¡Hola, aventurero! Si estás pensando en Parnassos y en una ruta a pie en Atenas, es súper importante aclarar algo: el Monte Parnassos es una cordillera majestuosa a varias horas de la capital, donde está Delfos y Arachova. Pero si lo que buscas es esa sensación de altura, de escapada urbana con vistas que te dejen sin aliento, *dentro* de Atenas, entonces tu destino es, sin duda, el Monte Licabeto. Prepárate, porque te voy a llevar por una experiencia que te va a conectar con el pulso de esta ciudad de una forma única.
El Inicio: La Base y el Ascenso
Imagina que estás al pie de una colina imponente, sintiendo ya la anticipación. Puedes tomar el funicular, un pequeño vagón que se desliza por el interior de la roca. Escucha ese zumbido suave mientras te eleva, el aire se vuelve más fresco y el murmullo de la ciudad empieza a transformarse en un susurro lejano. Si eliges subir a pie, sentirás tus músculos trabajando, cada paso es una pequeña victoria. El camino de adoquines, a veces empinado, te guía entre pinos que desprenden un aroma resinoso y terroso. Puedes tocar la corteza rugosa de los árboles, sentir la brisa que sube desde las calles, trayendo consigo el eco de las conversaciones y el tintineo de las cafeterías que dejas atrás. Es un ascenso que te limpia la mente, te prepara para lo que viene. Mi consejo práctico: si vas en verano, sube a última hora de la tarde para evitar el calor. El funicular es rápido y cómodo (y tiene un coste, claro), pero la subida a pie, aunque exige algo de esfuerzo, te regala una conexión más profunda con el lugar. Tómate tu tiempo, no hay prisa.
La Cima: La Capilla y el Viento
De repente, el camino se abre y sientes el espacio, la vastedad. Has llegado. El viento te golpea suavemente, trayendo consigo el olor a piedra antigua y, si el día es claro, el aroma salado del Egeo, que parece estar justo ahí, a tus pies. Estás en la cima del Licabeto, y es como si Atenas se desplegara ante ti como un mapa gigante. Puedes extender tus brazos y sentir la inmensidad, el sol calentando tu piel, o el frescor de la noche si subiste al atardecer. Justo ahí, en la cumbre, está la pequeña y encantadora capilla de San Jorge, sus paredes blancas y su campana silenciosa, un ancla de paz en medio de la inmensidad. Puedes escuchar el silencio de la altura, roto solo por el susurro del viento y, quizás, el leve murmullo de las conversaciones de otros visitantes, todos compartiendo el mismo asombro. Desde aquí, puedes "sentir" la Acrópolis, ese gigante de mármol que se alza orgulloso en el centro de la ciudad, y más allá, el Estadio Panatenaico, el Templo de Zeus Olímpico... todo cobra una nueva dimensión.
El Mágico Atardecer: Luces y Emociones
Y ahora, lo que te tienes que guardar para el final, la joya de la corona: el atardecer desde el Licabeto. Busca un buen sitio, siéntate o apóyate en la barandilla. Siente cómo la luz del sol cambia, de un dorado intenso a tonos naranjas, rosas y púrpuras que pintan el cielo. Es un espectáculo que se siente con cada fibra de tu ser. El aire se enfría lentamente, y puedes sentir cómo la ciudad de abajo empieza a encender sus luces, una por una, como un manto de estrellas que se extiende hasta el horizonte. Escucharás los "oh" y los "ah" de la gente a tu alrededor, un coro de admiración. El aroma de la noche que cae, mezclado con el de algún café cercano, te envuelve. No te apresures; este es un momento para la contemplación, para sentir la energía de la historia milenaria de Atenas bajo tus pies. Hay un restaurante y una cafetería en la cima si quieres tomar algo, pero el verdadero lujo es simplemente sentarse, observar y sentir. Mi consejo: llega con al menos una hora de antelación para asegurar un buen sitio, y no te vayas hasta que la ciudad esté completamente iluminada.
El Descenso y la Recompensa
Cuando decidas bajar, ya sea de nuevo en el funicular o caminando, la experiencia es diferente. La ciudad te va a abrazar de nuevo. Si bajaste a pie, sentirás el relieve del suelo bajo tus pies, el calor residual de las piedras. Los sonidos de la vida nocturna de Kolonaki, el barrio elegante al pie de la colina, se harán más nítidos: risas, el tintineo de copas, el murmullo de conversaciones animadas. Es la Atenas moderna dándote la bienvenida de vuelta. Puedes sentir cómo la energía de la ciudad te envuelve de nuevo. Para cerrar con broche de oro, bájate por el lado de Kolonaki y busca una de sus muchas tabernas o bares. Siéntate, pide un ouzo o un café griego, y siente la satisfacción de haber conquistado la colina, con Atenas a tus pies y su historia en tu corazón. Es la mejor recompensa después de una experiencia tan sensorial.
Espero que lo disfrutes con todo tu cuerpo.
Un abrazo desde el camino,
Olya from the backstreets