Estambul te espera, y uno de esos lugares que te envuelve al instante es el antiguo Hipódromo de Constantinopla, hoy conocido como Sultanahmet Meydanı.
Imagina que llegas a una explanada vasta, tan amplia que sientes el espacio abrirse a tu alrededor. Bajo tus pies, la tierra misma parece vibrar con los ecos de miles de años, la misma que una vez sintió el galope de caballos de carrera y el clamor de multitudes imperiales. Si el sol de Estambul te acompaña, sentirás su calor en tu rostro, una caricia que te conecta con el tiempo. Si es al atardecer, el aire se vuelve más suave y puedes casi saborear los tonos naranjas y morados que pintan el cielo, incluso sin verlos.
¿Qué oyes? El murmullo constante de la vida de Estambul, un zumbido humano que se mezcla con el lejano y melodioso llamado a la oración de una mezquita cercana. Puedes casi oler la mezcla de especias dulces de los puestos ambulantes, el aroma terroso del polvo y ese inconfundible olor a historia que impregna el aire. Al caminar, tus manos pueden rozar los fríos y lisos mármoles de los obeliscos que aún se alzan, sintiendo su antigüedad, su peso en el tiempo. No necesitas ver para saber que estás en un lugar monumental; lo sientes en la escala, en la energía que te rodea, en cada fibra de tu ser.
Ahora, cambiando de tercio, hablemos de lo práctico para que tu visita sea perfecta:
* Mejor momento del día: Sin duda, a primera hora de la mañana, justo después del amanecer. La luz es suave y te permite sentir la tranquilidad del lugar antes de que la multitud despierte. O bien, al final de la tarde, cuando el sol empieza a caer, creando una atmósfera mágica y menos agobiante.
* Para evitar multitudes: Los días de semana son siempre mejor que los fines de semana. Evita las horas centrales del día (de 10:00 a 16:00), especialmente en temporada alta (verano y primavera). Recuerda que es un espacio público abierto, así que siempre habrá gente, pero en esos momentos es un río de personas.
* Cuánto tiempo pasar: Dedícale entre 30 y 45 minutos. Es un espacio abierto con algunos obeliscos y una columna, pero la verdadera "magia" es sentir su historia y su escala. No hay mucho que "ver" en el sentido tradicional, sino mucho que "sentir".
Y para que aproveches al máximo tu tiempo y tu experiencia:
* Qué "saltarse": No hay mucho que "saltarse" en el Hipódromo en sí, ya que es un espacio abierto. Sin embargo, no te detengas demasiado en los paneles informativos si no te interesan los detalles históricos específicos de cada monumento; la esencia del lugar se capta más por su atmósfera. Tampoco esperes encontrar ruinas extensas; los obeliscos y la columna serpenteante son los principales vestigios visibles.
* Consejos locales útiles:
* Cafés y algo para picar: Justo alrededor del Hipódromo y en las calles adyacentes de Sultanahmet, encontrarás muchísimos cafés y y pequeños restaurantes. Te recomiendo buscar los que tienen terraza en la azotea para disfrutar de vistas espectaculares de Santa Sofía o la Mezquita Azul mientras tomas un té turco (çay) o un café.
* Baños: Hay baños públicos de pago (suelen costar unas pocas liras turcas) cerca de las principales atracciones como Santa Sofía y la Mezquita Azul, que están a solo unos pasos del Hipódromo. Son limpios y convenientes.
* Agua: Siempre lleva una botella de agua, especialmente en los meses cálidos. Puedes rellenarla en muchas fuentes públicas o comprarla fácilmente en quioscos cercanos.
* Calzado cómodo: Vas a caminar mucho en esta zona. Las calles son adoquinadas y las distancias, aunque cortas, se hacen sentir.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya desde las callejuelas