Oye, ¿te has preguntado qué se *siente* realmente al entrar en el San Francisco Dungeon? No es solo ver cosas; es como si te arrastraran a un viaje en el tiempo, directamente a las entrañas más oscuras de la ciudad. Imagina el aire fresco y salado de Fisherman's Wharf, y de repente, un cambio. El aire se vuelve más denso, cargado con un olor a humedad, a algo viejo, casi a tierra mojada. Escuchas un murmullo distante, risas nerviosas y el eco de algo que suena a cadenas, como si viniera de muy abajo.
Una vez que cruzas ese umbral, la luz casi desaparece. Sientes el suelo irregular bajo tus pies, y una voz, que parece venir de ninguna parte y de todas a la vez, te envuelve, contándote historias de la vieja San Francisco. Es como si el frío se te metiera en los huesos. De repente, un golpe seco cerca de ti, te hace saltar. No es solo un susto; es el cuerpo reaccionando antes de que tu mente lo procese. Te empujan suavemente hacia adelante, a un espacio donde los sonidos se amplifican y la oscuridad te invita a adentrarte más.
Caminas por pasillos estrechos, donde el aire se vuelve más pesado, casi sofocante. Puedes oler una mezcla de tierra húmeda y algo metálico, como si estuvieras en una mina. Escuchas el *clink-clink* de herramientas lejanas y el murmullo de voces bajas, como si la gente estuviera trabajando justo a tu lado, excavando oro en la fiebre. Luego, el ambiente cambia drásticamente. Una ráfaga de aire frío te golpea, y un olor agrio, casi a descomposición, te revuelve el estómago. Oyes toses profundas, gemidos, y el arrastrar de pies, como si estuvieras en medio de una plaga. La piel se te eriza.
De repente, te encuentras en un espacio más abierto, pero el sonido es abrumador. Voces altas, un juez gritando, el golpe de un mazo. Sientes una opresión en el pecho, como si te estuvieran acusando a ti, en medio de un juicio caótico. El aire vibra con la tensión. Después, el suelo se vuelve más duro, los sonidos más metálicos y distantes. Escuchas el eco de pasos, el chirrido de una puerta de celda al cerrarse, y el silencio pesado que solo una prisión puede tener. Sientes el frío de las paredes de piedra, la claustrofobia, y el deseo de escapar.
Y justo cuando crees que no puedes más, sientes cómo el suelo se mueve bajo tus pies. Te subes a algo que se balancea, y el sonido del agua te rodea. Es como si te hubieras subido a un bote en plena noche, en una fuga desesperada de Alcatraz. El viento te golpea la cara, el agua chapotea a los lados, y por un momento, sientes la adrenalina de una huida real, en la oscuridad total. Luego, la luz vuelve poco a poco, y el ruido de la calle te arrastra de nuevo a la realidad, dejándote con una sensación extraña, como si acabaras de despertar de un sueño muy vívido.
Sobre lo práctico: la entrada es por Taylor Street, justo en Fisherman's Wharf. Si puedes, compra tus boletos online con antelación; suele ser más barato y te ahorras la fila, que puede ser larga. La experiencia dura más o menos una hora, una hora y cuarto. No es para los más pequeños, los sustos son inesperados y el ambiente puede ser un poco intenso para ellos. Si llevas muchas cosas, quizás te pidan que las dejes en una taquilla o que te las guardes muy bien, porque hay momentos de movimiento y no quieres que se te caiga nada.
Un buen momento para ir es a primera hora de la mañana o ya por la tarde-noche, para evitar las multitudes del mediodía. Aunque es oscuro, hay zonas donde el espacio es un poco justo, así que tenlo en cuenta si no te sientes cómodo en lugares cerrados. Y sí, es una experiencia súper interactiva, los 'personajes' se acercan bastante, te hablan, y te hacen parte del show, así que prepárate para ser parte de la historia. Es más una obra de teatro inmersiva que un museo tradicional.
Olya from the backstreets