¿Qué se *hace* en Canary Wharf? Imagina el traqueteo familiar de un tren que te arrulla, y de repente, la puerta se abre a una estación inmensa, luminosa, donde el aire se siente diferente, más... eléctrico. Una ráfaga de viento fresco y limpio te sube por la cara, y el eco de tus propios pasos sobre un suelo liso te acompaña. A lo lejos, un murmullo constante, como un río de gente en movimiento que te envuelve. Te sientes pequeño, sí, pero no insignificante, sino como una pieza más en un engranaje gigante que funciona a la perfección. Es como entrar en el futuro sin darte cuenta.
Para llegar, la forma más fácil es el metro (Jubilee Line) o el DLR. El DLR es una experiencia en sí misma; va por encima del suelo y te regala vistas que te preparan para lo que viene. Las estaciones son modernas y están muy bien conectadas, facilitando la transición a este mundo de rascacielos.
Cuando pones un pie fuera, el cuello se te va hacia arriba sin que lo pidas. Sientes la altura de los edificios, paredes de cristal que reflejan el cielo y las nubes, rebotando la luz del sol en una danza brillante. Hay un zumbido constante, el sonido de la ciudad que trabaja, pero aquí es más un murmullo de negocios, de pasos rápidos sobre el pavimento. Luego, el cambio. De repente, el sonido del agua. Un olor salado, fresco, de río. Escuchas el suave chapoteo de las pequeñas olas contra los muelles y sientes la brisa que viene del Támesis. Es un contraste fascinante: el acero y el cristal junto a la historia líquida de los antiguos muelles.
Date un paseo por los muelles. Hay pasarelas y puentes que te llevan por el agua, permitiéndote ver barcos amarrados y, si tienes suerte, alguna embarcación histórica que recuerda su pasado portuario. Es un buen sitio para sentir la escala del lugar y la mezcla de lo viejo y lo nuevo.
Después de tanto hormigón, de pronto, la sorpresa. El suelo bajo tus pies cambia, se vuelve más blando, más natural. Sientes la frescura de la hierba bajo tus zapatos, el olor suave de las flores en parterres cuidados. Hay bancos donde puedes sentarte y sentir el calor del sol en la piel, mientras escuchas el canto de algún pájaro que se ha atrevido a anidar aquí. El bullicio se apaga un poco, y puedes percibir el aroma a café recién hecho o a algo dulce que viene de las cafeterías cercanas.
Hay varios espacios verdes pequeños pero muy bien cuidados, como Jubilee Park o el Crossrail Place Roof Garden (este último es un jardín secreto en la azotea, ¡no te lo pierdas!). Para comer, tienes de todo: desde puestos de comida rápida en los mercados hasta restaurantes más formales. Puedes buscar algo rápido en los centros comerciales o un sitio con terraza junto al agua para disfrutar del ambiente.
Te adentras en galerías subterráneas, donde el aire acondicionado te envuelve. El sonido de las conversaciones se mezcla con la música suave de fondo y el tintineo de las cajas registradoras. Sientes la textura lisa de las superficies de las tiendas, el calor de las luces. Al caer la tarde, la luz cambia. Los edificios se iluminan, creando un espectáculo de reflejos dorados y blancos sobre el agua oscura. El ambiente se relaja un poco, el murmullo de los negocios se convierte en risas y conversaciones más distendidas. Puedes sentir la energía de la gente que se relaja después de un día de trabajo.
Hay varios centros comerciales subterráneos (Cabot Square, Canada Place) con tiendas de marcas conocidas. Es un buen plan si hace mal tiempo o si quieres comprar algo. Por la noche, Canary Wharf tiene muchos bares y restaurantes que se llenan de gente. Es un sitio ideal para tomar algo después de cenar o disfrutar de la vista nocturna, con los rascacielos iluminados.
Olya from the backstreets