Las sendas en el Mulberry Harbour son predominantemente de gravilla compactada y asfalto. Su ancho fluctúa, desde amplias explanadas costeras hasta pasarelas más definidas hacia los miradores. Los desniveles son mínimos, con suaves rampas que facilitan el acceso a puntos de observación elevados. Estas rutas guían linealmente a los visitantes a lo largo de la orilla, conectando los vestigios con las áreas informativas.

El Muelle Mulberry en Arromanches cobra su mayor fuerza al amanecer o atardecer, fuera de la temporada estival. El aire fresco y salado domina, solo interrumpido por el constante susurro de las olas contra los restos. La escasa afluencia permite una quietud que invita a la reflexión profunda. Este ambiente solemne realza la magnitud histórica del lugar.

¡Hola, exploradores de la historia!

A pocos kilómetros de la tranquila Bayeux, en las costas de Arromanches-les-Bains, el viento salado susurra relatos de una audacia sin precedentes. Aquí, las mareas revelan los esqueletos gigantes de lo que fue una maravilla de ingeniería bélica: el Puerto Mulberry. No son ruinas cualquiera; son los cimientos de una victoria, bloques de hormigón desgastados que se alzan del agua como monolitos oxidados, testigos silenciosos de la Operación Overlord. Al caminar por la playa, uno puede casi sentir el frenético pulso de 1944, la urgencia de desembarcar tropas y equipo en una costa enemiga sin un puerto natural. Estos restos no solo evocan la magnitud del desafío, sino la brillantez humana para superarlo.

Imagina la escena: en cuestión de días tras el Día D, se ensambló un puerto flotante entero, pieza por pieza, traído desde Inglaterra. La necesidad era crítica; sin un flujo constante de suministros, la invasión se habría estancado. Una de las anécdotas más impactantes es cómo, solo en los primeros cien días, este puerto artificial permitió el desembarco de más de 2.5 millones de hombres, 500,000 vehículos y 4 millones de toneladas de material. Esta proeza logística, impensable para muchos, fue la arteria vital que alimentó el avance aliado, una demostración palpable de que la inventiva puede cambiar el curso de la historia. Mirar sus vestigios es contemplar la resiliencia y la ingeniería de un momento decisivo.

Hasta la próxima aventura, y que vuestros viajes estén llenos de descubrimientos tan asombrosos como este.

La gente se detiene naturalmente en la playa de Arromanches-les-Bains, frente a los restos del puerto Mulberry. Los encuadres ideales capturan los cajones Phoenix de hormigón, dispersos entre la arena y el agua. La marea baja es esencial para revelar más estructuras y permitir el acceso cercano. La mejor luz se obtiene al amanecer o atardecer, cuando el sol ilumina dramáticamente los restos.

El Mulberry B en Arromanches demostró ser un ingenio vital, permitiendo el desembarco masivo de suministros tras el Día D. Sin embargo, la sección Mulberry A en Omaha fue desmantelada por una tormenta feroz, revelando su vulnerabilidad extrema al clima. Sorprende la audacia de construir puertos flotantes en cuestión de días. Hoy, los restos de hormigón en la costa son un recordatorio mudo de esa hazaña bélica y logística.

En Bayeux, farmacias céntricas como la Pharmacie de la Cathédrale (10 Rue Saint-Martin) suelen alquilar sillas de ruedas. El proceso es sencillo, a menudo con identificación y un depósito reembolsable. El coste ronda los 10-15€ diarios, aunque puede variar. Para scooters de movilidad, es mejor consultar directamente, ya que su disponibilidad es más limitada.

Contemplas los imponentes cajones de hormigón, algunos aún flotando, otros semihundidos en la bahía. Caminas por la playa de Arromanches, donde la marea baja revela más elementos dispersos del muelle. Visualizas la asombrosa escala de aquel puerto artificial, vital para el desembarco de Normandía. Capturas la silueta de los bloques contra el horizonte, un legado tangible de la Operación Overlord.

¡Hola, exploradores de historias! Hoy te llevo a un rincón de la costa normanda donde el tiempo se detiene y el ingenio humano desafió lo imposible: Arromanches-les-Bains, el hogar del legendario Puerto Mulberry.

Al pisar la vasta extensión de arena, la mirada se topa de inmediato con las colosales formas de hormigón, ancladas en la bahía como gigantes dormidos. Estos bloques, que una vez formaron un puerto artificial vital durante el Día D, ahora emergen y se sumergen con las mareas, cubiertos de percebes y algas marinas que les otorgan un manto verdoso y ancestral. El aire aquí huele a salitre puro y a la humedad persistente de la piedra erosionada, una fragancia que se mezcla con el eco lejano del rugido del Atlántico. Cada pieza oxidada de acero incrustada en el hormigón cuenta un capítulo de una audacia sin precedentes, invitándote a tocar la fría textura de la historia y sentir el viento que peina la bahía. La luz, a menudo plomiza, acentúa la sobriedad de este paisaje, transformándolo en un lienzo de resiliencia y memoria.

Y aquí va un detalle que pocos notan: si te acercas a los restos más grandes de los cajones Phoenix cuando la marea está en su punto más bajo, y el viento es casi nulo, puedes escuchar un sutil y repetitivo *glug-glug* proveniente del interior de algunas de las estructuras. Es el sonido del agua de mar, atrapada en las cavidades y fisuras internas del hormigón poroso, que lentamente se filtra y se vacía con el descenso final de la marea, como el último aliento de un gigante. Es un susurro íntimo, fácilmente ahogado por las olas o las voces de los visitantes, pero que revela la vida oculta y la lucha constante de estos titanes contra el mar.

Espero que esta parada te inspire tanto como a mí. ¡Hasta la próxima aventura!

Los vestigios del Puerto Mulberry, visibles en Arromanches-les-Bains con marea baja, son un sitio histórico crucial. Las mareas normandas suben y bajan con rapidez; consulta siempre sus horarios exactos antes de acercarte a las estructuras. Evita pisar los bloques y pilares cubiertos de algas, pues son extremadamente resbaladizos y pueden ocultar bordes metálicos afilados. Mantén siempre una distancia segura de los restos y nunca intentes trepar o nadar cerca para prevenir accidentes graves.

Para amantes de las aves, Mulberry Harbour ofrece avistamientos costeros de interés. Gaviotas y cormoranes dominan el paisaje sonoro con sus graznidos característicos. Los restos sumergidos y las zonas menos concurridas de la orilla al amanecer son ideales para la observación. La marea baja revela más áreas de forrajeo, mejorando las oportunidades.