Los senderos en Dunes son de grava fina compactada, ofreciendo una pisada firme y silenciosa. Con una anchura constante de aproximadamente 1.5 metros, permiten el paso cómodo de parejas y sillas de ruedas. Presentan suaves ondulaciones naturales que siguen el terreno, sin desniveles abruptos. Estas sendas serpentean orgánicamente, dirigiendo la vista a esculturas y jardines antes de revelar la entrada principal.

Dunes irradia su mejor ambiente en las mañanas tempranas de mayo o septiembre. El aire matutino es nítido, con un eco lejano de las olas y el canto de aves. La clientela, escasa, se mueve con tranquilidad, inmersa en la contemplación artística. Hay una quietud que realza cada pieza y el aroma del café recién hecho.

¡Hola, exploradores! Prepárense para un deleite multisensorial en la Isla del Príncipe Eduardo.

Al cruzar el umbral de Dunes Studio Gallery & Café, te envuelve una atmósfera cálida y luminosa. La luz natural inunda el espacio, acariciando cerámicas de formas orgánicas, lienzos vibrantes que capturan la esencia de la isla y esculturas que invitan a la contemplación silenciosa. Cada pieza cuenta una historia, desde la arcilla moldeada hasta los pigmentos que dan vida a los paisajes marinos. El aire se impregna del aroma a café recién molido y el dulzor sutil de la repostería casera, una invitación irresistible a la mesa. Más allá de las paredes, sus jardines esculpidos descienden suavemente hacia el mar, ofreciendo vistas panorámicas donde el rojo ocre de los acantilados se funde con el azul profundo del Atlántico. Aquí, cada bocado, desde los mariscos frescos hasta los productos de la tierra, celebra la riqueza culinaria local, servido con la misma atención al detalle que el arte que lo rodea.

Recuerdo una tarde particularmente gris, el viento azotaba la costa. Buscando refugio, entré y me encontré frente a un óleo que representaba una escena invernal de la isla, con sus árboles cubiertos de nieve y la luz tenue del atardecer. No era el típico paisaje soleado de postal, sino una visión cruda y honesta de su belleza, tan real que casi podía sentir el frío. Me conmovió profundamente; capturaba la resiliencia y la paz del invierno isleño, algo que no había logrado ver en mis propias exploraciones. Compré una impresión, y ahora, cada vez que la miro en casa, no solo revivo ese momento, sino que siento la profunda conexión con el espíritu indomable de PEI que Dunes me ayudó a descubrir.

¡Hasta la próxima escapada!

La fachada principal de Dunes Studio Gallery & Café, con su icónica entrada de madera, es el punto ideal. El encuadre natural incluye la pérgola de parras y los elementos escultóricos en los jardines. La luz dorada de la tarde, una hora antes del ocaso, baña la escena con tonos cálidos. Esta iluminación resalta la textura de la madera y la profundidad del paisaje artístico.

La galería exhibe arte local de alta calidad y la comida del café es consistentemente fresca y sabrosa. No obstante, el servicio en el café a menudo resulta lento y desorganizado durante los momentos de mayor afluencia. La verdadera sorpresa fue la extensión de los jardines escultóricos, un remanso de paz inesperado.

Para alquiler de silla de ruedas o scooter cerca de Dunes Studio Gallery & Café, contacte PEI Mobility en Charlottetown. Situado a unos 25 minutos en coche, ofrecen diversas opciones de movilidad. Los precios y la disponibilidad requieren consulta directa con ellos vía telefónica. Se recomienda llamar con antelación para asegurar su reserva y coordinar la recogida.

Recorres salas llenas de arte local, deteniéndote ante cerámicas y pinturas únicas. Observas a los artesanos modelar arcilla en el estudio de cerámica, viendo piezas cobrar forma. Disfrutas de una comida fresca en el café, con vista a los jardines o al mar. Paseas por los extensos jardines botánicos, encontrando rincones tranquilos para contemplar.

¡Hola, amantes de la belleza y los sabores!

Si alguna vez te encuentras explorando las costas de la Isla del Príncipe Eduardo, hay un rincón que te espera con una magia singular: Dunes Studio Gallery & Café. Al cruzar su umbral, la luz natural inunda el espacio, revelando una sinfonía de texturas: maderas pulidas, cerámicas con alma y lienzos que capturan la esencia de la isla. El aire se impregna con el suave aroma del café recién molido y el dulzor de la repostería casera, una invitación a la calma que te envuelve desde el primer instante.

Más allá de la galería, donde cada pieza de arte cuenta una historia silenciosa a través de sus formas y colores, se abre el café. Aquí, el murmullo de conversaciones tranquilas y el tintineo discreto de la vajilla acompañan platos elaborados con ingredientes locales, frescos y vibrantes. Pero hay un detalle que pocos notan: si te desvías del camino principal hacia los jardines traseros, más allá del bullicio de la terraza principal, encontrarás un pequeño banco de piedra casi escondido entre la lavanda y las rosas. Allí, con el viento susurrando entre las hojas, se percibe un sutil aroma a sal y pino que el aire trae del mar cercano, una fragancia efímera que te ancla a la verdadera esencia de la isla, lejos del ajetreo. Es un suspiro de PEI que pocos se detienen a inhalar.

Hasta la próxima aventura, exploradores.

Durante la temporada alta, la popularidad de Dunes genera largas esperas en el café y dificultad para encontrar estacionamiento. Visite temprano o al final de la tarde, o considere la temporada baja para una experiencia más tranquila. Los extensos jardines exteriores exponen a los visitantes al sol directo por periodos prolongados. Proteja su piel con protector solar y sombrero para disfrutar sin quemaduras.

Amantes de las aves disfrutarán Dunes por su proximidad a las dunas y el estuario. Escucharán el canto de chorlitos y gaviotas, y podrían avistar ostreros americanos. La terraza trasera o los senderos adyacentes a las dunas ofrecen los mejores puntos de observación tranquila. Las mañanas tempranas o el atardecer son ideales para la mayor actividad aviar.