaladas. Si te gusta el arte, echa un vistazo a las galerías pequeñas, a menudo tienen artistas locales que venden piezas únicas a buen precio. Y un consejo: no te quedes solo en la calle principal, explora los pasadizos y patios interiores; esconden tiendas y rincones con mucho encanto.

Un abrazo desde el camino,

Lía en ruta

Imagina que el aire es denso, casi dulce, con un toque de sal marina y el perfume de azaleas lejanas. Estás en Savannah, y el corazón vibrante de la ciudad late en su City Market. No es solo un lugar, es una sensación. Aquí, la historia se mezcla con el presente, y cada paso te sumerge más en una atmósfera única que tienes que sentir con cada parte de tu cuerpo.

Escuchas el murmullo constante de la gente, una mezcla de risas, conversaciones animadas y el tintineo lejano de copas que chocan. El aroma a jazmín se entrelaza con el olor a café recién hecho y el dulzor de los pralinés de nuez pecan que se preparan cerca. Si extiendes la mano, podrías sentir la textura rugosa de los ladrillos antiguos que recubren las paredes, cálidos por el sol, o la frescura de una brisa que se cuela por los pasillos abiertos. Te envuelve una energía vibrante, casi como un abrazo suave, mientras el sonido de una guitarra callejera se eleva por encima del bullicio.

Pero mientras te dejas llevar por esta sinfonía de sensaciones, presta atención a tus pies. Caminas sobre superficies que cambian constantemente. Siente cómo los adoquines irregulares pueden ceder un poco bajo tu peso, o cómo el suelo de baldosa, si ha llovido o si alguien derramó una bebida, puede volverse inesperadamente resbaladizo. Tómate tu tiempo, siente cada paso. No hay prisa. Es mejor ir despacio y disfrutar de cada textura bajo tus pies que tropezar.

Y mientras el ambiente es generalmente amigable, tu intuición es tu mejor guía. A veces, alguien se acercará demasiado, con historias que suenan un poco demasiado buenas para ser verdad o pidiéndote dinero de forma insistente. Si sientes alguna presión o incomodidad, no te sientas en la obligación de interactuar. Un "no, gracias" firme y seguir tu camino es suficiente. Confía en esa pequeña voz dentro de ti; es tu mejor detector de lo que no es tan genuino como el resto del mercado.

Léa del camino

¿Eres de los que, como yo, buscan la naturaleza incluso en el corazón de la ciudad? Si es así, déjame decirte que el Savannah City Market, con todo su bullicio, guarda pequeños secretos para los amantes de las aves. Cierra los ojos por un momento. Imagina el suave murmullo de las conversaciones, el lejano tintineo de alguna campana de tienda, y por encima de todo, la vida alada que se abre paso. Puedes sentir la brisa cálida de Georgia acariciando tu piel, mezclada con el aroma dulce de las flores de jazmín que a veces flotan desde los patios cercanos, y el inconfundible olor a ladrillo antiguo y humedad que impregna el aire. No te centres solo en la vista; escucha, siente. Aquí, la ciudad y sus criaturas conviven.

No esperes ver un águila calva posada en un puesto de frutas, claro. Pero si afinas el oído, notarás la constante charla de los gorriones comunes (Passer domesticus) anidando en los aleros de los edificios históricos. Son pequeños, pero su energía es innegable. Si tienes suerte y el mercado no está demasiado concurrido, podrías escuchar el arrullo de las palomas bravías (Columba livia) o incluso, si estás cerca de las zonas con árboles o el río, el canto melodioso de algún petirrojo americano (Turdus migratorius) o el graznido distante de las gaviotas (Larus) que patrullan la costa. Son los pequeños detalles sonoros los que te conectan con la vida salvaje urbana aquí.

Para tener la mejor experiencia, dirígete a los bordes del mercado, especialmente hacia las pequeñas plazas o callejones menos transitados. Busca un banco tranquilo cerca de algún árbol o un patio de un café con mesas al aire libre. La clave es la paciencia y la quietud. El mejor momento para ir es a primera hora de la mañana, justo cuando los primeros vendedores empiezan a instalarse, entre las 7:00 y las 8:30 AM. La actividad humana es mínima y los sonidos de las aves son más nítidos. También puedes intentarlo al atardecer, cuando el bullicio disminuye y las aves buscan sus refugios nocturnos, aunque la luz es menor para la observación.

Olya from the backstreets.