¡Hola, trotamundos! Si estás en Budapest y sientes esa inquietud por ir un poco más allá, tengo el plan perfecto para ti. Esztergom, la antigua capital de Hungría, es de esos lugares que te susurran historias al oído. No es solo un sitio para ver, es para sentir.
El viaje: Un preámbulo sensorial
Imagina que el día empieza con el suave traqueteo del tren. Coge el que sale de la estación de Nyugati en Budapest. No te preocupes por los billetes, son fáciles de comprar en las máquinas amarillas o en la taquilla, y te llevan directo a Esztergom. Siente cómo el tren te arrastra suavemente fuera de la ciudad. El paisaje va cambiando, de los edificios a los campos, a veces un pueblo con tejados rojos que se asoma entre los árboles. El aire en el vagón es diferente, un poco más fresco, con ese aroma a campo abierto que te dice que la aventura ha empezado. Deja que el ritmo te acune, que la luz del sol se cuele por la ventana y te caliente la cara. Es una hora y pico, tiempo suficiente para desconectar y prepararte para lo que viene.
La llegada y el primer encuentro
Cuando el tren se detiene en Esztergom, no esperes una estación enorme. Es más bien acogedora. Al bajar, siente el aire fresco en tu cara, un poco más puro que el de la capital. Desde la estación, tienes una caminata de unos 20-30 minutos hasta el corazón de la ciudad, o puedes coger un autobús local si no te apetece andar. Te recomiendo la caminata. No hay prisa. Escuchas el murmullo de una ciudad más pequeña, quizás el canto de algún pájaro. A medida que avanzas, la silueta de la Basílica empieza a asomarse por encima de los tejados, imponente, como si te estuviera esperando. Es como un faro que te guía. Poco a poco, su masa se hace más y más grande, y empiezas a sentir su presencia antes incluso de estar a sus pies.
El corazón de Esztergom: Una experiencia de inmersión
Cuando llegues a la Colina del Castillo, justo donde está la Basílica, prepárate. La Basílica de Esztergom no es solo un edificio, es una experiencia. Siente la inmensidad de su fachada bajo tus dedos si te acercas, la frialdad de la piedra milenaria. Al entrar, el sonido cambia por completo. Cada paso, cada suspiro, resuena en el espacio. El eco de tus propios pasos te envuelve, te hace sentir pequeño, pero a la vez parte de algo grandioso. El aire dentro es fresco, casi húmedo, con un ligero aroma a piedra antigua y a incienso. Cierra los ojos por un momento y escucha la reverberación. Puedes subir a la cúpula; te prometo que la vista merece la pena. Siente el viento en tu cara al asomarte, con el Danubio serpenteando a tus pies y el horizonte extendiéndose hasta donde alcanza la vista. Es un momento para respirar hondo y dejar que la grandeza te llene.
Un paseo entre historia y fronteras
Después de la Basílica, justo al lado, está el Museo del Castillo. No es tan grandioso como la Basílica, pero te permite sentir la historia de Hungría bajo tus pies. Camina por sus pasillos, toca las viejas paredes, e imagina las vidas que se vivieron allí. Luego, desciende hacia Viziváros, el "Barrio del Agua". Este es mi lugar favorito para un paseo tranquilo. Aquí, el sonido de la ciudad se apaga un poco, solo oirás el susurro del Danubio y quizás el graznido de alguna gaviota. El aire es más húmedo, con ese olor a río y a vegetación. Puedes pasear por sus calles estrechas, sentir el empedrado bajo tus pies y buscar un pequeño café donde el aroma a café recién hecho te invite a sentarte y descansar.
El final perfecto: Cruzando el Danubio
Para terminar tu día, guarda lo mejor para el final: el Puente de María Valeria. Este puente conecta Esztergom con Štúrovo, una ciudad en Eslovaquia. Siente el viento en tu cara mientras caminas sobre el Danubio, el sonido del agua fluyendo debajo de ti. Es increíble cruzar una frontera a pie, ¿verdad? Desde el lado eslovaco, gírate y mira la Basílica de Esztergom. Desde aquí, su silueta es aún más impresionante, enmarcada por el río y el cielo. Es la vista más icónica y la que te llevarás grabada. Si te apetece, puedes tomar un café rápido en Štúrovo solo para decir que estuviste en Eslovaquia, y luego volver a cruzar.
Consejos prácticos, de amiga a amiga
* Comida: En Esztergom, busca un "csárda" (posada húngara) para probar algo local. No son muy elegantes, pero la comida es auténtica y reconfortante. Pregunta por el "halászlé" (sopa de pescado) si te atreves, es una especialidad del Danubio.
* Qué saltarse: Si el tiempo es limitado, puedes saltarte el Museo Cristiano (Keresztény Múzeum). Aunque tiene una colección impresionante, la Basílica y el Castillo son los protagonistas y te darán una idea completa de la importancia histórica de Esztergom.
* Regreso: Los trenes de vuelta a Budapest son frecuentes hasta la noche. Consulta los horarios en la estación.
* Calzado: Lleva calzado cómodo. Hay bastante que caminar y la colina de la Basílica puede ser un poco empinada.
Esztergom es un día de tranquilidad, de historia y de sensaciones. No es un lugar para correr, sino para empaparse de cada rincón.
¡Hasta la próxima aventura!
Lena en Ruta