Los senderos subterráneos de Pommery son de hormigón liso y uniformemente amplios. Comienzan con una pendiente descendente suave que introduce a las profundas cavas. Esta red de pasillos bien iluminados dirige un recorrido lineal entre imponentes barricas y obras de arte. Las vías son una guía inequívoca, manteniendo un flujo constante por el laberinto subterráneo.

Una mañana de entretiempo, con el aire fresco y nítido, realza la visita. En las crayères, el eco resalta solo susurros y el sutil tintineo de copas. Los grupos son reducidos, facilitando una inmersión tranquila y personal. La frescura constante del subsuelo invita a una contemplación serena de su magnitud.

¡Amantes de la burbuja y la historia, hoy nos sumergimos en un tesoro subterráneo en Reims!

Al descender a las profundidades de Domaine Pommery, el aire se vuelve instantáneamente más fresco, denso de una humedad terrosa que acaricia la piel. Los túneles, tallados en la creta blanca y porosa, se extienden en una red laberíntica, revelando una escala monumental que desafía la imaginación. La tenue iluminación azulada o verdosa ilumina las paredes rugosas, donde millones de botellas reposan en silencio, algunas cubiertas de un fino polvo que narra décadas de paciencia. Cada recodo desvela no solo hileras de champán, sino también instalaciones de arte contemporáneo, creando un diálogo fascinante entre la tradición vitivinícola y la expresión moderna.

Este lugar es un testamento a la visión de Madame Pommery, quien en el siglo XIX transformó estas antiguas canteras de tiza romanas en las cavas neogóticas que hoy visitamos. Su dedicación fue tal que, en un momento crucial, cuando la industria aún se debatía entre la dulzura y la sequedad, ella apostó por el Brut y por la creación de estas vastas "crayères" como el santuario perfecto para su envejecimiento. La anécdota que mejor ilustra su impacto es cómo invirtió una fortuna colosal en excavar y adaptar estas galerías, convirtiendo lo que eran simples agujeros en la tierra en una catedral subterránea para el vino, demostrando su convicción inquebrantable en la calidad y el futuro del champán, estableciendo un estándar de excelencia que perdura.

¡Que vuestros viajes estén llenos de burbujas y descubrimientos!

La majestuosa fachada del edificio principal de Pommery es la parada natural. Enfoca la gran puerta azul y la simetría arquitectónica para el encuadre ideal. La luz dorada de la mañana temprana o el final de la tarde suaviza los volúmenes. Captura la escala imponente desde la explanada frontal.

La arquitectura del Domaine Pommery es imponente, y sus kilómetros de galerías subterráneas son visualmente espectaculares. Sin embargo, el tour se siente genérico, más una cinta transportadora que una inmersión; la degustación fue excesivamente breve. La sorpresa son las instalaciones de arte contemporáneo dispersas en las cavas, un contraste audaz e inesperado. Es una visita impactante por la infraestructura, pero funcionalmente decepcionante si buscas una experiencia íntima del champán.

Para alquilar una silla de ruedas o scooter cerca de Pommery, acude a una farmacia local ("pharmacie") en Reims; muchas ofrecen este servicio. La disponibilidad diaria es común, aunque se recomienda reservar. Los precios rondan los 10-20€ por día, más un depósito. Pregunta por "location de fauteuil roulant" o "scooter de mobilité".

Bajas a las profundas cavas de creta romanas. Recorres los pasillos donde se exhiben obras de arte contemporáneo. Observas millones de botellas reposando en silencio. La visita culmina con una degustación de sus champagnes.

¡Hola, exploradores del sabor! Hoy nos sumergimos en el corazón burbujeante de Reims.

Al pisar Domaine Pommery, la imponente arquitectura neo-isabelina, de un azul vibrante, te abraza, presagiando su grandiosidad. Descender por la escalinata de 116 peldaños es como entrar en otro mundo: el aire se enfría, se humedece y el silencio se vuelve denso. Te encuentras en las "crayères", antiguas canteras de tiza romanas, ahora laberínticas bodegas. Aquí, el arte contemporáneo dialoga con la historia, con instalaciones que emergen de la piedra caliza, una fusión inesperada. Pero detente un momento. Pocos notan el sutil brillo plateado que, en ciertos recodos, danza sobre las paredes de tiza húmeda, un reflejo fugaz de la escasa luz. Esta danza silenciosa te conecta íntimamente con la esencia mineral del lugar, un susurro visual de la tierra, a menudo ignorado antes de que el tintineo de las copas te invite a la culminación de la experiencia.

¡Salud y hasta la próxima aventura!

Las bodegas Pommery mantienen 10-12°C; el frío es constante. Lleve una chaqueta para evitar incomodidad térmica.

Los suelos de piedra pueden ser resbaladizos por la humedad. Use calzado con buena tracción para evitar caídas.

Abundan escalones y tramos irregulares en los túneles subterráneos. Preste atención a cada paso para prevenir tropiezos.

Durante la cata, el riesgo es el consumo excesivo de champán. Modere su ingesta y planifique transporte alternativo.

Amantes de las aves apreciarán los extensos jardines de Pommery, hogar de mirlos, petirrojos y carboneros. Sus cantos distintivos, como el silbido flautado del mirlo o el trino vibrante del petirrojo, se escuchan entre la arboleda. Los senderos menos transitados del parque y los bordes cercanos a los viñedos son puntos ideales para la observación discreta. La actividad es mayor al amanecer, especialmente en primavera para detectar el paso de especies migratorias.