Las pasarelas son de madera robusta, antideslizante y con un ancho que facilita el paso bidireccional. Su trazado incorpora rampas suaves y escalones bien definidos que descienden controladamente. Esta infraestructura dirige la ruta de manera segura entre formaciones rocosas hacia miradores específicos. La senda culmina en una plataforma junto a Admirals Arch, ofreciendo vistas óptimas.

El Cabo du Couedic revela su esencia más pura en otoño tardío. El aire fresco y salino intensifica la inmensidad del paisaje. Solo el rugido constante del océano rompe el silencio abrumador. Pocos visitantes, absortos, permiten una conexión profunda con su naturaleza salvaje.

¡Hola, viajeros! Hoy os llevo a un rincón de Australia que te dejará sin aliento.

En el extremo suroeste de Kangaroo Island, Cape du Couedic no es solo un punto en el mapa; es una declaración de la fuerza indómita de la naturaleza. El faro, blanco y estoico, se alza sobre acantilados escarpados, una silueta que desafía los embates del viento y el mar. Aquí, el rugido constante del océano es la banda sonora, un crescendo de olas rompiendo contra la base rocosa, enviando ráfagas de espuma salada que acarician el rostro. El aire, denso con el aroma a yodo y la promesa de lo salvaje, te envuelve por completo. Abajo, en las plataformas rocosas que se sumergen en las aguas turquesas y profundas, las focas peleteras de Nueva Zelanda reclaman su territorio, sus llamadas esporádicas añadiendo otra capa a la sinfonía natural. Es un lugar donde la civilización parece un eco lejano, un santuario de piedra y mar donde el horizonte se extiende infinito, invitando a la reflexión sobre la inmensidad del planeta.

Recuerdo un atardecer, el cielo teñido de naranja y púrpura, cuando una joven foca se deslizó de una roca al agua, realizando giros y piruetas con una gracia asombrosa, completamente ajena a nuestra presencia. Era un recordatorio vívido de que, en este cabo, nosotros somos los visitantes en su mundo salvaje, y esa interacción cruda y sin filtros es precisamente lo que lo hace inolvidable.

¡Nos vemos en el camino!

El punto ideal para capturar fotos en Cabo Couedic es junto al histórico faro. Encuadra la estructura del faro contra los acantilados escarpados, con el vasto océano de fondo. Para una iluminación espectacular, visita al atardecer; la luz dorada realza su piedra. Este momento crea siluetas impactantes y realza la textura del paisaje.

El faro de Cape du Couedic ofrece vistas costeras imponentes, un verdadero punto fuerte. Sin embargo, la plataforma para ver los lobos marinos está demasiado lejos, frustrando la observación. La sorpresa fue encontrar un equidna forrajeando tranquilamente a escasos metros del camino. La señalización general del parque en la zona necesita mejoras claras.

El alquiler de sillas de ruedas o scooters cerca de Cabo du Couedic es limitado. No hay puntos de alquiler directos en el cabo; se recomienda contactar con las oficinas de turismo de Kingscote o Penneshaw. Ellos pueden orientarte sobre proveedores locales si los hay, o servicios de entrega especializados. Los precios varían considerablemente y suelen requerir reserva previa.

Ascender al faro histórico ofrece vistas ininterrumpidas del vasto océano y su costa escarpada. Observar a las focas peleteras juguetear y descansar bajo el arco natural de Admirals Arch es un espectáculo hipnotizante. Pasear entre las Remarkable Rocks al atardecer, sintiendo el viento esculpir sus formas únicas, es una experiencia escultórica. Los senderos costeros revelan la fuerza de la naturaleza, con aves marinas planeando sobre acantilados azotados por las olas.

¡Hola, viajeros curiosos!

Hoy les llevo a un rincón donde la naturaleza grita su poder: el Cabo du Couedic en la Isla Canguro. Al llegar, la mirada se pierde en acantilados esculpidos por milenios, donde el turquesa del océano se estrella con furia contra la roca oscura, lanzando espuma blanca al cielo. El faro, solitario y orgulloso, se alza como un centinela rayado, su presencia una promesa de guía en esta inmensidad salvaje. Bajo sus dominios, una colonia de lobos marinos de Nueva Zelanda se regodea sobre las rocas húmedas; sus gruñidos y ladridos, un coro constante que se funde con el estruendo de las olas. El viento, implacable, te abraza con su aliento salino, llevando el aroma fresco del mar y la tierra mojada.

Pero hay un detalle que pocos notan: el peculiar *chapoteo* rítmico que emiten las olas más grandes al golpear la parte inferior de un saliente rocoso específico, justo al oeste de la colonia de focas. No es el rugido general, sino un sonido de palmada profunda, casi un pulso, que resuena bajo tus pies si te detienes y escuchas atentamente, como si el propio cabo respirara.

¡Hasta la próxima aventura!

Las olas en Admirals Arch son impredecibles; permanece siempre en las pasarelas designadas para evitar resbalones en rocas mojadas. Mantén una distancia segura de los lobos marinos; pueden reaccionar agresivamente si se sienten acorralados o amenazados. El terreno costero es irregular y expuesto; utiliza calzado adecuado y respeta las advertencias de acantilados. Las condiciones meteorológicas y el oleaje cambian rápidamente; consulta siempre el pronóstico y no subestimes la fuerza del mar.

Sí, los amantes de las aves disfrutarán Cabo du Couedic por sus colonias de pardelas y cormoranes, además de águilas marinas. El graznido de los cormoranes y el silbido de las pardelas dominan, especialmente cerca de la costa rocosa. El amanecer y el atardecer son ideales para observar su regreso masivo al nido desde los acantilados. Busque zonas menos transitadas del sendero costero para avistar halcones peregrinos o petreles solitarios.