Los senderos son principalmente de tierra natural, a menudo rocosos o con grava, y varían de estrechas veredas a pistas para vehículos. Exhiben desniveles suaves en general, con algunas pendientes moderadas cerca de arroyos o colinas. Estos caminos trazan rutas orgánicas, serpenteando por la densa vegetación del parque. Guían eficazmente hacia puntos de interés como cascadas y áreas de observación de vida silvestre.

Post-monzón (octubre-noviembre), el aire es fresco y cargado de aromas terrosos. Al amanecer, el parque resuena con el coro vibrante de aves y el susurro del follaje. En esas mañanas templadas, la afluencia es moderada, compuesta por visitantes serenos y contemplativos. Esta quietud permite una inmersión profunda en la biodiversidad selvática de Goa.

¡Hola, amantes de la naturaleza! Hoy nos sumergimos en un rincón salvaje de Goa que te dejará sin aliento.

Imagina un lienzo verde, tan denso que la luz solar lucha por perforar su dosel, creando un juego de sombras danzantes sobre el suelo húmedo. El Parque Nacional de Mollem, más allá de las playas de arena, es un pulmón vibrante donde el aire se siente fresco y cargado con el aroma de la tierra mojada y la flora exótica. Aquí, el susurro constante de las hojas se mezcla con el canto melodioso de aves raras, y el ocasional chapoteo de un arroyo que serpentea por el sotobosque. Mientras te adentras, la majestuosidad de la cascada Dudhsagar emerge, una cortina de espuma lechosa que se precipita con una fuerza atronadora sobre rocas milenarias, un espectáculo que captura la pura energía de la naturaleza. Este santuario es hogar de una biodiversidad asombrosa: desde el elegante pantera negra que se desliza entre la maleza, hasta manadas de bisontes indios (gaur) que pastan tranquilamente, y un caleidoscopio de mariposas que revolotean entre orquídeas salvajes. Cada sendero revela una nueva maravilla, un ecosistema prístino que respira con vida propia.

Su importancia trasciende la belleza escénica. Hace poco, la propuesta de grandes proyectos de infraestructura amenazó con fragmentar este santuario vital. La movilización de comunidades locales y conservacionistas para protegerlo, destacando su rol como corredor ecológico crucial para especies en peligro y su valor como fuente de agua y aire puro para la región, fue un testimonio conmovedor de por qué Mollem no es solo un parque, sino un legado natural insustituible que debemos preservar para las futuras generaciones. Es un recordatorio palpable de la interconexión entre la vida silvestre y el bienestar humano.

¿Ya estás planeando tu aventura? ¡No te arrepentirás de explorar esta joya natural!

La cascada Dudhsagar, en el límite del parque, es el punto fotográfico principal. Desde los miradores elevados, enmarca la caída lechosa contra la densa jungla. La luz matutina, entre 8:00 y 10:00, realza su blancura y minimiza las sombras duras. Incluye el tren de carga que cruza el viaducto para una escala dramática.

La densa biodiversidad y la imponente cascada Dudhsagar son el punto fuerte. Pero la masificación y la comercialización excesiva cerca de las cataratas restan autenticidad. La observación de fauna salvaje es casi inexistente para el visitante ocasional. La verdadera sorpresa fue la inmensa y virgen belleza de la selva profunda, lejos del circuito principal.

Alquilar sillas de ruedas o scooters cerca del Parque Nacional de Mollem no es fácil directamente en el lugar. Es mejor contactar farmacias grandes en Ponda o Margao, o tiendas de suministros médicos en estas ciudades. La disponibilidad es limitada y suele requerir reserva previa; pregunta en tu alojamiento o a operadores turísticos locales. Los precios varían, pero espera pagar unos 300-1000 INR/día con depósito.

Caminas por senderos selváticos, sintiendo la humedad y el aroma a tierra. Aguarda en silencio la aparición de un gaur o el vuelo de aves endémicas. Un jeep robusto te acerca a las cascadas Dudhsagar, donde el agua ruge entre la vegetación. Exploras el antiguo templo de Tambdi Surla, un oasis de piedra tallada en la profundidad del bosque.

¡Hola, exploradores! Hoy nos adentramos en el corazón verde de Goa, Mollem National Park.

Al cruzar el umbral del parque, la humedad tropical te abraza, y el aire se espesa con el aroma a tierra mojada y vegetación exuberante. La luz del sol se filtra a través de un dosel denso de árboles centenarios, creando un mosaico danzante de esmeralda y oro sobre el suelo del bosque. El murmullo constante de la selva te envuelve: el canto agudo de aves exóticas que apenas logras divisar entre el follaje, el zumbido incansable de insectos invisibles y, a lo lejos, el eco atronador de la cascada Dudhsagar, una promesa de majestuosidad. Cada paso sobre el mantillo crujiente revela una nueva textura, un musgo aterciopelado sobre una roca milenaria o la rugosidad de la corteza de un árbol gigante. Pero si te detienes y respiras profundamente en los rincones más húmedos, lejos de los caminos principales, notarás un aroma particular que pocos perciben: el dulzor terroso y ligeramente picante de la descomposición orgánica, mezclado con la frescura metálica del aire saturado de humedad. Es el pulso silencioso del ecosistema, el perfume de la vida reciclándose, un secreto que la selva comparte solo con quienes se atreven a escuchar con todos sus sentidos.

¡Hasta la próxima aventura!

La presencia de vida silvestre como serpientes y leopardos exige máxima cautela; permanece estrictamente en los senderos marcados. El terreno rocoso y las sanguijuelas, especialmente en monzón, demandan calzado robusto y el uso constante de repelente. Las altas temperaturas y la humedad requieren hidratación continua; lleva suficiente agua y ropa transpirable. Contratar un guía local es clave para la seguridad, ofreciendo conocimiento del parque y ayuda en emergencias.

Mollem es excelente para observadores de aves, albergando especies como el drongo de cola de raqueta y el cálao de Malabar. Sus densos bosques resuenan con los distintivos llamados del oropéndola negra y el bulbul de cejas amarillas. Para avistamientos tranquilos, explore los senderos menos transitados cerca de la Estación de Guardabosques o Tambdi Surla. La mejor época es de noviembre a marzo, cuando la migración y la actividad de las aves son máximas.