Kujundziluk (Old Bazaar) Tours and Tickets

Las sendas son de adoquines desgastados y suelen ser muy estrechas. Presentan suaves desniveles, ocasionalmente interrumpidos por escalones de piedra irregulares. Serpentean intrincadamente entre los puestos, creando un laberinto que invita a la exploración. Esta disposición sinuosa dirige a los visitantes a través de un recorrido pausado por el corazón comercial del bazar.

Las mañanas de primavera tardía o principios de otoño son ideales. El aire es fresco y ligeramente perfumado a café turco. Se escucha un murmullo tranquilo de voces y el suave martilleo de los artesanos. Los visitantes, aún pocos, deambulan con curiosidad y un ánimo relajado.

¡Hola, exploradores! Hoy os llevo de viaje a un lugar donde el tiempo parece detenerse.

Al adentrarte en Kujundziluk, el antiguo bazar de Mostar, tus pies resbalan suavemente sobre los adoquines pulidos por siglos de pisadas. El aire se impregna con una mezcla embriagadora: el dulzor especiado del café bosnio recién molido, el penetrante aroma metálico del cobre trabajado y el tenue perfume de las pipas de narguile. A tu alrededor, los pequeños talleres abren sus puertas como ojos curiosos, revelando un tapiz de colores y texturas. Observa cómo los artesanos, con movimientos precisos y rítmicos, dan forma a láminas de metal, sus martillos repiqueteando una melodía ancestral que se funde con el murmullo de las conversaciones y el canto lejano de un muecín. Las tiendas exhiben desde intrincados juegos de café y bandejas cinceladas, hasta alfombras vibrantes y joyas delicadas, cada pieza contando una historia silenciosa. Es un laberinto donde cada esquina promete un descubrimiento, y el calor del sol se mezcla con la calidez humana de un comercio que ha florecido aquí durante siglos, justo a la sombra del icónico Stari Most.

Recuerdo una tarde, charlando con un anciano herrero cuyo rostro estaba surcado por la historia de Mostar. Me mostró una pequeña cafetera de cobre, intrincadamente grabada, y me contó cómo su familia había trabajado el metal en Kujundziluk durante generaciones. Durante la guerra, su taller fue destruido y él tuvo que huir. Pero al regresar, entre los escombros, encontró algunas de sus herramientas más antiguas. Con ellas, y la ayuda de sus vecinos, fue de los primeros en reconstruir su puesto, no solo por el sustento, sino para mantener viva la memoria y el alma de la ciudad. Esa cafetera, hecha con el mismo esmero que las de sus antepasados, no era solo un objeto; era la prueba tangible de que, a pesar de todo, Mostar seguía latiendo, forjando su futuro con la misma tenacidad que sus artesanos moldean el metal.

Así que ya sabéis, la próxima vez que visitéis Mostar, no solo crucéis el puente; perdeos en Kujundziluk. ¡Hasta la próxima aventura, viajeros!

La mayoría fotografía el Stari Most desde el lado este del bazar, encuadrando su arco sobre el Neretva. Los callejones adoquinados también ofrecen marcos pintorescos de talleres artesanos y arquitectura otomana. Para la mejor luz en el puente y el río, visita al amanecer o al atardecer (hora dorada). Esta luz suave realza la textura de la piedra y minimiza sombras duras, ideal para detalles.

El Kujundžiluk mantiene una atmósfera histórica fascinante con bellas vistas al río. La repetición de souvenirs idénticos en cada puesto diluye rápidamente su autenticidad y encanto genuino. La verdadera sorpresa fue descubrir talleres ocultos donde se sigue forjando el cobre a mano, lejos del circuito principal.

Para sillas de ruedas o scooters en Mostar, consulta primero en las grandes farmacias (apoteka) locales o en tu hotel. La disponibilidad suele ser limitada; contacta con antelación para asegurar una. Pregunta directamente por el coste diario o semanal, ya que no hay precios estándar publicados. Cerca de Kujundziluk, la Oficina de Turismo de Mostar también podría ofrecer contactos útiles.

Paseas por calles empedradas, flanqueadas por diminutos talleres. Escuchas el tintineo rítmico de los caldereros que dan forma a intrincadas piezas de cobre. Examinas alfombras artesanales, pañuelos de colores vibrantes y joyas únicas. Saborea un café bosnio intenso en una cafetería sombreada junto al río Neretva.

¡Hola, exploradores! Mostar os espera con un abrazo de historia y encanto.

El Kujundziluk, el antiguo bazar de Mostar, no es solo un mercado; es una cápsula del tiempo que palpita al ritmo de sus artesanos. Recorre sus adoquines pulidos por siglos de pisadas, donde el sol juega a esconderse entre los toldos de colores vivos y los muros de piedra que susurran historias. A cada paso, el aroma del café bosnio recién molido se entrelaza con el dulzor de los dátiles y la tierra de las especias, mientras el martilleo rítmico del cobre resuena, creando bandejas y teteras que brillan como joyas. Las tiendas desbordan con alfombras intrincadas, joyería delicada y objetos de cuero, invitándote a tocar la textura de su artesanía. El aire se carga de conversaciones en varios idiomas, el tintineo de las pulseras y el eco lejano del río Neretva, que siempre te acompaña, visible a través de los arcos del Stari Most. Es un laberinto sensorial donde cada esquina revela una nueva maravilla, un lugar donde el pasado y el presente danzan en perfecta armonía.

Y si te detienes un momento, más allá del bullicio, en los callejones más estrechos que se inclinan hacia el río, notarás un aroma sutil pero constante: el fresco y húmedo perfume de la piedra antigua mezclado con la brisa mineral del Neretva. Es un contrapunto a los olores intensos del bazar, una respiración profunda de la propia tierra de Mostar, a menudo eclipsada por el café y el cobre.

¡Nos vemos en el camino!

El empedrado del Kujundziluk es hermoso, pero resbaladizo; usa calzado con buen agarre, especialmente si llueve. Mantén tus objetos de valor seguros y a la vista; los carteristas pueden aprovechar las aglomeraciones. Sé consciente de los precios turísticos; compara antes de comprar y regatea amablemente para obtener un valor justo. El laberinto de callejuelas puede ser confuso; mantén la calma y establece puntos de referencia para evitar perderte entre la multitud.

Kujundziluk ofrece encuentros limitados con aves urbanas, como vencejos comunes y gorriones. Sus cantos se oyen mejor al amanecer o al anochecer, antes de la multitud. Cerca del río Neretva, especialmente en zonas menos transitadas, se pueden avistar lavanderas blancas. No es un destino principal para la observación, pero las golondrinas pueden volar bajo los puentes.