"¿Qué se *hace* realmente allí?" Me preguntaste sobre Paramount, y la verdad es que no es solo un tour, es como si una puerta se abriera a un mundo que creías solo existía en tu imaginación. Desde el momento en que cruzas la icónica verja, sientes un cambio en el aire, ¿sabes? Es una mezcla de historia y esa chispa de "algo grande está pasando ahora mismo". Imagina el sol de Los Ángeles cálido sobre tu piel, pero con una brisa que te trae un olor particular, no sé, como a madera vieja, a polvo de estudio y un toque de café recién hecho. Puedes sentir el zumbido lejano de alguna maquinaria, un rumor constante bajo el cielo azul. Es como si el suelo mismo vibrara con las historias que se han contado aquí.
Mira, para que te hagas una idea, esto no es un museo que recorres a tu aire. Es una experiencia guiada y muy personal. Te subes a un carrito de golf, de esos grandes y cómodos, con un grupo pequeño, lo cual es genial porque la guía, que es una experta, tiene tiempo para charlar contigo, responder a todo. Te recomiendo muchísimo reservar tu plaza online con antelación, porque los grupos son reducidos y se llenan rápido, sobre todo si vas en temporada alta. No te arriesgues a ir y quedarte fuera, sería una pena.
Una vez dentro del carrito, empiezas a moverte por las calles que parecen sacadas de películas, porque, bueno, *son* de películas. Puedes sentir el cambio del asfalto liso a las calles empedradas de un set de Nueva York, o la gravilla de un pueblo del oeste. Imagina un silencio casi reverente cuando pasas junto a un escenario de sonido, esas enormes cajas negras donde se graba. A veces, si tienes suerte y no están filmando, el guía te deja asomarte o incluso entrar. Piensa en el eco de tus propios pasos en un espacio gigantesco, frío y oscuro, donde se crean mundos enteros. Puedes casi tocar la historia en las paredes.
Importante: aunque es un estudio en funcionamiento, no esperes ver a Brad Pitt en un descanso tomando un café. Es muy, muy raro. Las filmaciones son impredecibles y a menudo a puerta cerrada. Prepárate para caminar un poco, así que zapatillas cómodas son un *must*. Lleva una botella de agua, el sol de LA pega fuerte. Y si puedes, una cámara, aunque no siempre se puede grabar dentro de los sets por derechos de autor, pero tu guía te indicará dónde sí. La idea es absorber, no tanto documentar cada segundo.
El "backlot" es donde la magia se vuelve tangible. Imagina pasar junto a fachadas de edificios que son solo eso, fachadas, pero se sienten tan reales que te engañarían. Puedes sentir la textura de la madera desgastada de un viejo saloon o la frialdad del metal de un coche de policía de otra época. A veces, te llevan a almacenes llenos de utilería, un verdadero tesoro. Piensa en el olor a tela vieja, a metal, a cuero, mezclado con ese aroma a polvo que te dije. Puedes sentir con tus manos la forma de objetos que han sido parte de miles de historias, cada uno con su propio peso y su propia vibración.
Si te da hambre, hay una cafetería dentro del estudio, tipo comida rápida pero decente, donde puedes sentarte un rato y procesar todo. Los precios son los esperados en un sitio así, un poco más altos, pero la experiencia lo vale. Y sí, hay una tienda de recuerdos al final. No te voy a engañar, es cara, pero tienen cosas únicas que no vas a encontrar en cualquier otro sitio, desde camisetas icónicas hasta réplicas de utilería. Es un buen lugar para llevarte un pedacito de la magia a casa, si el bolsillo te lo permite.
Al final, cuando el carrito te deja de vuelta y te despides de tu guía, el mundo exterior parece un poco más normal. Pero en ti se queda algo. Se te pegan los sonidos que escuchaste, el eco de las risas del grupo, la sensación de haber estado en un lugar donde lo imposible se hace real cada día. Es como si una pequeña parte de esa magia se hubiera adherido a tu piel, y sabes que cada vez que veas una película, pensarás en esos pasillos, esos sonidos, esos olores. Es una experiencia que te hace ver el cine de otra manera, con más aprecio, con más cercanía.
Olya from the backstreets