Marathi Beach Tours and Tickets

¡Hola, viajeros! Hoy te llevo a un lugar que se siente como un abrazo cálido del Mediterráneo: la playa de Marathi en Chania. Imagina que acabas de llegar, el sol acaricia tu piel y el aire trae un aroma salado, mezclado quizás con el dulzor de las flores de buganvilla cercanas. No hay un gran paseo marítimo aquí, sino un trazado más íntimo, diseñado para que te sientas parte del paisaje. Caminas sobre superficies que, en su mayoría, son lisas y suaves, una mezcla de arena compacta y pequeñas extensiones de pavimento pulido por el ir y venir. No esperes adoquines complicados ni senderos estrechos y ocultos. Al contrario, los caminos son anchos y abiertos, te guían de forma natural a lo largo de la costa, llevándote de una cala a otra con una facilidad asombrosa. Sientes la brisa en tu rostro mientras te aproximas al sonido rítmico de las olas, que se hace más fuerte con cada paso, invitándote a sumergir los pies en el agua cristalina.

Estos senderos, que conectan las dos principales calas de Marathi, son increíblemente accesibles. Si vas con un carrito de bebé o si tienes alguna dificultad para moverte, te alegrará saber que el acceso es directo y sin complicaciones desde el aparcamiento. La mayoría del recorrido es llano, facilitando un paseo relajado. Verás cómo los caminos te dirigen sin esfuerzo hacia las zonas con tumbonas y sombrillas, o hacia las encantadoras tabernas que salpican la orilla. Si decides explorar un poco más allá de la arena principal, sí que encontrarás alguna pequeña elevación o zonas con grava suelta cerca de los extremos de las calas, pero son transiciones cortas. Un consejo práctico: aunque la mayoría es fácil, si planeas moverte entre las rocas o explorar los pequeños salientes, unas sandalias con buen agarre te vendrán de maravilla.

El diseño de Marathi, con sus caminos que abrazan la costa, te permite elegir tu propia aventura sin perderte. Te guían sin esfuerzo entre la cala más familiar, donde el bullicio de los niños se mezcla con el chapoteo del agua, y la segunda cala, a menudo un poco más tranquila, perfecta para un momento de serenidad. Puedes sentir cómo el ambiente cambia sutilmente mientras avanzas, invitándote a quedarte o a seguir explorando. Los caminos no solo te llevan de un punto a otro, sino que también te ofrecen miradores improvisados donde puedes detenerte, sentir el sol en la cara y simplemente escuchar el mar. Si buscas un rincón para el almuerzo, los senderos te acercan directamente a las terrazas de las tabernas, donde el aroma a pescado fresco y especias griegas te abrirá el apetito. Es un lugar donde la simplicidad del trazado te invita a relajarte y disfrutar sin preocupaciones.

Olya desde las callejuelas

¡Hola, exploradores! Hoy os llevo a un rincón de Creta que me robó el corazón: la playa de Marathi en Chania. ¿Cuándo se siente mejor? No es solo un mes, es una *sensación*. Imagina que es finales de mayo o principios de junio, o quizás principios de septiembre. El aire que te envuelve no es ni frío ni abrasador; es una caricia cálida que te invita a quedarte. Hueles la sal marina mezclada con un sutil aroma a pino que desciende de las colinas cercanas, y un suave toque a crema solar que te recuerda que la vida es dulce. Al caminar, sientes la arena fina y cálida cediendo bajo tus pies, como si te diera la bienvenida. Escuchas el suave murmullo de las olas rompiendo delicadamente en la orilla, un sonido constante y rítmico que te arrulla, mezclado con risas lejanas de niños y un zumbido tranquilo de conversaciones. No hay multitudes abrumadoras, solo la cantidad justa de gente para que se sienta viva, pero a la vez, serena.

En esos momentos, la atmósfera de Marathi es pura calma. Te acercas al agua y, al sumergir los pies, sientes una claridad asombrosa, templada y suave como la seda. Es una entrada gradual, perfecta para quienes buscan tranquilidad, sin sorpresas. Puedes caminar y caminar, y el agua apenas te llega a la cintura, fresca y cristalina. A tu alrededor, el ambiente es de un zumbido relajado: familias con niños pequeños disfrutando de la seguridad de sus aguas poco profundas, parejas paseando de la mano por la orilla, y locales charlando tranquilamente en las tabernas de al lado, con el aroma a comida recién hecha flotando en el aire. Escuchas el griego melódico, algún acento alemán o inglés, pero todo se mezcla en una sinfonía de paz compartida. El sol, en esta época, es dorado y amable, invitándote a tumbarte y simplemente existir.

Ahora, ¿cómo cambia el humor de Marathi con el clima? Durante el pico del verano, en julio y agosto, el sol es más intenso y el zumbido se convierte en un bullicio. La playa está más concurrida, los colores son más vivos y la energía es contagiosa, pero también exige más sombra y chapuzones frecuentes. Si el viento es el temido "Meltemi", Marathi tiene una gran ventaja: su forma de bahía la protege bastante, así que, aunque fuera esté ventoso, aquí te sentirás resguardado. En la temporada baja (otoño o primavera), la playa es más solitaria, con una belleza diferente, más cruda y salvaje. El mar puede estar más agitado, el viento más fresco, y sentirás la potencia real de la naturaleza. Si buscas la máxima tranquilidad, ve a primera hora de la mañana, cuando la playa es casi tuya. Si prefieres un poco de ambiente, el mediodía en temporada alta es lo tuyo. Siempre es buena idea revisar la previsión del viento, aunque Marathi suele ser una apuesta segura. Y no importa la hora o el clima, las tabernas siempre están ahí, listas para ofrecerte un delicioso almuerzo con vistas.

Léa de la ruta

Imagina por un momento que el aire a tu alrededor se vuelve suave, cálido, impregnado de una salinidad dulce que te invita a respirar hondo. Estás en Chania, sí, pero no en el bullicio del puerto, sino en un rincón donde el tiempo parece ralentizarse. Escuchas el murmullo casi inaudible de unas olas que apenas acarician la orilla, muy diferente al estruendo de un mar abierto. Das un paso, y tus pies se hunden en una arena tan fina, tan aterciopelada, que sientes como si estuvieras caminando sobre nubes. No hay guijarros afilados, solo suavidad bajo tus plantas, una promesa de calma.

Te acercas al agua, y la temperatura es una caricia. No es fría, no es tibia; es perfecta, como si el mar te estuviera dando la bienvenida con un abrazo líquido. Sumerges los dedos y sientes la claridad, una transparencia tan absoluta que puedes ver cada grano de arena bajo la superficie. Te deslizas, sin esfuerzo, y la sensación de ingravidez te envuelve. El agua te sostiene, te mece suavemente, y el único sonido es el de tu propia respiración, tranquila, rítmica, mientras flotas bajo el sol cretense, protegido por la bahía como en una cuna.

Para llegar a este paraíso, lo más práctico es alquilar un coche. El trayecto desde Chania es de unos 20 minutos, y la carretera está en buen estado. Si prefieres el transporte público, hay autobuses, pero sus horarios pueden ser algo limitados, así que revisa bien las conexiones. Una vez allí, encontrarás varias tabernas a pie de playa donde puedes comer y beber. También hay zonas con sombrillas y tumbonas de alquiler, aunque si vas en temporada alta, te aconsejo llegar temprano para asegurar tu sitio, especialmente si buscas sombra.

Y hablando de comida, no te marches sin probar el pescado fresco del día en alguna de las tabernas; es una delicia que no olvidarás. Marathi es ideal para ir con niños pequeños, ya que la orilla es muy poco profunda y el agua está siempre en calma, sin apenas corrientes. Si buscas tranquilidad absoluta, evita las horas centrales del día en julio y agosto, que es cuando más gente hay. Los atardeceres aquí son mágicos, pintando el cielo de colores vibrantes mientras la brisa marina te envuelve.

Mi abuelo, que era de aquí de Chania, siempre decía que Marathi no era solo una playa, era un abrazo. "Aquí", me contaba, "mis padres nos traían de niños para aprender a nadar, lejos de las corrientes traicioneras de otras costas. Esta bahía siempre ha sido un refugio, un lugar donde el tiempo se detiene y las familias se unen, generación tras generación, bajo el mismo sol manso y con el mismo mar tranquilo. No importa lo que pase en el mundo, Marathi siempre nos espera con sus aguas mansas y su arena suave, como un viejo amigo que nunca falla." Es ese legado de calma y continuidad lo que hace que Marathi sea tan especial para los que la conocemos.

Así que ya sabes, si buscas un rincón de paz y belleza en Creta, Marathi te espera con los brazos abiertos.

Max in motion

Prepárate para sentir la arena cálida bajo tus pies, para escuchar el murmullo suave de las olas y para que el sol acaricie tu piel. Estamos en Marathi Beach, en Chania, Creta. Imagina que acabas de llegar. No hay bullicio, solo una calma que te envuelve. Sientes la brisa ligera que trae el olor salado del mar, mezclado quizás con un toque de protector solar de los bañistas cercanos. Este es un lugar para respirar hondo y dejar que la tranquilidad te inunde, y sí, para encontrar ese rincón perfecto que capture toda esa serenidad.

El primer lugar donde tus pies te llevarán es justo al borde del agua. Imagina que el agua es tan clara que puedes ver el fondo de arena a través de ella, como un cristal. Aquí, el sonido de las olas es apenas un susurro rítmico, como una nana marina. Siente cómo la arena, suave y fina, se amolda a tus pasos. Si te paras aquí, con el agua lamiendo suavemente tus tobillos, y miras hacia la bahía, verás las pequeñas embarcaciones meciéndose perezosamente, y al fondo, las montañas perfilándose contra el cielo. Es un cuadro de postal que te pide ser capturado, especialmente cuando el sol no está en su punto más alto, regalando una luz difusa que suaviza los contornos.

Luego, camina un poco hacia el pequeño muelle de madera que se adentra en el mar. Puedes sentir la textura de la madera bajo tus sandalias, un contraste con la arena. Aquí, el agua es aún más profunda y su color cambia a un azul más intenso. Escucha cómo el agua golpea suavemente los pilares del muelle, un sonido diferente al de la orilla. Desde este punto elevado, la perspectiva cambia por completo. Puedes mirar hacia atrás, hacia la playa, y ver toda la extensión de arena dorada y las sombrillas de colores, o girarte y contemplar el horizonte abierto, sintiendo la inmensidad del Egeo. Las pequeñas islas y la línea de costa lejana se convierten en el telón de fondo perfecto. La mejor luz aquí es a media mañana, cuando el sol ilumina el agua y resalta su transparencia.

Para una vista más amplia y envolvente, busca uno de los pequeños restaurantes o tavernas que bordean la playa. Muchos tienen terrazas elevadas que ofrecen una panorámica espectacular de toda la bahía. Desde aquí, el aroma de la comida cretense se mezcla con la brisa marina. Sientes el calor del sol en tu piel mientras disfrutas de la vista completa: la playa en forma de media luna, los barcos anclados y las colinas cubiertas de olivos al fondo. La mejor hora para capturar esta vista y la atmósfera general de Marathi es la tarde, justo antes del atardecer. La "hora dorada" baña todo en un brillo cálido y mágico, y los colores del cielo pueden ser espectaculares, creando siluetas dramáticas de las montañas lejanas.

Unos consejos prácticos para tu visita a Marathi: es una playa muy resguardada, perfecta para nadar tranquilamente. Lleva tu toalla y protector solar, aunque hay sombrillas y tumbonas de alquiler. Tienes varias tavernas justo en la arena donde puedes comer algo o tomar una bebida refrescante sin alejarte de la playa. Es de fácil acceso; puedes llegar en coche o taxi desde Chania, el trayecto es corto, unos 20-25 minutos. No hay grandes olas, así que es ideal si viajas con niños o simplemente quieres un día de relax total. El agua es increíblemente clara y cálida durante los meses de verano.

¡Hasta la próxima aventura!

Max en movimiento

Acabo de volver de Marathi Beach en Chania y, de verdad, tienes que sentir este sitio. Imagina esto: bajas del coche, y lo primero que te golpea no es el sol, sino el olor a sal mezclado con ese aroma dulce de la crema solar flotando en el aire. Caminas unos pocos pasos y, de repente, la brisa te acaricia, y ya sabes que estás cerca del agua. Escuchas un murmullo suave, el chapoteo de olas minúsculas, casi un suspiro del mar. Sientes la arena bajo tus pies, fina, casi como polvo, calentada por el sol pero no quemando. Y cuando por fin pones un pie en el agua… ¡oh! Es una caricia. No está helada, no está tibia, está *perfecta*, como si el mar supiera exactamente la temperatura que necesitas. Puedes flotar sin esfuerzo, y el sonido de tu propia respiración se mezcla con el suave vaivén del agua. Es la calma personificada. La transparencia es tal que, si metes la mano, sientes cada grano de arena que se desliza entre tus dedos, incluso antes de que puedas verlos.

Y no es solo el agua. Te das cuenta de que hay como dos pequeñas bahías, una al lado de la otra, separadas por un muelle corto. Si te sientas en la orilla, sientes el sol en la cara, pero una brisa constante te refresca, una bendición. Puedes escuchar las risas de los niños, no estridentes, sino un eco feliz que rebota en las colinas que te rodean, protegiendo la playa. Hay un silencio de fondo, roto solo por el suave murmullo de las conversaciones cercanas y el tintineo ocasional de los vasos en los chiringuitos. Es un lugar donde te sientes seguro, abrazado por el paisaje. La arena es tan suave que podrías pasar horas simplemente moviéndola con los dedos, sintiendo su textura cambiante según la humedad. Y si te atreves a meterte un poco más, el agua te envuelve como un abrazo cálido, y puedes sentir cómo te levanta, cómo te sostiene.

Ahora, a lo práctico. Hay varios sitios para comer justo detrás de la playa. No son restaurantes de lujo, sino tabernas griegas auténticas. El olor a pescado fresco a la parrilla y a souvlaki recién hecho te llega enseguida. Puedes sentarte con los pies casi en la arena y escuchar el mar mientras comes. Pedí un pulpo a la brasa que estaba increíble, tierno y con ese toque ahumado. Hay muchísimas hamacas y sombrillas disponibles para alquilar, así que no hace falta que cargues con la tuya. Los baños son básicos pero limpios, y hay duchas de agua dulce, lo cual se agradece un montón después de un buen chapuzón. Todo está a mano, lo que la hace súper cómoda, especialmente si vas en familia o si simplemente no quieres preocuparte de nada.

Para llegar, lo más fácil es ir en coche o en taxi desde Chania, son unos 20-30 minutos. Hay aparcamiento, pero ojo, se llena bastante rápido. Y aquí viene mi "pero": si no te gustan las multitudes, evita las horas punta del mediodía y la tarde en pleno verano. Se llena mucho, sobre todo de familias con niños, lo cual es genial si buscas ese ambiente, pero si prefieres la tranquilidad, ve a primera hora de la mañana. Me sorprendió lo protegida que está la bahía del viento; incluso en días de bastante brisa en Chania, aquí el agua estaba como un plato. Eso es un puntazo si no te gustan las olas. Así que, si buscas aguas tranquilas, arena suave y todo a mano, Marathi es un acierto. Solo ten en cuenta el horario si quieres más paz.

Olya en ruta.

¡Hola, viajeros! ¿Alguna vez han soñado con un lugar donde el tiempo se detiene y cada sentido despierta? Imagina que el sol te acaricia suavemente mientras un aire cálido, con ese inconfundible aroma a sal y pino, te envuelve. Escuchas el murmullo constante del mar, un ritmo que te invita a bajar el ritmo, a respirar hondo. Aquí, en Chania, cada rincón es una invitación a vivir despacio. Pero hay un lugar, un pequeño paraíso llamado Marathi Beach, donde esa sensación se intensifica. Cierras los ojos y sientes la arena fina bajo tus pies, no esa arena gruesa que raspa, sino una que te da la bienvenida, suave y cálida. El agua, ¿la sientes? Es de un turquesa tan claro que casi puedes saborearla, tibia y calmada, perfecta para dejarte llevar. Escuchas las risas lejanas de los niños, el clink de los vasos en una taberna cercana, y el suave vaivén de las olas. Es una sinfonía de paz.

Ahora, si ya te estás imaginando allí, te cuento un par de cosas útiles. Marathi no es una playa salvaje, es bastante organizada. Tienes hamacas y sombrillas si las necesitas, y varias tabernas justo en la arena donde puedes comer pescado fresco o simplemente tomar algo. Para llegar, lo más fácil es coche o taxi desde Chania. Hay aparcamiento cerca, lo cual es un alivio. La playa en sí tiene una entrada muy gradual al mar, lo que la hace súper segura y cómoda, incluso para los más pequeños o para quienes prefieren un acceso suave. No hay grandes desniveles una vez que estás en la arena.

Y si tu pregunta es sobre la movilidad, ¡excelente punto! Marathi es accesible en coche y tiene aparcamiento. Sin embargo, no esperes encontrar un puesto de alquiler de sillas de ruedas o scooters *en la propia playa*. Marathi es un lugar tranquilo, no un centro urbano. La mejor opción es buscar empresas especializadas en alquiler de equipos de movilidad en la ciudad de Chania. Hay varias, como por ejemplo 'Chania Medical Supplies' o 'Crete Mobility'. Lo ideal es contactarles con antelación, incluso antes de tu viaje. La mayoría ofrecen servicio de entrega directamente a tu alojamiento en Chania o incluso en la zona de Akrotiri (donde está Marathi), lo cual te ahorrará mucho. Los precios varían, claro, pero para que te hagas una idea, una silla de ruedas manual puede rondar los 10-15€ al día, y un scooter eléctrico de movilidad entre 25-40€ al día, dependiendo del modelo y la duración del alquiler. Pregúntales por teléfono o email, suelen hablar inglés y son muy serviciales. Así te aseguras de tener lo que necesitas para moverte con total libertad y disfrutar de cada rincón de este paraíso.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya from the backstreets

Imagina que el coche empieza a descender suavemente por una carretera sinuosa. El aire se vuelve más denso, cargado con el inconfundible olor a pino mezclado con la sal del mar. Notas la brisa colarse por la ventanilla, ya no tan cálida, sino refrescante. De repente, una explosión de azul intenso se abre ante ti, un brillo que te hace entrecerrar los ojos. Es el mar, una extensión de turquesa que se funde con el cielo. Escuchas el murmullo de las olas, un sonido suave y constante, como un latido. Tus pulmones se llenan de ese aire fresco y salado, y la tensión empieza a disolverse.

Cuando tus pies tocan la arena, es suave, casi como polvo, una caricia tibia bajo tus dedos. Te hundes un poco con cada paso, dejando huellas efímeras. El sol te abraza con su calor, pero hay una brisa constante que acaricia tu piel, impidiendo que te agobies. El agua… sientes cómo te envuelve, tibia y clara, tan transparente que puedes ver tus propios dedos de los pies en el fondo. El sonido de las risas de los niños, el chapoteo de la gente, el suave ir y venir de las olas… todo se mezcla en una sinfonía relajante. Puedes flotar sin esfuerzo, con el sol en tu cara, dejando que el agua te sostenga. O caminar por la orilla, sintiendo el vaivén del agua en tus tobillos, buscando conchas lisas que la marea ha dejado atrás.

A la hora de comer, el aroma a pescado fresco a la brasa, a patatas fritas recién hechas y a ensalada griega con su toque de orégano, flota en el aire desde las tabernas de la playa. El sonido de las conversaciones animadas y el tintineo de los vasos te envuelven. Puedes sentarte en una silla de madera, con los pies aún arenosos, y sentir la frescura de una cerveza fría o el sabor dulce de un zumo de naranja recién exprimido. El pescado que llega a tu plato es tan fresco que casi puedes sentir el mar en cada bocado, y el aceite de oliva virgen extra es suave y aromático. Es una experiencia sencilla, sin pretensiones, pero increíblemente satisfactoria, un verdadero placer para los sentidos.

Si te apetece explorar un poco más allá de la arena principal, justo al lado tienes otra cala más pequeña, a menudo un poco más tranquila. El agua aquí es igual de cristalina y la arena igual de suave. Ambas playas están bien protegidas del viento, lo que hace que el agua esté siempre en calma, ideal para un baño relajado o para que los más pequeños jueguen sin preocupaciones. No esperes grandes olas ni deportes acuáticos ruidosos; Marathi es un lugar para la paz y la tranquilidad, para simplemente *ser* y sentir el momento. Es el tipo de playa donde pasas horas sin darte cuenta, sumergido en la quietud y la belleza.

Para llegar, lo más fácil es en coche o taxi desde Chania, son unos 20-30 minutos. Hay aparcamiento gratuito, pero llega temprano, especialmente en temporada alta, porque se llena rápido. Las tabernas tienen tumbonas y sombrillas que puedes usar si consumes algo, lo cual es un buen trato. Hay duchas y baños públicos, así que no te preocupes por la sal ni la arena. Lleva tu protector solar, un buen libro y quizás unas gafas de snorkel si te gusta ver peces pequeños cerca de las rocas. Es una playa muy familiar y accesible, perfecta para un día entero de relax.

Olya from the backstreets

¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un rincón de Chania que me robó el corazón: la playa de Marathi. Imagina que el aire salado te envuelve nada más bajar del coche, pero no es un salitre áspero, sino una brisa suave y cálida que acaricia tu piel. Escuchas el murmullo suave de las olas, un sonido rítmico y constante, como un latido tranquilo que te invita a la paz. Tus pies se hunden en una arena sorprendentemente fina, aún fresca en la sombra de los árboles que bordean el camino. A medida que avanzas, el calor del sol se intensifica en tu piel, pero enseguida notas cómo el ambiente se calma, como si la bahía protegiera este lugar de todo el ajetreo exterior. Es un abrazo suave, una bienvenida sensorial antes incluso de ver el azul turquesa.

No te preocupes por el hambre o la sed aquí. Justo a pie de arena, sentirás el aroma del pescado fresco a la parrilla y el tintineo de las copas en las tabernas locales. El suelo es firme y fácil de caminar, con pasarelas de madera que te guían hasta la orilla si lo necesitas. Puedes elegir entre relajarte en una tumbona bajo una sombrilla, donde el sol te calienta suavemente la cara, o buscar la sombra natural de los tamariscos, donde el aire se siente un poco más fresco y el sonido de las olas es aún más nítido. Todo está pensado para que te sientas cómodo, como en el patio trasero de un amigo, pero con vistas al mar de Creta.

Una vez en el agua, la calma te abraza por completo. Sumerge los pies y siente cómo el agua, templada y cristalina, te envuelve poco a poco. Puedes flotar sin esfuerzo, dejando que el suave vaivén de las olas te meza, o nadar despacio hasta las boyas, donde el agua se siente aún más profunda y serena. No hay corrientes fuertes ni rocas traicioneras; es como una gran piscina natural, perfecta para que los más pequeños chapoteen con seguridad y los adultos se dejen llevar por la tranquilidad. Si cierras los ojos, solo sentirás el sol en tu piel y el suave roce del agua, casi imperceptible, mientras los sonidos de las risas lejanas y el murmullo del mar te envuelven en una burbuja de paz.

Pero si te detienes un momento, y dejas que tus fosas nasales capturen algo más allá del salitre y el pescado, hay un detalle que casi nadie nota. Es ese aroma sutil a pino calentado por el sol, mezclado con la brisa salada del mar. No es el olor de la playa en sí, sino de los pequeños pinos que crecen en las laderas cercanas, desprendiendo su esencia resinosa bajo el calor del mediodía. Es como un susurro de la tierra que se mezcla con el aliento del mar, una combinación única que te ancla a este lugar, haciéndolo sentir aún más vivo y real.

Leo de la Ruta

¡Hola, viajeros! Hoy nos teletransportamos a Marathi Beach, en Chania, Creta. Imagina esto: el sol cálido acaricia tu piel, no quema, solo envuelve. Sientes bajo tus pies una arena suave, casi como harina fina, que se desliza entre los dedos con cada paso. Escuchas el murmullo constante de las olas, un sonido que te arrulla, lejano y cercano a la vez, y el suave tintineo de las pequeñas embarcaciones meciéndose en el puerto cercano. El aire trae consigo un aroma limpio y salado, mezclado con el dulzor ocasional de alguna flor mediterránea y un toque a coco de la crema solar de los bañistas. Es un lugar que te invita a bajar la guardia, a respirar hondo y simplemente ser.

Mientras te acercas al agua, el sonido de las olas se vuelve más nítido, invitándote a sumergirte. Cuando tus pies tocan el borde, la arena sigue siendo suave al principio, pero ten cuidado: a veces, justo donde el agua se encuentra con la orilla o un poco más adentro, el suelo puede volverse resbaladizo, como si las algas o la humedad hubieran pulido las piedras. Y no te confíes, porque bajo esa superficie lisa, el terreno puede cambiar de repente, encontrando piedras irregulares o desniveles inesperados. Lo mejor es ir con calma, sintiendo el fondo con cada paso, como si estuvieras tanteando el camino en la oscuridad. Unas sandalias de agua pueden ser tus mejores amigas aquí, te darán seguridad extra.

Una vez fuera del agua, mientras te secas al sol o buscas algo para comer en las tabernas cercanas, notarás el ambiente relajado, el murmullo de las conversaciones y el aroma a comida fresca. Pero como en cualquier lugar concurrido, es bueno estar atento. No es que sea peligroso, pero a veces puede haber personas un poco insistentes. Escucharás ofertas de taxis o de menús de restaurantes, o incluso alguien que te ofrezca un "regalo" que luego no lo es tanto. Lo más útil es mantener tus objetos de valor a la vista o en un lugar seguro (no los dejes desatendidos en la toalla). Una sonrisa amable y un "no, gracias" firme suelen ser suficientes. Recuerda, tu tranquilidad es lo primero.

Para llegar a Marathi, si no tienes coche, el autobús local desde Chania es una opción práctica y económica. El trayecto es corto y te deja justo al lado de la playa. Si prefieres un taxi, asegúrate de acordar el precio de antemano. La carretera es buena, pero puede haber algunas curvas. Una vez allí, la playa es bastante accesible, con rampas y caminos que facilitan el movimiento. No hay que subir escaleras empinadas ni caminar largas distancias desde donde te deja el transporte. Es un lugar diseñado para disfrutar sin complicaciones.

¡Hasta la próxima aventura!

Olya desde los callejones

Imagina que te encuentras en Marathi Beach, en Chania, justo cuando el sol empieza a acariciar el agua. Sientes la arena fina y cálida bajo tus pies descalzos, una caricia suave que te invita a caminar despacio. El aire salado te envuelve, fresco y limpio, mientras escuchas la sinfonía de las olas rompiendo suavemente en la orilla, un murmullo constante que te calma. Pero, si agudizas el oído, más allá de ese arrullo, percibirás otras llamadas. Son como pequeños secretos alados que se elevan desde el mar y los acantilados cercanos, una promesa de vida que te rodea.

Si eres de los que disfrutan observando aves, este lugar te va a encantar. No esperes una reserva natural, pero sí un punto de encuentro para varias especies costeras. Busca las gaviotas patiamarillas, sus gritos inconfundibles son parte del paisaje sonoro de cualquier playa. Con paciencia, podrías ver charranes comunes zambulléndose para pescar, o incluso algún cormorán moñudo secándose al sol en las rocas más alejadas. Para tener las mejores oportunidades, dirígete hacia los extremos de las dos calas de Marathi. Específicamente, el lado más tranquilo, cerca de la pequeña iglesia de Agia Triada, donde hay menos gente y el terreno es un poco más rocoso. Allí, entre las grietas de las rocas y la vegetación escasa, es donde suelen posarse y anidar.

El mejor momento para visitarlo y disfrutar de esta observación es, sin duda, a primera hora de la mañana. Justo al amanecer, cuando la playa aún está casi desierta y las aves están más activas buscando alimento. Antes de que lleguen los primeros bañistas, el silencio es tu aliado. También puedes probar al atardecer, cuando la luz es suave y muchas aves regresan a sus posaderos. Lleva unos prismáticos si tienes, te ayudarán a ver detalles sin molestar, y un pequeño cuaderno para anotar tus avistamientos. Es una experiencia completamente diferente a la de un día de playa normal, más íntima y conectada con la naturaleza.

Olya from the backstreets