¡Hola! Acabo de volver de Londres, de Soho, y tengo la cabeza llena de sensaciones, ¡como si aún estuviera allí! Imagínate que acabas de salir del metro en Piccadilly Circus. De repente, una ráfaga de aire fresco te golpea, y en seguida, la primera ola de sonidos: el murmullo constante de cientos de conversaciones en mil idiomas, el eco de una carcajada lejana, la vibración de la música que escapa de algún local. Un segundo después, el olfato se te inunda: el dulzor de los gofres recién hechos, el picante de la comida asiática, un toque de cerveza, y debajo de todo eso, ese aroma inconfundible a humedad londinense mezclada con especias exóticas. Caminas y sientes la energía, la prisa de la gente, pero también la calidez de la multitud, el asfalto bajo tus pies. Es un torbellino, sí, pero uno que te arrastra y te hace sentir increíblemente vivo.
Para disfrutar de esa vibración al máximo, mi mejor consejo es que no lleves un plan fijo. Simplemente déjate llevar. Soho es para caminar, para perderse sin rumbo. Si buscas buena comida, Chinatown es un festín para el olfato y el gusto, pero explora también las callejuelas laterales; ahí es donde encuentras esos pequeños restaurantes tailandeses o vietnamitas auténticos, o pubs históricos con comida casera. Para la noche, los bares y teatros son el corazón de Soho. La zona se transforma por completo al caer el sol, las luces de neón brillan, y la música se vuelve más fuerte. Llega a media tarde para ver la transición y quédate hasta que te duelan los pies de tanto bailar o pasear.
Ahora, seamos honestos, no todo es miel sobre hojuelas. Hay momentos en los que el Soho te puede agobiar. Imagínate en una calle principal un sábado por la tarde, en hora punta. El sonido se convierte en un zumbido ensordecedor, casi doloroso. Sientes cómo la gente te roza constantemente, te empuja sin querer, y la sensación de claustrofobia puede ser real. El aire se vuelve denso, cargado con el olor a fritura y a veces, por desgracia, a basura. Te sientes como una sardina enlatada, sin espacio para respirar, y la magia se disuelve un poco en ese agobio. Es el otro lado de la moneda de su popularidad.
Para evitar esos momentos de agobio, intenta ir entre semana o muy temprano por la mañana si quieres pasear con más calma. Los fines de semana, especialmente por la tarde, son un caos. En cuanto a los precios, en las calles principales son un atraco. Si buscas un buen sitio para comer o tomar algo sin que te saquen un ojo de la cara, aléjate de las zonas más turísticas. Busca los pubs tradicionales en las calles menos transitadas, a menudo tienen ofertas de comida a mediodía o "happy hours" que valen la pena. Y si te sientes abrumado, busca una callejuela lateral o un pequeño jardín escondido; siempre hay un oasis de calma cerca.
Lo que más me sorprendió, sin duda, fue encontrar esos oasis de tranquilidad en medio del bullicio. De repente, giras una esquina y te encuentras en un pequeño patio empedrado, con un silencio casi irreal, donde solo se escucha el murmullo de una fuente o el canto de un pájaro. O entras en una librería antigua y el olor a papel viejo te envuelve, y el sonido de las páginas al pasar es lo único que rompe la quietud. Sientes el frío de la piedra en un pasaje histórico o el frescor de la sombra en un pequeño square con un par de bancos. Es como si el tiempo se detuviera por un instante, y te conectaras con un Soho diferente, más íntimo, más auténtico.
Para encontrar esos tesoros ocultos, mi consejo es levantar la vista y mirar a los lados, no solo al frente. Muchas de las calles más interesantes no son las principales. Explora Carnaby Street, que es más que tiendas, es una experiencia con su propia personalidad. Busca los pequeños "mews" (antiguos establos reconvertidos en casas preciosas) o los mercados como el de Berwick Street, que tienen su propio ritmo y aromas. No tengas miedo de meterte por cualquier pasaje o callejón que parezca interesante; a menudo conducen a patios escondidos, galerías de arte diminutas o pubs con historia. Es en esos pequeños desvíos donde Soho revela sus verdaderas sorpresas.
¡Espero que te sirva para tu próxima aventura!
Olya from the backstreets