¡Hola, aventurero! Si me preguntas cómo guiaría a un amigo por un pueblo quechua en Cusco, te diría que la clave es ir despacio, con todos los sentidos abiertos. No es un lugar para correr, sino para sentir. Pensemos en Chinchero, por ejemplo, es perfecto para lo que buscas: auténtico, accesible y lleno de vida.
Imagina que acabas de llegar a Chinchero. El primer impacto es el aire. Es fresco, casi helado al principio, pero puro, con ese aroma terroso y a veces un toque dulce de eucalipto que te llena los pulmones. Sientes cómo la brisa roza tu cara, llevándose contigo cualquier prisa que trajeras. Bajo tus pies, el suelo es irregular, a veces de tierra suelta, otras de empedrado antiguo y desgastado por siglos de pasos. Escuchas el murmullo de voces en quechua, una melodía suave y rítmica que se mezcla con el lejano balido de las alpacas o el canto de algún gallo. Te invito a que cierres los ojos un momento y simplemente respires, sintiendo la altitud y la quietud que te abraza.
Para llegar a Chinchero desde Cusco, lo más práctico es tomar un colectivo (una van compartida) desde la calle Pavitos. Son económicos y salen constantemente. Otra opción es un taxi, que te dará más comodidad y flexibilidad, pero será más caro. Te recomiendo ir por la mañana temprano para evitar las multitudes y disfrutar de la tranquilidad. Importantísimo: estamos a casi 3.800 metros sobre el nivel del mar, así que tómate tu tiempo. Camina despacio, hidrátate bien y evita comidas pesadas antes de llegar. No fuerces tu cuerpo, aquí la prisa es enemiga. Si sientes mareos, siéntate, respira y espera a que pase.
Una vez en el pueblo, te guiaría directamente hacia la Plaza de Armas y la iglesia colonial. Siente la amplitud del espacio abierto, el viento un poco más fuerte aquí. Luego, al entrar en el atrio de la iglesia, notarás el cambio de temperatura: el aire es más fresco, casi gélido, y el eco de tus pasos resuena en las paredes de piedra. La iglesia, construida sobre un palacio inca, es una mezcla fascinante. Toca las piedras frías y lisas de los muros incas que sirven de base; luego, la textura más rugosa y caliza de la construcción colonial. Dentro, el aire es denso, con un tenue olor a incienso y cera vieja. A veces, puedes escuchar el suave susurro de los rezos o el ocasional sonido de una campana, un eco profundo que te envuelve.
Para visitar la iglesia y las ruinas adyacentes, necesitarás el Boleto Turístico del Cusco (BTG). Si no lo tienes, puedes comprarlo allí mismo. Recuerda que es un lugar de culto activo, así que mantén un tono de voz bajo y respeta a los fieles. No hay necesidad de apresurarse; tómate tu tiempo para sentir la historia bajo tus dedos en cada muro. Si no te interesa el arte religioso o las ruinas, puedes saltarte el interior de la iglesia, pero te perderías un pedazo importante de la historia local.
Ahora, para el corazón de Chinchero: las asociaciones de tejedoras. Te guiaría a una de ellas, como el Centro Textil Tradicional de Chinchero. Al acercarte, el ambiente cambia: el aire se calienta un poco, y un nuevo olor, dulce y terroso, a lana mojada y tintes naturales, flota en el aire. Escucharás el rítmico 'thump-thump' de los telares y el suave murmullo de las voces de las mujeres quechua explicando el proceso. Imagina sus manos expertas, que han heredado esta sabiduría por generaciones. Al tocar la lana de alpaca, sentirás su increíble suavidad, casi como una nube entre tus dedos, y luego la textura más áspera de la lana de oveja. Podrás sentir la diferencia en el peso y la caída de las distintas prendas. Te ofrecen una experiencia táctil y olfativa única que te conecta directamente con la cultura local.
Aquí es donde te sugiero que te quedes un buen rato y lo dejes para el final de tu visita. Las tejedoras te mostrarán todo el proceso: desde el lavado de la lana con la raíz de *sach'a paraqay* (una planta local que produce espuma), hasta el teñido con elementos naturales como la cochinilla (para el rojo intenso) o el *q'olle* (para el amarillo). Es fascinante cómo convierten esas plantas y pequeños insectos en colores vibrantes. Si tienes la oportunidad, compra algo directamente de ellas. No solo te llevarás una pieza de arte única y de alta calidad, sino que también estarás apoyando directamente a las familias que mantienen viva esta tradición ancestral. Es un intercambio justo y un recuerdo que lleva el alma de Chinchero.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets