¿Preparado para una aventura donde cada sentido despierta? Si alguna vez te has preguntado cómo es la selva tropical más antigua del mundo, el Daintree, al norte de Port Douglas, te lo voy a contar para que lo sientas con cada fibra de tu ser. No es solo un lugar para ver, es un lugar para *vivir*. Para llegar, cruzarás el río Daintree en un ferry. Imagina el sonido del motor que te arrulla, el agua bajo tus pies, y una brisa que empieza a cambiar, trayendo un aroma diferente, más húmedo, más verde. Sientes cómo el aire se vuelve más denso, más cargado de vida. Es el umbral, el momento en que dejas el mundo conocido y te sumerges en algo antiguo, algo que respira y susurra a tu alrededor. Solo hay un ferry, así que, para empezar tu día con calma, llega temprano. Abre las ventanillas del coche mientras esperas, deja que el aire de la selva te envuelva incluso antes de pisar tierra firme.
Una vez al otro lado, tu primera parada para sentir realmente la selva es la pasarela de Jindalba. Al salir del coche, el calor húmedo te abraza, y el sonido es lo primero que te golpea: un coro ininterrumpido de insectos chirriantes, el canto lejano de aves exóticas y el murmullo de las hojas al moverse. Caminas por una pasarela elevada, de madera, que te protege de la tierra mojada y te permite adentrarte sin dañar nada. Extiende la mano y siente la humedad en el aire, casi tangible. El aroma es profundo, a tierra mojada, a musgo, a flores que no puedes ver pero que sabes que están ahí. Si te detienes y escuchas con atención, puedes percibir el goteo de agua de las hojas, el crujido de pequeñas criaturas entre la hojarasca. Es un paseo fácil, accesible, diseñado para que te sumerjas en la inmensidad sin perderte. Vístete con ropa ligera y transpirable, y no olvides un buen repelente: sentirás la presencia de la vida, ¡y querrás que sea la de la selva, no la de los mosquitos!
Después de Jindalba, te dirigirías a la pasarela de Dubuji, que te ofrece una perspectiva diferente y te lleva más cerca de la costa. Aquí, el suelo puede sentirse un poco más blando en algunos tramos, y el sonido del viento se mezcla con el de la selva, trayendo ecos lejanos del océano. Es un sendero más largo, pero igual de accesible, donde puedes tocar la corteza rugosa de los árboles gigantes, sentir la suavidad de las hojas de palma, o la frescura de una hoja de helecho si extiendes tu mano con cuidado. El aroma cambia ligeramente, quizás con una nota más salina a medida que te acercas al mar. Presta atención a los sonidos: podrías escuchar el batir de las alas de un casuario, aunque verlos es un regalo. Es un lugar para ralentizar el paso, para dejar que la selva te hable, para sentir la antigüedad de este ecosistema en tus huesos.
Desde Dubuji, el camino te lleva directamente a un lugar mágico: Thornton Beach. Aquí es donde la selva abraza el mar, un encuentro único en el mundo. Imagina el cambio en el sonido: el denso coro de la selva se abre para dar paso al rugido constante de las olas rompiendo en la orilla. Siente la arena bajo tus pies, fina y fresca, y la brisa salada que acaricia tu piel, una bienvenida diferente a la humedad de la selva. El aire huele a sal y a algas, mezclado con el aroma persistente de la vegetación tropical. No es un lugar para nadar debido a los cocodrilos y las medusas venenosas, pero es perfecto para caminar por la orilla, sintiendo el vaivén del agua en tus tobillos (con precaución y sin adentrarte), o simplemente sentarte y absorber el contraste. Es un recordatorio de la inmensidad y diversidad de la naturaleza, un momento para respirar hondo y sentir la conexión entre la tierra y el océano.
Para cambiar de perspectiva y sentir la amplitud de este lugar, la siguiente parada es el Mirador Alexandra (Walu Wugirriga). Aquí, el viento es tu compañero, acariciando tu rostro y trayendo consigo los sonidos del mar y de la selva a la vez. Es un punto elevado donde, si pudieras ver, apreciarías la inmensidad verde que se extiende hasta el horizonte, donde el azul del mar se funde con el cielo. Pero tú lo sentirás: la sensación de espacio abierto después de la densidad de la selva, el sonido del viento silbando entre los árboles, el eco de las olas desde abajo. Es un momento para sentirte pequeño y, a la vez, parte de algo grandioso. Es un lugar para la contemplación, para dejar que la brisa te despeje la mente y te llene los pulmones con el aire puro de este lugar ancestral. Si el sol está alto, sentirás su calor con fuerza, un contraste con la sombra de los senderos.
Si vas con un amigo que no puede ver, lo que yo evitaría es cualquier actividad que dependa exclusivamente de la vista, como ciertos miradores sin una experiencia sensorial adicional, o tours que se centren demasiado en "avistamientos" específicos que podrían ser frustrantes. También, cualquier cosa que se sienta apresurada o que te saque de la inmersión. En cambio, lo que guardaría para el final, para la despedida, sería un momento de calma en Cow Bay. Es una playa más tranquila que Thornton, donde el sonido de las olas es más suave, más melódico. Puedes sentir la arena entre tus dedos, el calor del sol en tu piel, y dejar que el aroma de la selva y el mar se mezclen en tu memoria. Es el cierre perfecto, un momento para procesar todas las sensaciones del día, para dejar que la inmensidad de Daintree se asiente en tu corazón.
Hasta la próxima aventura,
Léa from the road