Los senderos en My Son son principalmente de tierra compactada o grava. Su ancho permite el paso cómodo de una o dos personas, con desniveles suaves. Conectan intuitivamente las diferentes agrupaciones de templos. A menudo forman bucles que dirigen el flujo de visitantes, asegurando una exploración progresiva.

Para My Son, el amanecer es ideal. El aire, aún fresco y cargado de humedad, envuelve las ruinas con un silencio denso. Apenas se perciben los pasos o el murmullo de los pocos visitantes; predomina el canto de las aves selváticas. Esta quietud matutina fomenta una inmersión respetuosa en su ancestralidad.

¡Hola, exploradores del tiempo! Hoy la brújula nos guía a un rincón sagrado en Vietnam, donde la historia se entrelaza con la jungla.

A poca distancia de la vibrante Hoi An, el Santuario de My Son emerge de la densa vegetación como un eco ancestral. Este complejo de templos, Patrimonio de la Humanidad, fue el corazón religioso y político del Reino Champa durante siglos. Las estructuras de ladrillo rojizo, erosionadas por el monzón y el tiempo, se alzan entre la exuberante flora, sus intrincadas tallas de deidades hindúes y escenas míticas aún revelando detalles asombrosos a pesar del musgo y la humedad. El aire denso y cálido transporta el aroma a tierra mojada y hojas caídas, mientras el canto distante de las cigarras subraya la quietud solemne del lugar. Pasear por sus senderos es un viaje táctil y visual; la aspereza de los ladrillos antiguos bajo los dedos, la luz filtrándose entre el dosel arbóreo, creando un juego de sombras sobre las ruinas. Aunque gran parte fue devastada por los bombardeos durante la guerra, los templos que aún se mantienen en pie son una poderosa declaración de resiliencia cultural.

Recuerdo a nuestra guía, una mujer Cham, señalando una de las bases de los templos, apenas un montículo de escombros. Con voz pausada, nos contó cómo su abuela, de niña, solía esconderse entre estas ruinas durante los bombardeos, aferrándose a la esperanza de que algo, cualquier cosa, sobreviviera para contar la historia de su gente. No era solo piedra; era la memoria de una civilización, el espíritu inquebrantable de un pueblo que se negaba a ser olvidado.

¡Hasta la próxima aventura donde el pasado nos susurra al oído!

Los grupos de templos B, C y D son paradas fotográficas naturales en My Son. Enmarca las intrincadas torres de ladrillo con la exuberante vegetación selvática como telón de fondo. La luz suave del amanecer realza los detalles y evita multitudes, ideal para capturar la atmósfera mística. También, busca encuadres de los cimientos del Grupo A para una perspectiva de la destrucción histórica.

El entorno selvático de My Son funciona, envolviendo las ruinas Champa en una atmósfera genuina. Sin embargo, la devastación por los bombardeos es abrumadora; muchos templos son solo montones de ladrillos pulverizados. La señalización es escasa y las multitudes, especialmente con guías, diluyen cualquier solemnidad restante. La sorpresa fue la resiliencia de algunas estructuras, milagrosamente intactas, desafiando la magnitud del daño.

Para alquilar sillas de ruedas o scooters cerca de My Son, consulta en tu hotel de Hoi An; muchos ofrecen servicio o contactos. Alternativamente, agencias de tours locales pueden coordinar el alquiler y entrega. Los precios rondan los 100.000-200.000 VND diarios. Es recomendable reservar con antelación para asegurar disponibilidad.

Recorres senderos entre estructuras de ladrillo milenario. Descubres relieves intrincados, erosionados por el tiempo y la vegetación. Sientes la quietud de un lugar sagrado, imaginando rituales olvidados. Capturas la mística de los templos envueltos en la jungla.

¡Hola, exploradores! Hoy nos zambullimos en un lugar mágico que susurra historias milenarias.

My Son Sanctuary, en las afueras de Hoi An, es un portal a la antigua civilización Champa. Al adentrarte en el valle, la exuberante vegetación tropical abraza las torres de ladrillo rojizo, erosionadas por siglos pero aún imponentes. El aire, denso y húmedo, susurra ecos de rituales olvidados, transportándote a una era de devoción y arte.

Cada estructura, aunque fragmentada, revela la maestría de sus constructores. Los intrincados relieves de deidades hindúes y danzarinas Apsaras parecen cobrar vida bajo la luz filtrada del sol, sus historias grabadas en piedra que desafían el tiempo.

Pocos se detienen a notar un detalle sutil: en los recovecos más sombríos de los templos derrumbados, especialmente tras la humedad de la mañana, emerge un aroma peculiar. No es solo tierra mojada, sino una fragancia mineral, casi metálica, de los ladrillos ancestrales. Es el aliento del tiempo, la oxidación de mil años, una conversación silenciosa entre la piedra y el aire que te ancla profundamente en su historia. Este santuario es un lienzo vivo de fe y resistencia, testimonio silencioso de un reino olvidado.

¡Hasta la próxima aventura!

El calor y la humedad son extremos; lleva abundante agua y usa protección solar. Los senderos son irregulares; opta por calzado cerrado y antideslizante. Los mosquitos son frecuentes; aplica repelente, sobre todo al atardecer. Mantente estrictamente en los caminos marcados por riesgo residual de artefactos sin explotar.

Sí, los amantes de las aves encontrarán My Son gratificante por su entorno selvático. Es posible avistar bulbul de orejas estriadas o escuchar el canto del coucal menor. Los senderos menos concurridos, especialmente detrás de los grupos G y H, ofrecen mayor tranquilidad. Las primeras horas de la mañana, justo al abrir, maximizan las posibilidades de observación y el silencio.