Imagina que te acercas a un edificio imponente, con una fachada que te habla de otra época, de arte y de grandes ideas. Sientes el pulso de Nashville a tu alrededor —el murmullo distante del tráfico, quizás la vibración de alguna melodía lejana— y luego, al subir los escalones, una sensación de anticipación te envuelve. Las puertas se abren y el bullicio se disipa, reemplazado por un silencio suave y envolvente. Es como si el aire mismo se volviera más denso, más tranquilo. Tus pasos resuenan un poco en el vasto espacio que se abre ante ti, un gran salón con techos altísimos y una luz que se filtra suavemente, invitándote a reducir el ritmo y respirar hondo.
Una vez dentro, te encuentras en un vestíbulo majestuoso. El suelo de mármol pulido bajo tus pies es fresco, y el eco de las conversaciones se mezcla con el suave zumbido del sistema de climatización. Es un espacio que te hace sentir pequeño, pero a la vez, te da la bienvenida. A tu derecha, verás el mostrador de información y donde puedes conseguir tus entradas, siempre con una sonrisa y dispuestos a guiarte. Es el punto de partida para tu aventura, un lugar donde puedes recoger un mapa si lo deseas o simplemente orientarte antes de sumergirte en las exposiciones. No hay prisa, solo una invitación a explorar.
Cuando te adentras en las galerías, la atmósfera cambia sutilmente. Los pasillos son amplios, los techos altos, y la luz se maneja con maestría para resaltar cada pieza. No hay distracciones, solo el arte y tú. Puedes sentir la quietud que permite que tu mente se concentre, que tus ojos vaguen y se detengan en los detalles, en las pinceladas, en las texturas que casi puedes tocar con la mirada. A veces, te encontrarás con una sala oscura, donde una proyección te envuelve, haciendo que el sonido sea casi una experiencia táctil. Otras veces, la luz natural inunda una sala, revelando la obra de una manera completamente diferente, casi viva. Es un viaje visual y emocional, donde cada esquina te ofrece una nueva perspectiva, un nuevo pensamiento.
Además de las salas de exposición, el Frist tiene comodidades que hacen la visita mucho más agradable. Hay baños limpios y accesibles por todas partes, y encontrarás asientos cómodos distribuidos por las galerías, perfectos para descansar un momento, contemplar una obra o simplemente dejar que tus pies respiren. Si te entra el hambre o quieres tomar un café, hay una pequeña cafetería con opciones ligeras y bebidas, un lugar tranquilo donde el suave tintineo de las tazas se mezcla con el murmullo de las conversaciones. Es el sitio ideal para hacer una pausa, recargar energías y digerir todo lo que has visto antes de continuar tu exploración o antes de despedirte del museo.
Y si buscas una experiencia más interactiva, especialmente si vas con niños o si simplemente te apetece soltar tu propia creatividad, el Martin ArtQuest Gallery es un espacio imprescindible. Al entrar, te recibe una explosión de color y la energía de la gente creando. Oirás el suave rasgar de papel, el clic de los botones de las pantallas táctiles, y la risa de los niños mientras experimentan con diferentes materiales. Puedes sentir la textura de la arcilla fría en tus manos, el roce de un pincel sobre el lienzo, o la satisfacción de ver tu propia obra cobrar vida en una pantalla digital. Es un espacio práctico, donde no solo ves arte, sino que lo haces, lo tocas y lo sientes, liberando tu lado más artístico. Es totalmente gratuito y accesible para todas las edades, así que no dudes en pasar un rato allí.
Al salir del museo, el contraste es palpable. El aire exterior, ya sea cálido o fresco, te envuelve de nuevo. Los sonidos de la ciudad regresan, pero ahora los escuchas de una manera diferente, como si tu mente estuviera más en sintonía con el mundo después de haber pasado un tiempo en ese oasis de arte. Te llevas contigo no solo las imágenes de lo que viste, sino la sensación de haber sido parte de algo, de haber conectado con la creatividad de una manera profunda. Es una experiencia que te deja una huella, una resonancia que perdura mucho después de que tus pasos se alejan del imponente edificio.
¡Hasta la próxima aventura!
Léa de la carretera.