¡Hola! Acabo de volver de KidZania Dubai y, mira, tengo que contarte. Imagina que abres los ojos y no estás en un centro comercial, sino en una ciudad a escala, hecha a la medida de los más pequeños. Escuchas el murmullo constante de voces infantiles, risas que estallan y el zumbido de alguna sirena simulada de fondo. El aire es fresco, con ese ligero olor a limpio que tiene todo en Dubai, mezclado con un dulzor lejano a palomitas de maíz. Sientes la energía vibrante en el ambiente, como si una pila gigante estuviera alimentando cada rincón. Te sorprende la inmensidad, cómo cada edificio, cada calle, está replicada con un detalle asombroso. Es como si hubieras encogido y te hubieran soltado en un mundo donde los niños son los que mandan.
Lo más sorprendente es cómo funciona todo el sistema. Te colocan una pulsera de seguridad a ti y al niño al entrar, que es súper útil para no perderse en el bullicio. Dentro, la moneda oficial son los "KidZos". Imagina la sensación de ver a un niño, que hace un rato no entendía el valor del dinero, ahora contando sus KidZos con seriedad, decidiendo si los gasta en la tienda de regalos o si los ahorra en el banco para ganar intereses. Sientes el orgullo en ellos cuando salen de una actividad, por ejemplo, de la fábrica de Coca-Cola, con su propio refresco recién embotellado, o de la estación de bomberos, donde han "apagado" un fuego de verdad. La textura de los pequeños uniformes, hechos a su medida, les da una sensación de profesionalidad palpable. Es increíble ver cómo se meten en el papel, aprendiendo sobre profesiones de una forma que jamás conseguirían en un aula.
Pero no todo es color de rosa, claro. Como te decía, es Dubai, y eso significa que el coste puede ser un factor. Los precios de las entradas y, sobre todo, la comida y bebida dentro, son bastante altos. A veces, la afluencia de gente es tan grande que la espera para algunas actividades puede ser eterna. Imagina estar de pie, sintiendo el suelo frío bajo tus pies, con el zumbido constante del aire acondicionado, mientras esperas 20 minutos para que tu hijo pueda hacer de piloto por cinco. Eso puede cansar, y mucho. Además, para los padres, hay menos cosas que hacer una vez que los niños están inmersos. Te toca sentarte en las zonas de descanso, escuchando el eco de los altavoces anunciando actividades, y el tiempo puede hacerse un poco largo si no estás acostumbrado a la pasividad. Es un lugar para los niños, y eso se nota en la experiencia del adulto acompañante.
Lo que me sorprendió de esta KidZania en particular es la atención al detalle y la integración de marcas locales e internacionales. Por ejemplo, tienen una academia de aviación de Emirates, donde los niños pueden simular ser pilotos o tripulación de cabina en un avión real (bueno, una maqueta muy convincente). Piensa en el sonido de los motores simulados, la vibración del "avión" al "despegar". O la experiencia de trabajar en un hospital de Aster Healthcare, donde sientes la suavidad de las batas médicas y el peso del estetoscopio mientras "atiendes" a un paciente. Hay una sensación de autenticidad en cada mini-profesión. Incluso tienen un supermercado Waitrose donde los niños pueden ser cajeros o reponedores, sintiendo la textura de los productos y el peso del carrito. La dedicación del personal, los "Zupervisors", es admirable; interactúan con los niños con una paciencia y un entusiasmo genuinos.
Entonces, ¿merece la pena? Si viajas con niños y buscas una experiencia que vaya más allá del entretenimiento puro, sí. Es ideal para niños de 4 a 12 años, donde realmente pueden aprovechar todas las actividades. Te recomiendo ir entre semana si puedes, para evitar las multitudes y las largas esperas. Sientes cómo el día se pasa volando para ellos, y para ti, aunque el cansancio se acumule, queda la satisfacción de verlos aprender y disfrutar. Al final del día, sales con el eco de sus risas y la imagen de sus caras de concentración y alegría. Es una experiencia única, que les da una perspectiva diferente del mundo adulto.
Un abrazo desde la carretera,
Max en movimiento.