Acabo de volver de Zante Water Village y te juro que es como entrar en otro universo, uno lleno de salpicaduras y carcajadas. Imagínate la vibración del coche al parar, el calor del asfalto bajo tus pies descalzos y, de repente, un estallido de sonidos: risas de niños, el chapoteo constante del agua, un silbido lejano de una atracción y el eco de la música pop. El aire huele a cloro fresco mezclado con el dulzor de la crema solar. Caminas unos pasos y sientes el suelo de goma, ligeramente pegajoso, antes de que el frescor de la primera salpicadura te golpee la piel, un aviso de lo que viene. La primera impresión es una explosión sensorial que te dice: "Aquí se viene a jugar".
Cuando subes a la atracción, sientes la rugosidad del plástico bajo tus manos mientras te deslizas. De repente, el mundo se acelera. Es una caída, luego una curva cerrada que te empuja hacia un lado, el agua salpicando tu cara, y la sensación de ingravidez antes del gran chapuzón final, que te envuelve en una explosión de frescor y sonido. Te levantas, el agua goteando por tu cuerpo, con el corazón latiendo fuerte y una sonrisa de oreja a oreja. Hay de todo: desde toboganes que te hacen sentir que vuelas, como el "Boomerango", hasta otros más suaves que te permiten disfrutar del descenso. Las colas pueden ser largas a mediodía, así que si quieres probar las atracciones más emocionantes sin esperar mucho, ve a primera hora o después de comer, a partir de las 15:00.
Después de tanta adrenalina, buscas un rincón para recargar pilas. Imagina el tacto suave de la toalla sobre tu piel húmeda en una de las tumbonas. Escuchas el murmullo relajado del río lento, una corriente suave que te lleva sin esfuerzo mientras el sol calienta tu espalda, o el sonido rítmico de las olas en la piscina de olas, que te mece suavemente. En cuanto a la comida, huele a patatas fritas y pizza recién hecha por todas partes. No esperes alta cocina, es comida de parque acuático: hamburguesas, wraps, ensaladas sencillas. Los precios son razonables para estar dentro, pero si buscas algo más auténtico, mejor come fuera antes o después. Los baños y vestuarios estaban limpios, lo cual es un punto a favor.
Ahora, lo que no me convenció del todo: el suelo. Es de ese tipo que te quema los pies al sol, así que llevar chanclas es OBLIGATORIO, no un consejo, y tienes que estar quitándotelas y poniéndotelas constantemente. Y aunque hay taquillas, son de pago y un poco pequeñas para una mochila mediana, lo que puede ser un fastidio si vas con muchas cosas. Me sorprendió que no incluyeran esto en la entrada, parece un detalle menor pero suma. Además, los flotadores para algunas atracciones son limitados, lo que a veces ralentiza las colas.
Pero lo que más me sorprendió, para bien, fue lo bien mantenido que está todo. A pesar de la cantidad de gente, no se veía sucio ni descuidado, lo cual es un alivio. Si buscas un día de pura diversión acuática, donde el objetivo es desconectar y sentir la alegría de un niño, este es tu sitio. Es perfecto para familias o grupos de amigos que solo quieren reírse y chapotear. Mi consejo: llega temprano para aprovechar sin colas y, sobre todo, déjate llevar por la risa y el chapoteo.
Olya de las callejuelas