Los senderos son de grava compactada, con un ancho que permite el paso cómodo. Presentan gradientes mínimos, siendo mayormente planos alrededor de las lagunas. Delinean un recorrido circular que conecta las zonas de observación y acceso al agua. Ramificaciones cortas dirigen hacia las plataformas de baño y servicios.

El amanecer o el atardecer ofrecen la mejor experiencia en Laguna Cejar. El aire es fresco y el viento mínimo, permitiendo una flotación serena. La quietud domina; solo el susurro del salar rompe el silencio, sin bullicio. Con menos visitantes, el ambiente es de contemplación pura, realzando la ingravidez.

¡Hola, exploradores! Hoy nos zambullimos en el corazón salino del Atacama.

Imagina un espejo turquesa, tan intenso que duele la vista, enmarcado por orillas de sal blanca y crujiente, bajo un cielo que parece no tener fin. Así es Laguna Cejar. El agua, de una transparencia asombrosa, oculta una concentración de sal tan elevada que desafía cualquier expectativa. Al sumergirte, la sensación es de ingravidez absoluta; tu cuerpo se niega a hundirse, flotando sin esfuerzo como un corcho en una copa gigante. Es un baile silencioso con la densidad, donde cada movimiento se ralentiza, y el único sonido es el leve chapoteo de tu propio cuerpo contra el líquido denso. La piel, al salir, se cubre de una fina capa cristalina, un recordatorio salino de la experiencia. Mirando al horizonte, los volcanes andinos se alzan como centinelas dormidos, añadiendo una escala monumental a la inmensidad del paisaje. Recuerdo una tarde, un viajero que nunca antes se había atrevido a soltar pie en el agua, se lanzó. Su rostro, al sentir la flotabilidad instantánea, se transformó de cautela a pura euforia, riendo a carcajadas mientras se dejaba llevar por la laguna. Ese instante, ver cómo la naturaleza desarmaba un miedo tan arraigado con una simple ley física, me mostró por qué Cejar es más que una parada turística: es un espacio donde lo imposible se siente real, una lección de ligereza en medio de la gravedad del desierto.

Así que ya sabes, si buscas una experiencia que te haga flotar en más de un sentido, Cejar te espera. ¡Nos vemos en el próximo destino!

Desde los senderos de madera, encuadra la laguna con los volcanes andinos al fondo. La sorprendente flotabilidad invita a retratar siluetas sobre el agua turquesa. Las formaciones de sal en los bordes ofrecen texturas y reflejos únicos. La luz dorada del atardecer intensifica los tonos y minimiza las sombras.

La flotabilidad en Laguna Cejar es asombrosa, permitiendo una experiencia ingrávida única. Sin embargo, el agua gélida y las instalaciones rudimentarias restan mucho al disfrute. La sal se adhiere implacablemente a la piel y cabello, requiriendo un enjuague inmediato. Sorprendió lo rápido que la sal cristalizó en la ropa al secarse bajo el sol.

En San Pedro de Atacama, el alquiler de sillas de ruedas o scooters es muy limitado. No existen tiendas especializadas; consulta en farmacias locales o alojamientos de mayor tamaño. La disponibilidad es reducida y los precios varían, por lo que debes preguntar directamente por las condiciones. Considera contactar a tu agencia de viajes o traer equipo propio si la movilidad es crítica.

Sumerges el cuerpo en la laguna salina. La densidad te eleva sin esfuerzo, flotando boca arriba. Contemplas el inmenso cielo azul mientras el silencio te envuelve. Un rápido enjuague post-baño elimina la capa de sal cristalina.

¡Hola, exploradores del desierto! Hoy nos sumergimos en una de las joyas más singulares del Altiplano.

Imagina un espejo de agua turquesa tan intenso que duele los ojos, enclavado en la inmensidad blanca del Salar de Atacama. La Laguna Cejar no es solo una postal; es una experiencia que desafía los sentidos. Aquí, el agua, cargada de una concentración de sal tan elevada, te abraza con una ingravidez absoluta. Tu cuerpo se niega a hundirse, flotando sin esfuerzo como una pluma sobre la superficie esmeralda. A tu alrededor, el blanco cegador de las costras de sal se funde con el azul impoluto del cielo, y en el horizonte, los volcanes silentes vigilan esta maravilla natural. El aire es seco y puro, con un persistente aroma a mineral y sal. Al salir, la piel te queda cubierta por una fina capa de cristales, un recordatorio tangible de la densidad única de este lugar. Pero hay un detalle que pocos notan, una sinfonía secreta: el sutil y casi inaudible tintineo de los microcristales de sal al formarse y romperse en las orillas más remotas de la laguna, especialmente cuando el viento juega con el agua. Es el sonido de la mineralización en su estado más puro, una melodía que te conecta con la geología viva del desierto. Es un momento de paz abrumadora, una conexión profunda con un paisaje que parece de otro planeta.

Así que, cuando visites el Atacama, no solo nades en Cejar: ¡escucha su voz silenciosa! ¡Hasta la próxima aventura!

El agua helada de Laguna Cejar y su alta salinidad exigen precaución; ingresa gradualmente para aclimatarte. Las orillas cristalizadas son resbaladizas; usa sandalias acuáticas para evitar caídas y cortes. La concentración salina irrita piel y ojos; enjuágate inmediatamente en las duchas habilitadas para prevenir molestias. La exposición prolongada al sol deshidrata; bebe suficiente agua y usa protector solar factor alto.

Los amantes de aves encontrarán algunas especies adaptadas a salinidad extrema en Laguna Cejar, aunque no es un santuario principal. Busque flamencos andinos y chilenos en las orillas menos concurridas, junto a patos juarjual y gaviotas andinas. Para observación tranquila, los cercanos Ojos del Salar ofrecen mayor privacidad y avistamientos potenciales. Las primeras horas de la mañana o el atardecer son ideales para evitar multitudes y aumentar la actividad aviar.